ESPECTáCULOS › UNA CRONICA SOBRE LOS CASTINGS DE CHICOS DE “SUSANA GIMENEZ” Y “SHOWMATCH”
Pequeños prodigios o no tanto buscando fama
Expectativas y ansiedad detrás de los castings de los
programas que más rating tienen, hacedores de una industria que no se detiene aunque –literalmente– llueva o truene.
Por Julián Gorodischer
Nada en el mundo detiene a una madre cuando se trata de ubicar a su prodigio en los 30 segundos de fama kids de Marcelo Tinelli o en los Minimusic de Susana Giménez. A la misma hora, los reyes del rating compiten para sacarles el jugo a las criaturas en vacaciones de invierno, que no cobran ni un peso de cachet y se limitan a aspirar al premio en especias: una bici, una computadora o un discman como consuelo. Y los viernes se suma Dady Brieva con su Agrandadytos haciendo alarde de pionero... Este viernes llueve y truena, y se especula, a priori, con una sequía en los castings convocados, pero ¡nada de eso! La exprimidora de niños nunca se detiene, ahora que Tinelli, en Showmatch, eliminó los desfiles de semidesnudas y las cámaras pseudo ocultas de Luciana Salazar para entregarles el programa a los pequeños monstruos. O ahora que también Susana decidió reproducir un mini Operación Triunfo destinado sólo al canto, con un jurado que ya hizo llorar a un par. “Hay que ser exigentes porque está en juego la grabación de un disco”, se excusó Pablo Ramírez (ex Popstars y Operación Triunfo) y la madre de la nena envió una carta a Claudio Villarruel reclamando una segunda oportunidad. “Nunca me respondieron”, se quejó en lo de Jorge Rial e inauguró la primera rebelión de los maltratados.
Ramírez había dicho a la nenita de 7 que tenía que “esforzarse más”, porque le tembló la voz, y después el llanto fue indetenible. Otra vez, pidió un aplauso para ...¡la banda! y dejó a la minicantante en ascuas... En lo de Marcelo, la nena de 6 respondió a la pregunta ¿de qué vive Tinelli? con una lucidez aterradora: ¡de los chicos! Es que el boom infantil los vive sin escrúpulos (también en Tiempito Límite, de Gerardo Sofovich, TV Registradita y Mini Pulsaciones), pagando con bolsas de galletitas y órdenes de compra de mil pesos, o a lo sumo con una computadora o una bici. A bajísimo costo, sin sueldo ni viáticos, la última invasión de gente extra small consigue la facturación publicitaria más alta del mercado (de 1400 a 1600 pesos el segundo) y reemplaza al resto del circo: cada vez se ven menos mujeres tatuadas (Susana...), o bonzos de cabello (Showmatch...), o desnudos femeninos ahora que los líderes del rating descubren el marketing de la infancia. Los chicos cargan boas en el cuello, bailan árabe o salsa y hacen jueguito con la de ping pong, o cantan a Shakira, a Belinda y mucho folklore en lo de Susana... pero antes está El Casting.
Viernes... tempranísimo:
Comienza la gira, y en el gimnasio de Saavedra hay cola hasta la esquina. Se están mojando y las nenas tienen trajes de odalisca, pero nada las perturba. Para entrar a los 30 segundos..., las madres son conocedoras de los caprichos de Tinelli: especial devoción por las nenas de 2 a 5, odaliscas y pequeñas rumberas, o por minidomadores de serpientes o roedores. Así lo entiende la madre Norma Albarracín, que lleva a su hijo Nico, de 4, a bailar y cantar Qué calor.
Mamá Norma: –El nene agarra y me dice Mamá yo quiero ir a Tinelli. Y ahora... que quiere ir a Susana Giménez, a Agrandadytos. Le grabé un CD original del grupo cumbiero Supermercado porque mi sueño es que el día de mañana trabaje en la tele, podría ser en Canal 9 –sigue, como en trance–. Dan oportunidad a la gente común: compus, bicis, juguetes. El es un nene muy despierto, no se va a asustar ni va a llorar.
Tinelli cultiva una extraña proximidad con la nena de 3, casi le sopla en la oreja, la mira fijo a los ojos... o lleva al gordito al baño a hacer pis y le baja los pantalones ante cámara... se le ve la cola... Y para la psicoanalista Isabel Monzón (ver aparte) “no hay ningún juego inocente en esa relación entre un niño y un conductor”. En cambio, la psicóloga Lidia Bayer pone paños fríos: “Déjenlo en paz y no sean rebuscados... Tinelli es recanchero con los pibes..., y estuvo muy tierno con el cieguito que tocaba el bombo”. Para las madres del casting, no hay sospechas: maquillana las nenas o las desvisten hasta dejarlas en tules y tanguita, fieles al último arquetipo de la temporada: la bailarina árabe. ¿Las razones del fetiche? “Es el boom entre las nenas –dice la madre Adriana Coronel, de Escobar, con su hija Florencia Micaela–. No sé cómo se inició pero seguro lo impuso Shakira. No me da cosa que la nena muestre el cuerpo: hoy por hoy como está todo claro que puede haber tipos que la miren con ojos podridos pero estoy muy pendiente de mi hija... y nada le va a pasar aunque la sociedad esté muy sucia.”
