ECONOMíA › OPINION

Stiglitz, el economista más famoso

 Por Michael Cohen*

En los últimos cinco años, el profesor Joseph Stiglitz se convirtió en el economista más famoso del mundo. Se puede decir que Alan Greenspan es más poderoso, pero Stiglitz ganó una audiencia mucho más allá del universo de los economistas académicos, en el que se ganó el Premio Nobel, y de los círculos que elaboran y piensan políticas económicas en Washington, en el que fue director del Consejo de Asesores Económicos del presidente Bill Clinton. Sus frecuentes columnas sobre política económica son leídas por millones de personas en todo el mundo.
Su libro El malestar en la globalización provee la más fuerte e informada crítica al rol de las instituciones financieras internacionales en las crisis económicas de los países en desarrollo. Es un best-seller en varios idiomas y se usa como texto en varios países.
El interés de Stiglitz por Argentina, país que visitó varias veces, es de larga data. En 2002 habló en la New School de Nueva York sobre las lecciones de la experiencia argentina y dijo que el Norte, representado por el FMI, le pedía a Argentina que siguiera políticas contradictorias, que los mismos países del Norte habían abandonado hacía años, cuando enfrentaron recesiones. Para él, esas recomendaciones eran equivocadas e hipócritas. Stiglitz es miembro del Comité Asesor del Observatorio Argentino y va a participar en el simposio sobre “Etica y deuda: reflexiones sobre la experiencia argentina”, que se realizará en Nueva York el 13 de septiembre.
En este momento, Stiglitz es el crítico más destacado de las políticas económicas neoliberales en el Hemisferio Norte. Su apoyo a las políticas del gobierno argentino puede ser muy importante en el ambiente internacional. Los círculos financieros norteamericanos y europeos siguen criticando el default argentino, la negociación con los bonistas –aun cuando el 75 por ciento aceptaron la propuesta argentina– y los esfuerzos del Gobierno en desarrollar una estrategia menos dependiente de instituciones externas sensibles a las presiones políticas del Hemisferio Norte. La mayoría de los analistas internacionales admite a regañadientes su respeto por la manera en que Kirchner y Lavagna manejaron la negociación por los bonos, aunque en público critiquen las consecuencias para sus clientes. Por eso es que el apoyo de Stiglitz resulta importante, para demostrar que nada menos que un Premio Nobel –y el economista más famoso del mundo– piensa que la estrategia del Gobierno de priorizar el bienestar de su pueblo antes que los intereses de los bonistas y las instituciones financieras tiene un fuerte sustento.

* Director del Observatorio Argentino de la New School University de Nueva York.

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