UNIVERSIDAD

Aires de inquietud en los pasillos de Ciencias Exactas

La facultad de la UBA está analizando las condiciones del medio ambiente interno. Preocupación de investigadores y alumnos.

 Por Javier Lorca

Docentes, investigadores y estudiantes de la Facultad de Ciencias Exactas (UBA) están preocupados por la calidad del aire que respiran. La inquietud por las condiciones ambientales emana de dos sectores de la facultad asentada en Ciudad Universitaria: el Pabellón II y el Pabellón de Industrias. El temor reside en la posible contaminación originada en un droguero y un laboratorio, en los que se trabaja con sustancias tóxicas. El decano Pablo Jacovkis dijo a Página/12 que “la comunidad de la facultad no está ante un riesgo grave, de una catástrofe. Aunque es necesario realizar muchas mejoras para alcanzar los estándares de seguridad ideales”.
Dentro del Pabellón de Industrias, la inquietud se centra en un laboratorio de micotoxinas y micotoxicosis. A principios de marzo pasado, los directores de los departamentos de Ingeniería Química y de Industrias, con sede en ese pabellón, pidieron una inspección de seguridad e higiene, preocupados por las condiciones del ambiente de trabajo. Pocos días después, la cuestión se agravó cuando una integrante de la carrera de personal de apoyo del Conicet, con lugar de trabajo en el Pabellón de Industrias, elevó una carta donde detalló los casos de seis personas que trabajaban en el área y que, en los últimos años, sufrieron diversas patologías. Además de señalar ciertos peligros de contaminación y mala ventilación, la carta advierte sobre el carácter cancerígeno de las micotoxinas. “La razonable hipótesis de que las enfermedades relatadas puedan tener un patrón común en las micotoxinas surge del hecho de que la frecuencia de cánceres en las personas vinculadas a los laboratorios de micotoxinas... excede ampliamente el valor medio esperable de cánceres en una población y hace presumir un factor ambiental.”
Según explicó el decano en un informe público, la facultad pidió la asesoría de diversos expertos (del INTA, INTI, el Ministerio de Salud, la propia UBA) y en los próximos días se recibirán los resultados de una evaluación externa sobre el ambiente del Pabellón de Industrias. El informe del decano anticipa que “los expertos consultados consideran que no existen riesgos inmediatos para la salud, por lo cual las actividades que se realizan en ese pabellón se pueden seguir desarrollando normalmente”.
El otro foco de conflicto proviene del Pabellón II. Desde el Laboratorio de Ecología Ambiental y Regional, el docente e investigador Fabio Kalesnik investigó la situación ambiental. “Hace seis años que en el sector sudoeste del 4º piso hay olores químicos muy fuertes. Recién este año el Servicio de Seguridad e Higiene de la facultad detectó una conexión incorrecta entre un droguero del Departamento de Química Orgánica, que está en el 3er. piso, y un baño de damas del 4º. Por un caño de ventilación se estaban desparramando por todo el piso gases de un droguero donde hay sustancias cancerígenas y neurotóxicas. Estuvimos sometidos a un riesgo muy serio.” Mediante una carta enviada esta semana al decano, reclamó la colocación de analizadores de calidad de aire y la realización de un estudio de medicina laboral a todo el personal del pabellón.
Jacovkis admitió que “había olores perniciosos, porque no estaba funcionando un extractor de aire. Eso se reparó y la situación mejoró, pero la solución definitiva será la construcción de un droguero común, que va a funcionar en la planta baja, un lugar más seguro y más aireado. El proyecto ya está terminado y sólo falta hacer la licitación”.
También la FUBA anunció que hoy se presentará ante las autoridades de Exactas para iniciar una campaña contra “las pésimas condiciones ambientales en que desarrollan su actividad cotidiana estudiantes, docentes y no docentes”. Mientras, la Asociación Gremial Docente (AGD) se sumó al pedido de un monitoreo ambiental y un estudio epidemiológico. “Estamos preparando una denuncia contra la ART de la universidad (Provincia) para que se responsabilice de la situación y garantice mejorescondiciones laborales”, dijo el dirigente gremial Rafael González, ante la consulta de este diario.
“Es razonable que la gente se preocupe y lo celebro –dijo Jacovkis–. Estamos trabajando para mejorar las condiciones ambientales y de seguridad. Pero no sólo enfrentamos carencias presupuestarias, sino también la propia cultura de la comunidad universitaria. Hay zonas sucias porque la gente tira desperdicios. Y también hay que cambiar malas prácticas, como comer o cocinar en los laboratorios. Lo bueno de todo esto es que provocó una mayor concientización respecto del hábitat.”

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