Peligro de electrocución:
En la puerta del casting de Susana Giménez, en Martínez, los chicos padecen una lluvia intensa al aire libre. No los dejan pasar ni al baño, y un papá protesta a los gritos: “Eh, qué se creen, que somos delincuentes”. El clima se va poniendo cada vez más denso, ayudado por la extraña locación que eligieron en Telefé para darles cita: justo al lado de los nenes hay una pared de alto voltaje que indica “Peligro de electrocución”. De pronto, llega una productora de Susana y va haciendo pasar pero ¡sólo a los chicos!, dejando a los padres (venidos de Mendoza, de La Pampa, de Misiones, especialmente) afuera, condenados a no ver ni protestar en el casting para los Minimusic... pero sin chistar. Lo que la tele dispone, ellos acatan, soñando con que el jurado elija a su propio hijo, con el disco que vendrá después si pasan la final anual. En el formulario que completan concentrados se les pregunta: “¿Ha participado en otro programa?”. Y todos completan ¡No!, aunque no sea verdad, conscientes de que la exclusividad es un preciado valor: en medio del boom, se prefieren las caras poco vistas.
Marisel Lorenzo, madre recién llegada de La Pampa, dice que dudó si llevar a su hijo a lo de Tinelli o a lo de Susana. “Pero él mismo quiso venir acá porque es más serio: los jurados de Tinelli son niños. Y el nene tiene un trabajo de música ya hecho –sigue–. Empezó con folklore pero se pasó a melódico; ahora va a cantar Honrar la vida y No llores por mí, Argentina. Está en juego un contrato para un disco. La dureza de Pablo Ramírez es exigencia en busca de calidad.” Aquí, en la puerta del casting, las madres se presentan como defensoras de “lo nuestro”, enfáticas militantes de la zamba –dice María Marta Caminos, de Abramo, La Pampa–, de la huella, el triunfo, el malambo sureño. “Uno tiene que defender lo de uno, y si prefieren otros ritmos más de moda, es un problema del jurado.” Aquí, donde todavía está fresco el recuerdo de la fama repentina de Operación Triunfo, los graffitis agradecen a Nelson por “todo lo que nos diste” o, más aguerridos, protestan contra los de “Seguridad del orto que no nos dejaste pasar”. Y las nenas se empeñan en repetir el repertorio de Pasión de Gavilanes, o eligen temas imposibles para una de ocho como el tango Garganta con arena y redescubren un motivo para participar que no tiene nada que ver con sus precursores. “Lo nuevo –asegura Gabriela, madre de Jazmín y Emilse– es que no tiene que ver con una carrera o con el dinero como en Popstars. Es porque les gusta a ellos.”
Otra vez sopa:
De vuelta en la escena del casting para los 30 segundos... de Tinelli, una especie de carpa los recibe en tandas... y ellos van entrando en variantes fijas: gauchitos, odaliscas o rumberas, uno por uno, con sus madres arengando para “poner lo mejor de cada uno”.... ¿Cómo empezó todo? Es cierto que Agrandadytos fue la punta de lanza del niño adultizado, llevado con insistencia a hablar de minas y levante, en una mesa de café que los sexualiza antes de cumplir los 8, o en una charla íntima con Dady Brieva que registró una escena fundacional, en 2004, en la que Dady pidió a la de 3 que le mostrara la bombachita. “Sí, total, tu mamá no nos ve”, le dijo en recreación del ideal de abusador, y 50 psicoanalistas encabezados por Monzón pidieron a Pablo Martins, de Promofilm, el levantamiento del programa. “Hemos cometido un error”, admitió el productor asegurando lacontinuidad, sin saber que inauguraba un modo de relación que es furor en 2005: Tinelli le tira el piquito a la de 3; Susana dice que se quiere comer al gordito de 5, que a su vez asegura que le gustan las mujeres como ella. Y Dady sigue preguntando una y otra vez por novias, engaños, infidelidad y besos a los de preescolar, mientras las madres, en el casting, los maquillan o los inducen a bailar frenéticamente el hit sexual Dame más gasolina... ¡cómo te gusta la gasolina!
Andrea Molina, de San Martín, mira atenta el pasito árabe de Gisella, de 8 años. La nena se aburría en el colegio, y empezó a tomar clases de baile. Ahora dice:
Gisella: –Yo quiero salir en la tele; quiero ser famosa.
–¿Por qué querés ser famosa?
Gisella: –Porque me gusta.
Mamá Andrea: –Su máximo desafío es actuar a fin de año en el Teatro Broadway. Baila también tarantela, español, brasilero; la queríamos traer a bailar brasilero pero no quiso.
Fernanda Cerea maquilla obsesivamente a Agostina, de 3. La nena le quiere cantar a Tinelli la canción de la bandera, que aprendió en el jardín. “Hizo un par de castings para propagandas de pañales y fideos –sigue Fernanda–. Está todo el tiempo actuando, hace como que habla con Tinelli por teléfono. A Marcelo lo critican porque es famoso y tiene guita. A él le gusta que lo abracen y le gustan los animales.” Ese manoseo es monitoreado con preocupación por algunos grupos de militancia antiabusiva. “Nosotros no tenemos mascotas –agrega insistente la madre–, tenemos a Georgie, que es un muñeco como un bebé de verdad. ¡Qué ojos! –señala a la nena–. Y sí, sirve más para gráfica que para cualquier otra cosa.” Ni en el casting ni en la pantalla parece existir otro tono que no sea el de la palabra importada del discurso de mamá, el baile erótico copiado de Shakira, Britney o el moreno de Gasolina... Lo que convoca, parece, es el desfasaje de verlo repetir como un sabelotodo a los 3 o de bajarle la edad a la lolita que ya no es de secundaria y ahora viene en formato preescolar. “No me causa gracia –argumentó la escritora Silvia Schujer, seguidora de los fenómenos de fama repentina en niños–. Es una invasión a la intimidad que la nena no está en condiciones de afrontar. Me pregunto por qué siempre intentan traer a los chicos al mundo de los grandes, y no sumergirse en el de ellos, que es mucho más rico.”