Este artículo no pretende agotar el problema ni dar cuenta en su totalidad de la problemática planteada, sino aportar simplemente una mirada desde el psicoanálisis acerca de esta cuestión.
Como es posible observar en países donde las ultra derechas han llegado a los máximos lugares de poder -Italia es un caso clarísimo- los derechos adquiridos por los transfeminismos y los colectivos lgbtiq+ son atacados directamente negando sus existencias como si fueran una amenaza para la nación. En nuestros país las alertas se encienden cuando desde esos sectores se empieza a poner en duda la validez del matrimonio igualitario, la ley de identidad de género y hasta la funcionalidad de un Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad. Y por supuesto, estas posturas tienen quien las escriba.
En una época en la que todo parece transparente lo verdaderamente oculto es cómo las empresas que monopolizan nuestra atención lucran con nuestras emociones a costa de nuestros derechos.
Jamie Lee Curtis, Ariana Grande, Rosario Dawson, Judd Apatow, Amy Schumer y Camila Cabello, entre otres, alertan a los jefes de Twitter, Facebook, TikTok y YouTube sobre una "falla sistémica masiva".
Se ha tornado normal y habitual la “violencia como forma de hacer política", a través de diversas manifestaciones o discursos que tienen como eje rector el odio, la hostilidad o el mero host
El psicólogo y psicoanalista Diego Velázquez se refirió en AM750 a las declaraciones que realizó la periodista Laura di Marco sobre la hija de la Vicepresidenta, y sostuvo: "Revolean términos sin ningún fundamento".
El presidente Alberto Fernández compartió un mensaje, a través de sus redes
Los discursos de odio proliferan, estigmatizan, difaman y mienten generando efectos de sentido. Allí conflictos no se problematizan, se prejuzga y se condena. La violencia y el punitivismo se presentan como las formas de resolverlo todo. El escenario en el que se multiplican son las llamadas “redes sociales”.
Según la organización Safernet, las denuncias de delitos de odio en redes crecieron un 67,7 por ciento en Brasil en 2022.
En estos días surgió en redes un brote de patriarcado fogoneado por mujeres, competidoras en misoginia con los cultos fálicos ancestrales. Las consabidas twitteras colaboran con las subjetivaciones discriminatorias, sostiene la filósofa punk, algo que sería intrascendente en sí mismo, si no fuera porque ese imaginario de tontas es capaz de inducir en un clic a la acción agresiva.