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Después de Rushmore y Los excéntricos Tenenbaum, Wes Anderson continúa su exploración de la disfuncionalidad familiar, las paternidades en fuga y la galería de excentricidades, siempre apoyado por un superelenco. Emulo de Cousteau, el gran Bill Murray es un documentalista submarino, cuyo hijo abandonado (¿el rubísimo Owen Wilson, su hijo?) se suma a la tripulación, en medio de un viaje que va a la caza de cierto tiburón mobydickiano. Como de costumbre y en medio de un desfile actoral (Cate Blanchett, Anjelica Huston, Willem Dafoe, un imperdible Jeff Goldblum), campean desvíos y desvaríos, el asombro (la zoología fantástica inventada por Henry Selick), la extravagancia (un morocho brasileño rasguea versiones-bossa nova de clásicos de Bowie) y, cómo no, una buena dosis de autoindulgencia.