ECONOMíA › EL FANTASMA DE SHYLOCK RECORRE EUROPA

Los delirios del GCAB

 Por Claudio Scaletta

El GCAB, el autodenominado Comité Global de Acreedores de la Argentina, comenzó esta semana su road show “anticanje”. La presentación llamó la atención de los analistas internacionales por su falta de sustento técnico. Los bonistas que ayer escucharon en Suiza al lobbista italiano Nicola Stock se enteraron que la Argentina es realmente un país mucho más rico de lo que dice ser. El ocultamiento de su riqueza no sería más que una de las tantas pruebas de su inconmensurable mala fe. Sin embargo, el rechazo decidido de los bonistas de todo el mundo puede poner fin a tanta ignominia. Un préstamo por 3000 millones de dólares del tan invocado como criticado FMI, con destino directo a los acreedores privados, sería un buen antídoto contra la mala fe. La fe buena, en cambio, tiene precio: pagos anuales por 7200 millones de dólares, en efectivo por 6000 y reconocimiento de intereses vencidos por 26.000 millones. Estos son apenas algunos de los números de la contrapropuesta “sustentable”, sin análisis de sustentabilidad, del GCAB.
Una de las críticas que recibió el análisis de sustentabilidad del canje de deuda que Argentina presentó al mundo fue que el país se obliga por al menos una década a superávit fiscales y crecimiento del PIB demasiado altos en comparación con los antecedentes históricos. El efecto de estas obligaciones a mediano plazo es que el problema de la deuda no será resuelto, sino, una vez más, apenas postergado. Lejos de estas críticas, los lobbistas del GCAB, que apuestan al fracaso de la reestructuración, sostienen que Argentina puede más que duplicar el valor de su oferta actual y casi triplicar sus pagos anuales.
Sin embargo, para los especialistas familiarizados en los procesos de reestructuración de deudas soberanas, las demandas del GCAB no son más que una suma de afirmaciones carentes de respaldo técnico. Según dijo a Página/12 un importante analista que trabajó de manera directa en anteriores reestructuraciones, entre ellas el megacanje de 2001, y que actualmente se desempeña en el sector privado, la contrapropuesta del Comite “no dice cómo se financian los pagos y carece de asidero histórico, no es más que un conjunto de números sueltos tirados al aire”. Al momento de explicar por qué una organización de las dimensiones que dice tener el GCAB realiza una presentación de escaso sustento, sostuvo que “es sólo una presentación política. Si representase a todos quienes dice representar, el canje estaría condenado al fracaso antes de comenzar”.
En rigor, cuando se analiza la presentación de ayer en Suiza, lo primero que llama la atención es la manera en que el GCAB se autoasigna ser “el mayor representante global de bonistas”. Por ejemplo, uno de sus socios fundadores, la Task Force Argentina que conduce el propio Stock, un sello creado por la Asociación Bancaria Italiana, dice tener el respaldo de 420 mil pequeños ahorristas con títulos por 14.500 millones de dólares. Esto es, todos los tenedores italianos. El mismo trámite se repite con los atomizados acreedores japoneses que, siempre según la presentación, estarían casi todos representados por Banco de Tokyo-Mitsubushi. La vocación aditiva no se detiene allí y sigue en la misma línea con los tenedores alemanes, suizos y estadounidenses.
Según el GCAB, los acreedores que no acepten el canje “no perderán sus derechos” porque podrán eventualmente acceder a una nueva oferta u optar por la vía legal, la que puede llevar a “capturar activos allí donde estén disponibles”, algo que hasta ahora ningún juicio ha logrado. Además, y éste parece ser el leitmotiv de toda la presentación, “Argentina puede pagar más”. El país obtuvo en 2004 ingresos fiscales por 36 mil millones de dólares y, si sigue el ejemplo de “economías emergentes similares”, podría destinar al pago de su deuda el 20 por ciento de esos ingresos. Así, los pagos podrían llegar a los 7200 millones anuales contra los 4300 implicados en la oferta actual. Se destaca también que el superávit fiscal del 2004 habría llegado al 5 por ciento del PIB. El mantenimiento delesfuerzo en el tiempo “representaría un significativo valor para los bonistas”.
El ejercicio financiero del GCAB termina aquí.
Lo notable es que a pesar de congelar en el tiempo resultados extraordinarios, propios de una situación de rebote de la economía real tras el bajón de la crisis y de la excepcionalidad en los precios internacionales de las commodities, los pagos que se demandan a continuación son aún mayores. La diapositiva que ayer en Zurich y Ginebra siguió a la inmensa capacidad de pago de la Argentina debe haber despertado la codicia de la platea. Reclamaba pagos anuales, sólo para la deuda reestructurada, de 3000 millones de dólares hasta 2008 y recurrir a los mercados de capitales a partir de 2009. Dadas las reservas internacionales de 20.000 millones de dólares, también se pedía un pago en efectivo de 6000 millones de dólares. El toque adicional que permitiría elevar el valor presente neto de la propuesta del 26 al 55,2 por ciento era la inclusión de intereses vencidos por 26.000 millones de dólares. Sin duda, Shylock hubiese estado de acuerdo.

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