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Un relato inédito sobre la batalla de Playa Girón

Para explicar los fusilamientos, Fidel Castro sostiene que “la mafia terrorista de Miami, en combinación con la extrema derecha de Estados Unidos, se proponían crear una grave crisis que podría conducir a una confrontación armada entre Estados Unidos y Cuba”. Y pone como ejemplo lo ocurrido en 1961, cuando “una expedición mercenaria desembarcó en Playa Girón y, detrás de esa invasión, estaba la escuadra norteamericana y las tropas necesarias para intervenir inmediatamente después de instalado un gobierno títere”. Para dejar claro el paralelismo de la situación, Fidel Castro realizó ante Página/12 un inédito relato de la batalla más famosa en defensa de la Revolución Cubana.

–Ellos suponían, por la fuerza que traían, más el apoyo aéreo, que ese punto, Playa Girón, estaría en sus manos, o no el punto –porque, realmente, el punto mencionado llegaron a tomarlo en su ataque por sorpresa– sino la franja de tierra comprendida entre dos puntos de desembarco, Playa Larga y Playa Girón, separados del resto del territorio nacional por una de las más grandes ciénagas de Cuba, la cual constituye de por sí una especie de Paso de las Termópilas, atravesada por dos carreteras recién construidas por la revolución en los años 1959 y 1960; que no podían ser flanqueadas, que conectaban la franja de tierra firme entre esas playas con la tierra firme al otro lado de la ciénaga, un terreno boscoso y pedregoso, con una vegetación no muy alta, pero sí adecuada para la defensa contra cualquier contraataque.

–O sea, que iban a montar ahí una cabecera de playa...

–Sí, ellos tomaban esa franja entre Girón y Playa Larga. Esos lugares están prácticamente a la entrada y al fondo de una bahía abierta, la más grande y profunda bahía de Cuba; con profundidades de cientos de metros de agua, allí prácticamente cabía toda la escuadra norteamericana.

Una vez en posesión de esos dos puntos y de dos carreteras que avanzan hacia el interior de Cuba, a una distancia, tal vez, de 50 kilómetros una de otra, la primera y más directa iba de una central azucarero, atravesando la Ciénaga, hacia el punto denominado Playa Larga; y la otra, que hace lo mismo, partiendo de Girón, avanza hacia la Ciénaga 10 o 12 kilómetros y allí, antes de atravesar la misma, hace una “Y griega”, en que una parte se inclina hacia el norte y otra hacia el nordeste. En conjunto, estas dos carreteras, diseñadas de esa forma, constituyen tres puntos por donde se atraviesa la Ciénaga, con un ancho de 8 a 10 kilómetros. Esa Ciénaga tiene una gran profundidad, no hay vehículo, ni siquiera infantería, que pueda atravesarla. En el ataque del amanecer del 17 de abril de 1961 ellos ocuparon las dos cabezas de playa, y lanzaron un batallón de paracaidistas para tomar los seis puntos situados a la entrada y salida de aquellas carreteras que atravesaban la Ciénaga. Los puntos están en la tierra firme de la isla por donde arriban las carreteras y en el lugar de la tierra ocupada por ellos antes de atravesar la Ciénaga, de modo que lanzaron sus paracaidistas por seis puntos diferentes y lograron apoderarse prácticamente de cinco de esos puntos. De ellos, nosotros recuperamos uno, prácticamente, y avanzamos rápido por el que constituía el camino más recto y tomamos, del otro lado de la Ciénaga hacia el sur, en dirección al mar, hacia el territorio ocupado por los invasores, el otro punto. De modo que ese primer día ellos disponían de cuatro de los puntos y nosotros, de dos. La escuadra norteamericana, sus buques de desembarco y sus cruceros, a tres millas de la costa.

–Visibles, digamos...

