UNIVERSIDAD
Los riesgos que la UBA no quiere seguir corriendo en sus facultades
La universidad trabaja para solucionar las deficiencias halladas en materia de seguridad y prevención de accidentes.
Por Javier Lorca
Alertada por las numerosas deficiencias detectadas en materia de seguridad y emergencias, la Universidad de Buenos Aires (UBA) inició en las facultades y demás sedes un proceso de adecuación de sus instalaciones y de capacitación del personal para prevenir riesgos y accidentes. El llamado de atención provino de un relevamiento realizado por la Subsecretaría de Infraestructura de la universidad, que redundó en una auditoría interna concluida en abril pasado. El informe determinó que la mitad de las dependencias de la UBA carecía de salidas de emergencia adecuadas; el 89 por ciento no tenía un plan de evacuación en caso de siniestro; el 96 por ciento poseía materiales inflamables y el 64, materiales tóxicos, entre otras falencias.
“Con la finalidad de disminuir las posibilidades de riesgos en los edificios” y salvaguardar a las personas y al patrimonio de la universidad, se analizaron el estado general de los edificios, las instalaciones contra incendios, las salidas de emergencia, los medios de detección y extinción de fuego y las medidas preventivas tomadas en todas las sedes de la universidad. Aunque el relevamiento se aceleró con el clima post-Cromañón, el proceso se había iniciado en octubre del año pasado. Los resultados del informe fueron girados hace dos meses a las unidades académicas y este mes comenzó un nuevo relevamiento –estará listo en agosto– para supervisar las acciones encaradas. Según se aseguró a este diario desde el rectorado, “resolver los problemas de accesibilidad y seguridad de toda la universidad requeriría una inversión de entre 49 y 79 millones de pesos”.
Pese a que varias obras de infraestructura necesarias están demoradas por las limitaciones presupuestarias (más del 90 por ciento de los fondos de la UBA se destina a salarios), muchas mejoras ya se realizaron y otras están en marcha, porque eran de bajo costo (como reparar ascensores y escaleras) o no requerían inversión. Es que “la recomendación más urgente” fue la de concretar un “ordenamiento del espacio físico y una capacitación adecuada” del personal “sobre los actos a seguir en caso de incendio o emergencias”, así como contemplar planes de evacuación y realización de simulacros. Los cursos de capacitación –se informó– ya comenzaron a dictarse, en forma centralizada, en el rectorado, al igual que la coordinación de los planes de evacuación.
La solicitada reorganización del espacio en las unidades académicas apuntaba a despejar pasillos y salidas de emergencia obstruidas, liberar puertas, limpiar la acumulación de basura en sectores críticos, redistribuir muebles y paneles divisores. A las facultades de Filosofía y Letras, Ciencias Sociales, Farmacia, Psicología y Medicina se les recomendó “un ordenamiento físico del espacio conformado por las circulaciones y halls de acceso, ya que se encuentran obstaculizados por puestos de agrupaciones políticas, quioscos, máquinas expendedoras y gran cantidad de pancartas, afiches y carteles que dificultan considerablemente el tránsito” y “son un importante foco de combustión”. También se les sugirió delimitar las áreas destinadas a esas actividades.
“El personal de algunas cátedras ocupa un sector del edificio para uso exclusivo”, por lo cual docentes e investigadores tienen a su cargo las únicas llaves de accesos a escaleras y ascensores, tableros eléctricos u otras áreas vedadas al personal de mantenimiento o seguridad. Con algunas diferencias, esta situación fue advertida en varias facultades, como Medicina, Odontología y Farmacia, a las que se les pidió liberar la circulación en aquellos sectores.
Mientras se esperan las conclusiones del nuevo relevamiento, el análisis estadístico de los últimos datos analizados sobre las dependencias de la UBA advierte:
- Sólo la mitad de las sedes tiene salidas de emergencia adecuadas.
- El 57 por ciento posee medios de extinción hidrantes.
- El 82 por ciento no tiene sistemas para detectar humo ni tampoco cambios de temperatura.
- Una de cada cuatro dependencias no cuenta con señalética orientativa en caso de siniestro.
- Unicamente el 29 por ciento tiene alarmas y sólo el 11 tiene un plan de evacuación previsto.
- Si bien todas las sedes poseen matafuegos, es muy alta la presencia de materiales combustibles y tóxicos.