Científicas de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN) estudian la elaboración de biogás a partir de la caña, una planta que se encuentra a la orilla de los espejos de agua. Si bien ya existen otras formas de generar esta energía renovable (residuos sólidos urbanos, estiércoles de animales y maíz, entre otros) se trata de una alternativa que podría ser de bajo costo y tener alto rendimiento. Con la generación de biogás durante 2022, el país podría abastecer alrededor del 5% de la electricidad que se consumió durante marzo de 2023.

“Desde 2019 venimos trabajando en forma colaborativa con la Facultad de Agronomía de la UNICEN con el fin de utilizar cañas de Arugno para producir biogás. Ellos estudian la parte agronómica y nosotras nos dedicamos a determinar cuánta energía podrían producir. Lo que hacemos es caracterizar las cañas y aplicar un proceso de escala laboratorio para determinar cuál es el potencial energético de esas cañas”, cuenta Verónica Córdoba, docente de la Facultad de Ingeniería e investigadora del Conicet.

El biogás combina metano (equivalente al gas natural) con dióxido de carbono y se genera a partir de un proceso biológico muy singular: un grupo de microorganismos se alimentan de materia orgánica y producen este gas. Aunque la mayor parte de este insumo se destina a la energía eléctrica, también se usa para energía calórica. Además, puede ser separado del dióxido de carbono y utilizarse en autos como gas natural comprimido.

Si bien ya existen plantas de producción en Argentina con residuos sólidos urbanos, materia orgánica o maíz, los dos primeros no tienen la suficiente productividad y el tercero es destinado a otros usos más rentables. En este marco, el objetivo de las especialistas es encontrar una opción que sea eficiente y cuyo precio no sea elevado.

Una caña con energía

La caña es un cultivo que crece con relativa facilidad. De hecho, en Europa está considerada como una especie invasora. Aunque ya hay otros estudios avanzados sobre su productividad como generadora de energía, en Buenos Aires no había análisis al respecto. Por eso, desde la Facultad de Agronomía de la UNICEN indagan cuál es el crecimiento que tiene, cuál es la productividad de biomasa que genera y bajo qué condiciones de suelo y humedad crece mejor.

Hasta ahora, los estudios que se hicieron con la caña en el laboratorio fueron positivos. “Los resultados que nosotras obtuvimos son promisorios. De hecho, hicimos la comparación con el silaje de maíz y lo que encontramos es que produce valores similares de biogás. Aunque en realidad la generación de energía es un poco más baja con las cañas, tienen mayor productividad por hectárea que el maíz. Entonces, esas diferencias se compensan al final del proceso”, explica Alejandra Manzur, docente e investigadora de la Facultad de Ingeniería.

El silaje de maíz es una técnica agronómica para conservar el forraje que se utiliza para alimentar al ganado u otros animales. De esta manera, una vez que se cosecha puede estar disponible por un período de tiempo mayor al habitual sin perder calidad.

Aunque el silaje de maíz por ahora es el producto más utilizado debido a su rendimiento y cantidad de hectáreas producidas, tiene dos problemas: es caro y además tiene otros fines. Al ser una materia prima que se comercializa, es difícil controlar el precio ya que no solo depende de factores internos, sino del contexto internacional. Además, suele destinarse a la alimentación animal.

En este sentido, las científicas también estudian otras formas de producir biogás. “Se está analizando la producción de mezclas de silajes entre caña y maíz para ver si se pueden obtener mejores potenciales que usando solo uno de los dos”, destaca Córdoba.

También, las especialistas que integran el grupo de Investigación Tecnológica en Electricidad y Mecatrónica examinan las condiciones de la caña si se corta en distintos momentos del año. “Tenemos que seguir avanzando en conocer cuáles serían las mejores condiciones para obtener una máxima producción de biogás”, subraya Manzur.

¿Futura potencia?

Según afirman las especialistas, Argentina tiene un gran potencial para generar biogás. Un relevamiento realizado en 2022 por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria y la Secretaría de Agricultura de la Nación determinó que en el país funcionaban 27 plantas industriales que transformaban residuos orgánicos en energía y en un biofertilizante para el campo.

La mayoría de las plantas, que se encuentran en Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, se dedican a producir electricidad. Según el relevamiento, el 62 por ciento procesa residuos de origen agrícola-ganaderos como los estiércoles de animales y el silaje de maíz. A su vez, un informe de la Bolsa de Cereales de Córdoba destaca que la producción de biogás creció 10,5 por ciento en 2022.

Esto no se debe solamente a la búsqueda de energías renovables que sean amigables con el ambiente, sino también a una política de Estado que en 2020 avanzó en un marco regulatorio para el uso del biogás en el país e impulsó la compra de biodigestores (tanques cerrados herméticamente donde se descompone la materia orgánica para generar biogás). Aunque todavía se encuentra lejos de las grandes potencias líderes en el rubro, el país aspira a cambiar su matriz energética para reemplazar el uso de combustibles fósiles.