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Los clubes cordobeses atraviesan la crisis más grave de su historia

Lejos del esplendor que supieron tener, en los equipos de la provincia sólo se habla de quiebras, deudas, inhibiciones y problemas.

A fines de los ’70 y principios de los ’80, los equipos cordobeses desembarcaron en los certámenes oficiales de la AFA y, dotados de grandes jugadores, parecían dispuestos a disputar la hegemonía de los clubes grandes de Buenos Aires. Pero el actual panorama que presenta el fútbol de la provincia mediterránea contrasta duramente con aquel pasado de esplendor. Talleres atraviesa una quiebra sospechosa con varios intereses en juego; Belgrano, gerenciado y en la misma situación, no consigue refuerzos; Instituto, el único que se mantiene en la Primera División, está en concurso de acreedores y no logró conformar un plantel con 22 jugadores para conservar la categoría. Incluso su entrenador, Luis Garisto, reconoció que evitar el descenso será una tarea “muy difícil” de conseguir.
Pese a obtener el tercer el puesto en el Clausura 2004, Talleres, por su bajo promedio, se vio obligado a jugar un promoción frente a Argentinos, en la cual perdió la categoría. El descenso hizo emerger un dura crisis económica e institucional y, tras una magra campaña en el Apertura de la B Nacional, el club pidió su propia quiebra a fines del 2004 y fue intervenido por un triunvirato designado por la Justicia, tal como lo indica la Ley de Fideicomiso de las entidades deportivas. Tras la intervención judicial, a cargo del juez Carlos Tale, se formó un grupo de socios notables, congregados bajo el propósito de aportar capital para que la entidad pueda adquirir jugadores. Este grupo, según dicen sus integrantes, cuenta con el respaldo de los empresarios Aldo y Rodolfo Roggio, que integran un grupo de fuerte arraigo en Córdoba y en la Patagonia.
Lo llamativo es que algunos de estos “notables” son dirigentes que pidieron la quiebra de la institución que ahora quieren ayudar. Tal es el caso del ex presidente Miguel Srur. ¿Pero por qué no pusieron plata para evitar que el club se declare en quiebra? Según Srur, no lo hicieron antes porque Talleres era como “un barril sin fondo donde no se sabía dónde iba la plata. Ahora interviene un juez y las cosas están más claras”, expresó el dirigente. Lo cierto es que con el aporte de capital de estos socios el club le pudo pagar al plantel la deuda que arrastraba desde año pasado. Además prometieron reforzar el plantel con la intención de que Talleres pelee el ascenso.
Sin embargo, estos aportes de capital no pudieron disimular un conflicto con los fideicomisarios. José Preve, uno de los componentes del triunvirato, advirtió que el club está en deuda y que no puede seguir recibiendo capitales en concepto de préstamo porque la Ley de Quiebras lo prohíbe. La sospecha instalada en el ambiente era que este grupo de socios pretendía manejar al club con un gerenciamiento encubierto que les permitiese vender y comprar jugadores utilizando a Talleres como una vidriera. En definitiva, se produjo un cortocircuito con los “notables” y la crisis se profundizó. Los refuerzos no llegaron y la entidad se vio obligada a realizar una fuerte reducción en el presupuesto del fútbol profesional. Se impuso una rebaja salarial del 30 por ciento al plantel y los jugadores Rodrigo Astudillo, Mauricio Hanuch, Carlos Bértola y Darío Capogrosso decidieron dejar Talleres, en disconformidad con la medida.
Los cuatro jugadores llevaron la cuestión a la AFA, que intimó al club a pagarles la totalidad de los contratos; de lo contrario será inhibido y no podrá realizar incorporaciones. Pero según allegados a la entidad que conduce los destinos del fútbol argentino, Julio Grondona estaría muy disgustado con los directivos de la institución cordobesa y habría decidido “bajarles el pulgar”. El club le debe a la AFA seis millones de pesos que ahora forman parte de la quiebra.
El secretario general de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA), Sergio Marchi, abrió en los últimos días otro frente de conflicto para el triunvirato. Durante un reunión que mantuvo con el fideicomisario Sarrá, el gremialista le adelantó que el sindicato está también dispuesto a inhibir a Talleres. En tanto que la dupla técnica integrada por DanielWillington y José Trignani amenazó con renunciar si no llegan las incorporaciones.
Belgrano es otra de la instituciones que se encuentra en quiebra desde el 2001, cuando descendió a la B Nacional. Pero la institución está en una situación más ordenada que la de su clásico rival. El club de barrio Alberdi es manejado actualmente por la empresa Córdoba Celeste, cuya propiedad corresponde a los hermanos Alejandro y Carlos Manzanares. Si bien este emprendimiento empresarial consiguió que el fútbol profesional de Belgrano no arrojara pérdidas significativas, el club no pudo sumar refuerzos con el propósito de armar un equipo competitivo para retornar a Primera.
Racing es otro club que es manejado por una empresa, que tiene una curiosa particularidad: su gerenciador es Jorge Petrone, quien fue presidente del club antes de que se declarara el concurso preventivo de acreedores en el cual se encuentra la entidad de Nueva Italia. La empresa que conduce Petrone se denomina Fútbol Diez y también maneja el fútbol profesional de Universitario, que milita en el Torneo Argentino B. La situación no está mejor en Instituto. También concursado, el club adquirió un solo refuerzo de jerarquía: el delantero uruguayo Josemir Lujambio. Claro que no consiguió armar entre todos sus jugadores dos equipos de fútbol cuando partió de pretemporada a Necochea. Con el promedio más bajo de la Primera División, Luis Garisto, entrenador del club de Alta Córdoba, reconoció días atrás lo duro que será conservar la categoría. “La verdad es que tuvimos pocos refuerzos. Va ser muy duro pelear el descenso con un plantel tan reducido. Si estos jugadores lo consiguen, se van a merecer un premio”, señaló el técnico.

Informe: Leonardo Castillo.

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Talleres es el ejemplo del desorden institucional.
 
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