Primero fue el cuadro Los girasoles, de Van Gogh, después siguió una lista que incluyó a Picasso y hasta Da Vinci. Los ataques a obras maestras del arte universal que militantes ambientalistas vienen protagonizando contra el cambio climático y la contaminación ahora llegaron a los monumentos. Ayer, activistas del grupo Última generación rociaron con pintura naranja los seis pilares de la puerta de Brandenburgo, el monumento más conocido de Berlín, en una acción para instar al gobierno alemán que abandone pronto los combustibles fósiles. No se sabe si el grupo conseguirá su objetivo. Lo que sí está claro es que ahora deberá conseguir abogado: catorce de ellos quedaron detenidos.