–Claro que sí, totalmente visibles. El portaaviones y otras fuerzas de escolta, un poco más atrás. Además de estos medios y de los transportes que trasladaban las tropas, ellos utilizaron aviones de bombardeo B-26 con base en Nicaragua, que traían insignias cubanas y pilotos batistianos que, habiéndose escapado hacia Estados Unidos, tripulaban aquellos aviones auxiliados por un grupo de pilotos norteamericanos que emplearon en la medida en que iban sufriendo bajas, para destruir nuestra escasa aviación y atacar nuestras fuerzas terrestres. Lanzaron el primer ataque aéreo al amanecer del día 15, es decir, casi 48 horas antes del desembarco, a fin de destruir en sus aeropuertos –que eran tres– los aviones de guerra con que contábamos, que eran los que poseía Batista, que curiosamente eran más que los pilotos con que nosotros contábamos. Habíamos tomado medidas preventivas; los aviones estaban dispersos, no porque supiéramos día y lugar exacto del ataque sorpresivo, sino porque nos percatábamos de que era inminente el ataque. Todos estaban dispersos y un número determinado de armas antiaéreas protegiendo esos puntos. De modo que el ataque sorpresivo producido el día 15 al amanecer hizo un estrago limitado, destruyó algunos aviones; pero ellos, a su vez, sufrieron pérdidas. En los días que duraron los combates, prácticamente todos sus aviones fueron derribados o puestos fuera de combate. La mayoría de los que manejaban las antiaéreas eran jóvenes de 16, 17 y 18 años, algunos de 15, gente de pueblo recién entrenada; dispararon rápidamente contra los aviones atacantes, y el pequeño grupo de pilotos cubanos tuvo una actuación brillante. Se perdieron unas cuantas vidas, se perdieron algunos aviones, murieron pilotos y artilleros; pero, al final, la fuerza aérea enemiga estaba fuera de combate. En todo instante ellos atacaron nuestras fuerzas con insignias cubanas. Aun después del ataque del 15, el número de aviones que nos quedaba era superior al número de pilotos de que disponíamos.

Desde luego que la fuerza aérea de Estados Unidos constituía su principal reserva, y prácticamente, salvo movimientos de intimidación y algún aislado ataque, no entró en acción. El primer ataque mercenario por tierra ocurre el 17 antes del amanecer, por la zona de Bahía de Cochinos; es decir, en Playa Larga y Playa Girón, en horas de la madrugada. Enviaron a los exploradores, hombres ranas, todo lo necesario para preparar el desembarco del grueso de las tropas. Allí se produjeron los primeros choques.

–¿Usted estaba allí?

–Yo el día 16 estaba en La Habana, acababa de despedir el duelo de compatriotas caídos el día 15. Me acosté y dormí temprano, llevaba muchas horas sin descanso. La tarde del 16, ante decenas de miles de milicianos armados, proclamamos el carácter socialista de la Revolución Cubana. Fue la primera respuesta patriótica y desafiante al agresor. Dos o tres horas después que me había acostado, bien temprano, la noche del 16, comprendiendo que era inminente la batalla por tierra, puesto que no tenía sentido lanzar aquel ataque aéreo si no tenía un objetivo ulterior de desembarcar, me despertaron a las tres horas más o menos para informarme que el ataque, es decir, los primeros contactos de fuerzas que estaban desembarcando la madrugada de ese día, se estaban produciendo, y, en previsión de un segundo ataque aéreo a nuestras bases –que nunca se produjo y habría sido inútil que se produjera–, toda nuestra aviación estaba en el aire en dirección a Girón, y allí le ocasionó al enemigo terribles estragos, atacando a las fuerzas que desembarcaban, sus lanchas y tropas. Ese mismo día, al amanecer, lanzaron a los paracaidistas.

No pudimos proteger a nuestras tropas de tierra, que estaban siendo atacadas por aviones de bombardeo con insignias cubanas, con lo que, incluso, engañaron a algunas de las tropas que marchaban desde temprano en dirección a la playa.

–¿Usaban las mismas insignias?

–Las mismas, exactamente.

–¿Las que usaba la revolución?

–Sí, sí, las de nuestra aviación. Ellos ocasionaron con eso algunas bajas, porque engañaron a las tropas que avanzaban, pensando que aquellos aviones eran propios. Nosotros, por nuestra parte, concentramos todos los aviones en atacar los barcos y las fuerzas de desembarco; sólo en un instante, entre las 10 y las 11 de la mañana, le dimos apoyo directo a un batallón para que cruzara por una de las carreteras sobre la Ciénaga a una importante misión. Resultado: a las 11 de la mañana todos los barcos enemigos estaban hundidos o en fuga, una parte de sus aviones derribada, aunque algunos de los nuestros también se perdieron. Todo eso ocurrió el 17 entre las 6 y las 12 del día. Cuento estos detalles para que, simplemente, vea lo que fue el ataque, la forma artera con que se llevó a cabo.

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  • SEGUNDA PARTE
    FIDEL CASTRO X MIGUEL BONASSO
    Por Por Miguel Bonasso

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