Desde siempre. Desde mucho antos de que fuera quien es. Desde el prehistórico grupo The Tikis y su continuación Harper’s Bizarre. Desde que, a los 23 compuso una canción escandalosa y genial titulada “The Biggest Night Of Her Life”, en la que no dice lo que todos saben que se está diciendo, Randy Newman es una de las encarnaciones más perfectas de la más norteamericana de las encrucijadas: aquella donde se encuentran la canción solitaria (sureña, en todo caso) y la pasión por el cuento corto. Por las historias exactas y concisas, con las palabras justas y confiando en que quien lee (quien escucha) sabrá completar los silencios. Y, por supuesto, cargados (las historias y las canciones y los silencios) con la ironía más cruel, con el cinismo más melancólico y, vaya a saberse por qué, con un indecible amor por sus personajes. 

  Más cerca del rhythm and blues y el zydeco que del folklore de los Apalaches (y más próximas al blues que a Bob Dylan), en las canciones de Randy Newman hay, desde siempre, algo cinematográfico: los ecos de Nueva Orleans en un jazz de bares de mala muerte; pianos descascarados (y casi afinados); los prejuicios -en “Short People”-; los yuppies –en “I Love LA”–; y, obviamente, “You’ve Got a Friend”, en Toy Story y, luego, toda la compañía de monstruos, autos humanizados, sapos y princesas. Nunca tuvo un verdadero hit. Jamás se lo incluye en las listas de los grandes artistas populares, de los mejores letristas ni, mucho menos, de los ídolos norteamericanos. Sin embargo, ya a fines de los ‘60, cuando apenas empezaba, Judy Collins, Dusty Springfield y Peggy Lee cantaban sus canciones. Y en 1970 Harry Nilsson -otro notable autor e intérprete de canciones- le dedicó todo un disco, Nilsson sings Newman. 

Algunas de sus pequeñas obras maestras fueron, en todo caso, más populares en manos de otros. El grupo Three Dog Night convirtió en éxito su “Mama Told Me Not To Come”, Ray Charles cantó “Sail Away” y otra canción del disco al que esa canción le daba título, Sail Away, de 1972, pasó casi desparcibida en su momento y tuvo su revancha cantada por Joe Cocker catorce años después –acompañando el strip tease de Kim Basinger en el film Nueve semanas y media– y a los 25 de haber sido compuesta, interpretada por Tom Jones y en otro strip tease, en la película The Full Monty.  Eventualmente, la mejor versión de “You Can Leave Your Hat On”, tal vez sea la que la gran Etta James grabó para Chess en 1974.  

  Nacido en una familia de compositores de música para cine –su tío Alfred escribió las bandas de films como La más grande historia jamás contada o Aeropuerto y otro tío, Lionel, fue acompañante de Mae West, pianista y arreglador de la Fox y ganó un Oscar por el scoring de Hello Dolly– ese es el campo en el que Randy Nwman obtuvo los mayores reconocimientos del mercado: 15 nominaciones a los Oscar, entre ellas la obtenida por la magistral música para Ragtime, el film de Milos Forman sobre la novela de Doctorow, y los premios a la mejor canción de 2002, por “If I Didn’t Have You”, de la película Monstruos S.A. y de 2011 por “We Belong Together”, de Toy Story 3.  

En su otra vida, no tan secreta, una discografía ejemplar espera por un reconocimiento mayor. Randy Newman, de 1968, y luego 12 Songs (1970) fueron el principio. Bad Love, de 1999, y Harps and Angels, de 2008, aparentemente habían cerrado el camino, sobre todo si se tiene en cuenta que, desde 2003, Newman se había dedicado él mismo a un fructífero strip tease: desnudar sus canciones en los tres volúmenes del Songbook que el sello Nonesuch acabó de publicar el año pasado. En esa especie de autorretrato minimalista Newman, que el 28 de este mes cumplirá 74 años, parecía estar despidiéndose. Ninguna historia es tan lineal. Y menos en su mundo. Cuando nadie lo esperaba apareció Dark Matter: 9 canciones que van desde una escena teatral, en “The Great Debate”, donde discuten la razón y la fe (o el fanatismo), hasta un homenaje a su admirado Sonny Boy Williamson (“Sonny Boy”, donde el personaje se lamenta por haber muerto demasiado joven, sin haber tenido tiempo de haber hecho cosas malas, y, en consecuencia, ser el único músico de blues en el paraíso), una canción dedicada a Putin, un diálogo entre Jack y Bobby Kennedy hablan del deseo de JFK de invadir Bahía de los Cochinos para rescatar a Celia Cruz, a quien creen prisionera de Castro, en “Brothers”, y alguna miniatura maestra como “Lost without You”.  Hablando de “She Chose Me”, una canción que había compuesto hace tiempo para un programa de televisión llamado Cop Rock –una mezcla bastante absurda de drama policial con números musicales–  decía: “Una de las cosas que mejor hago es componer por encargo. Lo hago fácilmente y lo hago bien. La gente puede decir de mí ‘se vende la mejor postor’. Y no es así. Ese soy yo. Si quieren una canción sobre un jardinero albano que se muda a Bulgaria, la hago. Soy un compositor de canciones profesional. Y eso está muy bien para mí.”

  En la vieja “The Biggest Night Of Her Life”, Randy Newman contaba: “Susie saldrá esta noche para la fiesta de su cumpleaños 16/ Sus zapatos son rosas, su vestido blanco y ella es algo bello para ver/ Y vos podés apostar que será la noche más grande de su vida./ Susie estará con un chico que le gusta y su nombre es Tom Van Fleet/ Los padres de Susie piensan que él está bien porque está siempre bien peinado/ Y podés apostar que será la noche más grande de su vida./ Dos chicos bailando y pasándolo bien hasta que salga el sol/ En sweater de escuela y sombrero de papel/ ¿Qué podría de haber de malo en ello?/ Susie saldrá esta noche para cumplir una promesa/ Ella pensó en eso toda la noche y estuvo demasiado excitada para dormir/ Y podés apostar que será la noche más grande de su vida.” Tantos años después canta, cerrando un nuevo disco, “Espero que esté caliente, espero que esté seco, y que ese ojo desconocido sea un ojo amigable”. Un padre ha relatado la historia de su hijo menor, “el joven maravilla”. Sus hazañas a los cinco años. Pero el hijo ya no es un niño sino alguien sin hogar del que nada sabe: “¿Dónde está mi joven maravilla esta noche?/ ¿Dónde está mi joven maravilla?/ Si lo ven díganle/ que todo está bien/ Llévenlo a la luz/ ¿Dónde está mi joven maravilla?”. La vida, la tristeza, las noches extraordinarias, las más desdichadas. Randy Newman parece tener una canción para todo. Y lo ha hecho otra vez.