EL MUNDO › ASESINARON AL REHEN BRITANICO KEN BIGLEY EN IRAK

Una decapitación dedicada a Blair

Por Cahal Milmo *

Si el destino no hubiera intervenido, Ken Bigley hoy estaría disfrutando de una vida tranquila en una zona rural de Tailandia con su esposa. Tenía planeado jubilarse hace una semana. Su familia rogó de manera calma y digna a los secuestradores hasta el final. Por 22 días la familia de Ken Bigley batalló sin cesar a través de los medios y por todos los canales democráticos para llegar a su objetivo: un improbable final feliz. Ayer Paul Bigley tenía esperanzas de que su hermano mayor fuera entregado por los asesinos a un grupo de gangsters dispuestos a aceptar un rescate. Poco después, esa pequeña esperanza se apagó. Un conductor del canal Abu Dhubi citó a “fuentes informadas” que decían que después de tres semanas de cautiverio, el ingeniero civil de 62 años había sido asesinado.
Se confirmó que Bigley murió el jueves por la noche en una ciudad sunnita al sudoeste de Bagdad. Aparentemente, el gobierno británico se enteró ayer. La pesadilla que puso a esta familia común y corriente de Liverpool en el centro del mundo –y al primer ministro bajo la más fuerte presión personal de su mandato– concluyó con dos minutos de video. En la grabación, en ese ya familiar formato digital granuloso, seis secuestradores encapuchados del grupo Tawhid wal Jihad (Unificación y Guerra Santa) estaban parados alrededor de Bigley, arrodillado en el piso. Tenía puesto un mameluco naranja, el mismo que vestía la semana pasada cuando hizo un pedido desesperado de 11 minutos a Tony Blair por su vida. Esta vez el pedido iba dirigido a sus captores, liderados por el extremista jordano Abu Mussab al Zarqaui. Uno de ellos habló por un minuto. Con la misma retórica de los hombres que gustan llamarse a sí mismos “Soldados de Dios”, el secuestrador anunció su plan de llevar a cabo “la sentencia de ejecución contra su rehén”. Sacó un cuchillo para decapitar a su rehén mientras los otros tres lo sostenían.
Culpando al gobierno británico, el hombre que sacó el cuchillo dijo que el asesinato era porque Londres “hizo caso omiso a nuestras demandas” de liberación de las mujeres iraquíes de las prisiones controladas por los norteamericanos. Sin embargo, funcionarios en Londres y Bagdad dijeron que sólo había dos mujeres en custodia y que no estaban en las cárceles mencionadas. La Cancillería británica dijo estar asombrada por la demanda. Hace dos semanas fueron colgados en Internet videos con el asesinato de los dos norteamericanos secuestrados junto a Bigley.
En la última semana hubo esperanzas de que Bigley pudiera salir vivo. Irlanda le otorgó un pasaporte –su madre es irlandesa– con la esperanza de que la neutralidad del país les diera a sus captores un incentivo para liberarlo. Pero se demostró que Al Zarqaui y su grupo nunca estuvieron dispuestos a oír a nadie, ni el pedido de su madre, ni a la delegación de musulmanes británicos que viajó a Bagdad, ni el pedido de figuras como Yasser Arafat, Gerry Adams y Muamar Kadafi.
Blair expresó su “total repulsa” por la “barbarie” de la decapitación de Bigley en Irak y “el modo en que jugaron con la situación durante las pasadas semanas”. Philip Bigley dijo anoche que creía que el gobierno había hecho todo lo posible para salvar a su hermano. Pero Paul Bigley dijo: “Hicimos todo lo que pudimos, pero no fue suficiente. Siempre creeré que hay un hombre que podría haber hecho más. Pero no lo hizo. Blair tiene sus manos ensangrentadas”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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