ECONOMíA › EMPRESAS Y RESIDENCIALES NO RESPONDEN A LOS PLANES DE ECONOMIZAR

Ahorrar energía no le gusta a nadie

 Por Cledis Candelaresi

Una reciente inspección sobre las grandes industrias forzadas a reducir su consumo un 45 por ciento en el horario de veda sorprendió a la fábrica de envases de aerosoles Compaer hurtando la mitad de la energía a través de una conexión clandestina. La anécdota de algún modo ilustra el fracaso de una de las dos fallidas propuestas oficiales para evitar la crisis, en este caso, del Plan Energía Plus, que obliga a los grandes usuarios a conseguir fuera de los canales habituales y al precio que pueda los kilowatios que demanden por encima de los requeridos en el 2005. El mismo frustrado intento tuvo lugar con el Puree, que pretendió estimular el ahorro a través de una modesta penalización: en mayo la demanda de luz fue record y la de los domicilios subió un 15 por ciento, más que la de cualquier otro segmento.

Fueron los dos intentos de la Secretaría de Energía para alivianar la demanda de electricidad y evitar situaciones de carencia evidente como la que días atrás obligó a Cammesa, la administradora del mercado mayorista eléctrico, a ordenar una drástica reducción del consumo de grandes usuarios entre las 16 y las 24 horas. De no hacerlo, las empresas transgresoras están sujetas a una multa de 3000 pesos por cada mega que consuman por encima de la pauta, contra los 57 pesos que vale esa misma unidad fuera de la penalización.

A falta de medidores para los 4800 usuarios de esta categoría, las distribuidoras monitorean el consumo con inspecciones. En el ejercicio de ese poder de policía –que en breve podría extenderse al corte de suministro– a quienes no observen la orden de gastar menos, Edenor se sorprendió con aquel hallazgo en la fábrica de aerosoles puntana Compaer, que apeló a una vía informal para conseguir toda la electricidad requerida para sostener su nivel de producción. La próspera industria “colgada” terminó denunciada en la Justicia, no ya por violar el ahorro impuesto por Planificación sino por el hurto liso y llano.

Aplicar un esquema de restricción para una etapa de emergencia como la actual es un recurso previsto por la resolución de la Secretaría de Energía 1281, la misma que ya habilitó el Plan Plus para esos grandes usuarios. Si éstos requieren más electricidad que la consumida durante el 2005, deben autogenerársela o comprarla donde y al valor que puedan. El programa, hasta ahora, no gana muchos adeptos, en particular porque encarece drásticamente el costo del insumo energético.

Según se lamentan las industrias, si alguna tiene la fortuna de conseguir energía adicional en el mercado debe pagar por ella un precio exorbitante. Autogenerársela tampoco es tarea fácil, especialmente si se busca cómo alimentar los generadores propios: falta gas y los carburantes alternativos son mucho más caros e igualmente escasos. Hay industrias que acusan a las refinadoras de no entregar fueloil, cuyo precio se duplicó en pocas semanas. Algo parecido con lo que había ocurrido con el GLP.

Tan incómoda es la situación que algunas industrias están pensando en resistir ese régimen por la vía legal, aunque esta salida no le resuelva la cuestión operativa de no tener la energía que necesitan para fabricar. Según algunos consultores del área, aquella resolución oficial podría cuestionarse por “discriminatoria” y “atentatoria de la libre competencia”, básicamente porque impone condiciones más gravosas a las nuevas industrias o a las que estén en expansión.

Claro que a juzgar por las estadísticas, ese boom productivo es generalizado. Según los números de Cammesa y Adeera (la asociación de distribuidores), en mayo se registró un record de demanda, que promedió una suba del 8,1 por ciento para todos los usuarios. Un valor que está siendo superado en lo que va de junio y que podría haber sido mayor si no fuese por los cortes que sufrieron los grandes consumidores. Esto podría explicarse por la bonanza económica: más demanda de la industria que produce, de los comercios que venden y de las casas que disponen de más confort, gracias a la recomposición de ingresos. Pero también por lo que apuntan las empresas interesadas y consultores vinculados al sector privado: con una tarifa relativamente baja, de 4 centavos el kilowatt para casas de familia, no se alienta el ahorro.

Quizás una pista al respecto la ofrece el fracaso del Puree. El programa oficial de ahorro de energía que penaliza a los usuarios que demanden más electricidad que la utilizada en el 2003 y beneficia con un descuento a quienes requieran menos. El mix de tarifa congelada para domicilios y una multa muy modesta hizo que el número de “castigados” supere cómodamente al de “premiados”, como si a los usuarios les resultara totalmente indiferente la pena. Según los últimos registros, el 67 por ciento de los usuarios de Edenor, Edesur y Edelap eligió la multa antes que apagar el interruptor.

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