ECONOMíA › OPINION

Barro

 Por Marcelo Zlotogwiazda

Como todos los meses desde comienzos del año pasado, hoy el IndeK va a difundir unos datos de inflación nada confiables. Los trascendidos de anoche ubicaban el aumento en los precios al consumidor de febrero bien por debajo del 0,5 por ciento.

Además de la escasa credibilidad que de por sí genera mes a mes la inflación oficial, hay por lo menos tres formas de fundamentar que otra vez hubo manoseo. La medición privada más abarcativa es la de la consultora Ecolatina, que replica la canasta del Indec relevando 21.500 precios en algo más de 500 establecimientos. Febrero le dio 1,2 por ciento, con un incremento en Alimentos del 2,2 por ciento. El acumulado de los últimos doce meses es del 22 por ciento, no muy lejos del triple que lo que registra el IndeK.

Por su parte, las mediciones del ingenioso y kirchnerista Artemio López de la misma canasta básica de alimentos (CBA) del Indec arrojan en la última semana de febrero un alza mayor del 4 por ciento, retomando una racha de tres semanas de aumento acumulado del 3 por ciento que fue interrumpida por una muy leve caída en la tercera. Desde que Artemio comenzó a principios de julio a controlar a Guillermo Moreno encuestando 1500 precios en 300 comercios, la CBA subió más del 17 por ciento.

En tercer lugar, el aumento del 38,6 por ciento en la recaudación de IVA entre febrero de 2008 e igual mes del año pasado anunciado el lunes por la AFIP no puede ser explicado sin atribuirle no menos de 20 puntos a la inflación, dado que el crecimiento en las cantidades consumidas y la eventual mejora en la eficiencia del organismo explican en el mejor de los casos 15-17 puntos porcentuales; el resto es, inexorablemente, una cuestión de precios más altos.

El desaguisado del Indek con el índice de precios ya ha contagiado desconfianza a otras mediciones oficiales. Para ejemplificar con una variable crucial, se van sumando los economistas que razonan lo siguiente respecto del crecimiento del Producto Bruto: si la inflación oficial es inferior a la verdadera, el deflactor que se usa para poder comparar cantidades producidas a precios constantes (de manera de medir aumento real de producción) está sobreestimando el crecimiento de la economía.

A todo esto, desde que el Gobierno embarró la cancha del Indec, no hace otra cosa que acelerar en falso y empantanarse cada día un poco más.

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