El salón Felipe Vallese del primer piso de la sede de la CGT porteña se llenó de niños, púberes y adolescentes de los barrios populares de la provincia, cuando fue sede del plenario de “Lxs chicxs del pueblo”, el colectivo compuesto por más de 300 organizaciones de infancia.

Participaron representantes de organizaciones e instituciones de La Plata, Berisso, Ensenada, Berazategui, La Matanza, Merlo y Moreno, entre otros distritos.

Durante la actividad, se conmemoró el plenario que, bajo el mismo título, organizara la CGT en 1988, conducido entonces por Saúl Ubaldini, del que participó también el dirigente de Judiciales, Julio Piumato. La secretaria de Derechos Humanos de la central, la dirigente judicial Maia Volcovinsky, ofició de anfitriona.

A lo largo de una tarde, militantes, educadores, y dirigentes de ese espacio, provenientes de distintas zonas geográficas de la provincia, contaron y compartieron las realidades de sus respectivos barrios, a partir del cambio de gobierno a nivel nacional en diciembre pasado, y se encontraron con gran cantidad de similitudes y temas comunes.

El plenario es la parte más visible de un proceso iniciado varias semanas atrás. En cada casa de infancia, en cada institución, se abrieron las puertas para que los vecinos y las familias en general pudieran contar sus preocupaciones, establecer prioridades y definir juntos quiénes serían sus representantes en el encuentro de la CGT, en un ejercicio de democracia directa y horizontalidad.

La falta de alimentos por parte de la nación fue uno de los temas recurrentes, justo cuando la demanda social es mayor, por la disparada inflacionaria y por la creciente recesión, que golpea primero la economía informal y las changas. Esa preocupación se sintetiza en la consigna “el hambre es un crimen”, que se utilizó también en el primer plenario, hace ya 36 años.

La retirada nacional obligó a la provincia a duplicar tanto las partidas del Servicio Alimentario Escolar, dependiente del ministerio de Desarrollo de la Comunidad, como las de asistencia social en general, aunque las políticas económicas de este gobierno golpean también las arcas provinciales. 

A la vez, motivó un reclamo de la Federación Argentina de Municipios, conducida por el matancero Fernando Espinoza, que nunca fue respondido.

A ese panorama, comienzan a sumarse las facturas de servicios, de electricidad y de gas, con aumentos de 300 y 400 por ciento, que amenazan con tumbar las precarias economías de las casas de infancia e instituciones.

Los organizadores se comprometieron a entregar a la brevedad un documento que sintetiza el contenido del plenario y las reflexiones finales, que es esperado por las cúpulas tanto de la CGT como de las dos CTA.

Gobierno cruel

“Lo común es que todos sufrimos el desfinanciamiento de este gobierno cruel. La consecuencia de esa crueldad es una profundización de la pobreza y una vulneraciòn sistemàtica de nuestros derechos”, explica la platense Daniela Tonello, de La Casita de los Pibes.

“Los pibes no pueden ir a pasar un rato a la casa de un amigo o amiga porque el valor del boleto de colectivo es prohibitivo”, ejemplifica. “O el cierre del complejo turístico de Chapadmalal. Siempre llevábamos a los pibes ahí y ahora no pudimos”.

Daniela estuvo acompañada de tres pibas, Mito (23), Marilyn (17) y Luisa (15). Ninguna de ellas había estado antes en la CGT y, menos todavía, imaginaban que tendrían que hablar ante tanta gente.

“Estaba nerviosa antes de empezar, pero en cuanto arranqué se me pasó”, cuenta Mito, que además es estudiante de “Promoción de los Derechos de Niños y Adolescentes, en el Centro de Formación Profesional que funciona en la misma institución. Las tres lucen sonrientes, conformes de haber cumplido sus obligaciones.

La conferencia de prensa final, para los periodistas acreditados, la brindaron los mismos chicos, acompañados por algunos referentes adultos. “Cuesta creer que después de 36 años el tema siga siendo el hambre”, declaró uno de ellos.

“En 1988”, recordó Claudia Bernazza, “los chicos ranchaban en las estaciones de tren, andaban descalzos, famélicos. Uno de los principales reclamos de aquella época era que se formaran organizaciones que los cuidaran y contuvieran. Lo que entonces parecía un sueño lejano, hoy existe”.

Entremezclado con ellos, se encontraba Andrés Larisgoitia, hoy secretario de Relaciones Internacionales de la CTA Autónoma y participante de aquel congreso de 1988. “Estas casas e instituciones abrazan a los pibes como si fueran sus hijos”, destacó. “Antes había pibes en la calle. Ahora hay familias enteras. Y hay más violencia”, concluyó.

El secretario de Acción Social de la CTA, Omar Giuliani, recordó que “los pibes no son de la calle porque la calle no da pibes. Detrás de un pibe en la calle hay un trabajador desocupado, una persiana baja, una fábrica cerrada, un modelo de exclusión. Por eso el movimiento obrero entiende que estos pibes son sus hijos y los abraza”.

Sobre el final, un pibe del hogar “Juntos a la par” de Ensenada, recitó una poesía y una compañera suya, bailarina, la interpretó. “Sentirnos acompañades es lo que nos hace falta/ Falta comida, falta plata/ Nuestras voces son menospreciadas/ viven creandonos cuentos de hadas, nos callan y encima nos señalan/ cuando elles son quienes corren la mirada de lo que nos pertenece/ De lo que nos hace falta y con la frente en alto decimos basta/ No importa si sos niñe, adolescente o adulte/ en comunidad creamos un futuro con más disfrute/ Unamos nuestros mundos, que ninguno quede afuera, juntos a la par, es la mejor manera”.