Ambos artistas, de larga trayectoria, exponen sus pinturas juntos en un juego de tensiones y convergencias de colores y formas.
Pionero de un arte integral, que propuso tal enfoque a la producción, el pensamiento y la transmisión de conocimiento artístico en la Argentina.
Bajo el efecto de continuidades y disrupciones entre las pinturas y su contexto inmediato, la exposición resulta hipnótica, generando una extrañeza tensa y claustrofóbica.
Dibujos, pinturas, esculturas, instalaciones y performances realizados con materiales simples y en blanco y negro, que buscan poner en tensión la mirada y actitudes cotidianas.
Un conjunto de luces distribuidas en la sala, de pronto se revela como un sincronizado reloj calendario desplegado en el espacio. El tiempo y la mirada.
Se trata de urbes que cuestionan la noción de ciudad, imposibles de habitar, en donde no hay comunicación visual entre interior y exterior.
La exposición que se exhibe en el MNBA con curaduría de Natalia Pineau, recorre la trayectoria de Gumier entre 1978 y 1989. Aquí se rescata una nota del artista publicada en este diario en 1988, que retrata la cultura under de aquellos años.
La investigadora y curadora independiente acaba de publicar un libro sobre el robo de obras de arte y otros crímenes artísticos en la Argentina.
El artista reinventa concepciones tradicionales de la arquitectura a partir de la postproducción creativa. Allí parece lo onírico, en los rastros de lo real.
El fotógrafo publicó un raro volumen con los cianotipos de algunos de los libros que fueron marcando su vida, desde sus primeras lecturas hasta el presente.