Al llegar en el 76 a España me encontré una operación editorial de gran calado.

Cuando aún Francia seguía manteniendo su peso intelectual, un grupo de exmaoistas encabezados por Bernard Levy abdicaban de su supuesto marxismo anterior y organizaban un nuevo campo de sentido.

Via Solzhetnizyn y su testimonio acerca de los horrores del Gulag decretaban la muerte del marxismo . O mejor dicho, establecían una conexión directa entre Marx y los campos. El 68 quedaba cuestionado en su raíz marxista y la "barbarie" formaba parte de un modo estructural del programa de la izquierda. Para los nuevos filósofos Marx, Lenin, Trosky etc encarnaban un oscurantismo contemporáneo que había que atravesar. Lo curioso es que para esta nueva derecha intelectual Lacan era "el que había dicho la verdad". Lacan constituía la palanca transformadora que permitía el pasaje de una izquierda asesina hacia un liberalismo progresista y luego posmoderno. Los lacanianos no se tomaron en serio está operación o se incorporaron sin más a la misma.

Lo cierto es que está operación tuvo, en sus distintas escalas, representantes en todas partes del occidente cultural. Y actualmente conserva su plena vigencia, ha triunfado ostensiblemente cuando vemos que los análisis que se presentan de la realidad mundial eluden siempre la premisa marxista de pensar la realidad desde las condiciones actuales del capitalismo.

Para aquellos nuevos filósofos fue una gran ventaja que las respuestas de los marxistas clásicos de los partidos de izquierda fueron débiles, negacionistas y atadas a la metafísica del Gulag.

Lo que quedó borrado en esta operación fue el núcleo emancipatorio de Marx y las posibilidades que se abrían en Lacan de pensar las irrupciones igualitarias, que aún teniendo una breve duración, encontraron un lugar en la Revolución.

La Revolución quedó cancelada y se prohibió volver a ser pensada.

Por esto es que no dejamos de ver desde el 76, desde antes de la caída del Muro, las distintas nuevas versiones de aquellos nuevos filósofos, en cierta medida triunfantes, determinantes en la batalla cultural con respecto a los marxismos que aún no dimiten frente a la dimensión emancipadora renovada ahora en su condición democrática, nacional y popular.