EL MUNDO › EL CONGRESO DE EE.UU. REVISA LOS GASTOS EN IRAK

Los fríos números de la guerra

 Por Yolanda Monge *
Desde Washington

Eran 363 toneladas de dinero en metálico enviadas a Irak en vuelos periódicos en aviones de transporte C-130 Hércules entre mayo de 2003 y junio de 2004. O lo que es lo mismo: 12.000 millones de dólares, de los que no hay rastro. Otro titular más: la mayor transferencia de dinero en efectivo realizada por la Reserva Federal en toda su historia. Y otro: el dinero “perdido” durante el primer año de ocupación sirvió para financiar al enemigo de Estados Unidos en Irak: la insurgencia y las milicias.

El nuevo Congreso demócrata ha abierto la caja de los truenos y esta semana ha comenzado a investigar cómo se pueden “despistar” 12.000 millones de dólares. Si la guerra de Irak no provocaba bastante controversia, se acaba de iniciar un nuevo episodio, y quizá uno de los más escandalosos: el despilfarro de un dinero que ni siquiera pertenecía a las arcas del Tesoro estadounidense, pues cada centavo del dinero desaparecido pertenecía a fondos iraquíes, ya fueran millones de dólares procedentes del programa de la ONU de Petróleo por Alimentos o de los activos iraquíes congelados en bancos norteamericanos desde la invasión de Kuwait nada más comenzar los ’90.

Esta semana el Comité de Supervisión y Reforma Gubernamental del Congreso ha tenido cuatro sesiones y la investigación total sobre el fraude durará dos largos años. Para Stuart Bowen, el inspector especial que el Congreso envió a supervisar la reconstrucción de Irak, el gobierno norteamericano no estableció “los suficientes controles administrativos, financieros y contractuales para asegurarse de que el dinero se gastaba de forma transparente”. Total opacidad. Ocho mil ochocientos millones de dólares en billetes de cien fueron desviados a los diferentes ministerios iraquíes, totalmente ajenos a la práctica democrática y al hábito de justificar sus gastos, y en plena guerra.

Ese dinero no se empleó en la reconstrucción. Según el Comité, la administración norteamericana en Irak “usó una gran parte de dinero para pagar los salarios de empleados fantasma”. En teoría, de ahí deberían haber salido sueldos para funcionarios, que ayudarían a revitalizar la economía. Pero los nuevos ministerios iraquíes no contrataron a nadie. De las 8206 nóminas que había declaradas, sólo se han confirmado 602.

Entre las historias que han salido a la luz: un contratista privado recibió dos millones de dólares en un sobre lleno de billetes arrugados. Un oficial recibió seis millones de dólares con la orden de gastárselos en menos de una semana, antes de que tomara posesión el nuevo gobierno iraquí. Y es entonces cuando llega el dato más doloroso para una opinión pública que ve cómo cada día aumenta el número de bajas militares, porque el dinero al fin y al cabo no era del resignado contribuyente. El comité de la Cámara de Representantes que investiga el caso ha concluido que cada dólar pudo acabar en manos de los insurgentes.

Hasta ahora, tres ex oficiales del ejército americano y dos civiles han sido detenidos. Se los acusa de apropiarse de 3,6 millones de dólares que iban a ser destinados a la reconstrucción del país y comprar con ellos coches de lujo y joyas. Los demócratas se preguntan cómo, después de este desaguisado, Bush les pide su beneplácito para enviar más de mil millones de dólares a Irak procedentes de las arcas nacionales. The New York Times editorializaba e ironizaba el miércoles sobre el peso de la iniciativa privada en la reconstrucción de Irak: “Los Estados Unidos se están convirtiendo en el gobierno de los contratistas, por los contratistas y para los contratistas”.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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