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Uribe bajó el tono a la pelea con los mediadores

Después de cerrarles la puerta a futuras iniciativas internacionales tras el fracasado rescate de rehenes de las FARC, Bogotá anunció que el rechazo se limita a gestiones que generen un show mediático.

El gobierno colombiano bajó el tono del anuncio que hizo el lunes, por el cual rechazaba nuevas misiones humanitarias internacionales para rescatar rehenes en poder de la guerrilla de las FARC. A través del Alto Comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, Bogotá volvió a abrir la puerta al apoyo extranjero, pero a condición de que se evite un “show”, el calificativo usado por voceros del gobierno colombiano para describir el último intento frustrado de liberación de rehenes encabezado por el ex presidente argentino Néstor Kirchner. El lunes el canciller Fernando Araújo había dicho que Colombia no permitiría más misiones internacionales para mediar con las FARC.

Ayer, mientras Restrepo relativizaba el rechazo a las mediaciones internacionales, la misión de la OEA en Colombia y la Iglesia de ese país salieron a apoyar las anteriores declaraciones del canciller. Mientras tanto, el ejército capturó a dirigentes de las FARC y el ELN, y la primera guerrilla ratificó su disposición a liberar a Clara Rojas y Consuelo González.

Las declaraciones del canciller habían despertado críticas en Argentina, Brasil y Ecuador, países que participaron de la última comisión humanitaria. Ayer Restrepo aseguró que el ejecutivo no descarta la ayuda extranjera como vía para el regreso de los secuestrados, pero puso condiciones. “Para que cualquier acción humanitaria se adelante de manera exitosa es necesaria la confianza y respeto hacia el gobierno colombiano, discreción y permanente comunicación con nosotros”, señaló en una conferencia de prensa desde la casa presidencial.

En tanto, dijo, el gobierno deposita sus expectativas en el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), un organismo que participó meses atrás en la entrega de los cuerpos de 11 legisladores que estaban en manos de las FARC y de la frustrada liberación de los tres secuestrados el 31 de diciembre. “El CICR tiene unos protocolos muy claros que ya se han puesto en marcha en ocasiones anteriores y nos generan total confianza”, apuntó Restrepo. El comisionado ratificó el visto bueno del gobierno para que las FARC, como habían prometido, entreguen a Clara Rojas y Consuelo González al presidente venezolano Hugo Chávez. “Reiteramos que brindaremos todas las garantías”, dijo.

Veinticuatro horas después de tratar de ignorantes a los miembros de la comisión organizada por Chávez, ayer el gobierno colombiano envió una señal de paz a Caracas. “Hay unos canales abiertos hacia el gobierno de Venezuela”, sostuvo Restrepo, designado por Uribe como su representante en la fallida misión de diciembre.

Restrepo no fue el único funcionario que matizó la conveniencia de misiones internacionales. El ministro de Interior, Carlos Holguín, el mismo que el lunes había echado por la borda las misiones humanitarias, cambió ayer el tono de sus declaraciones. “Si quieren hacer gestiones ciertas y eficaces, conocidas por el gobierno, sin montar espectáculos, crear expectativas y darle posicionamiento político a las FARC, y para efectivamente recuperar a los secuestrados, pues eso está bien hecho y bienvenido”, señaló ayer a Página 12. “Lo que no se quiere es el show”, añadió.

Por su parte, en un mensaje dirigido a la insurgencia y a Venezuela, la OEA criticó la última mediación internacional. “La OEA cree en la serenidad y madurez de Colombia”, dijo el delegado de esa organización en Bogotá, Sergio Caramagna. “Los hechos que ocurrieron durante el fin de año hablan por sí mismos”, agregó. La Conferencia Episcopal de Colombia no se quedó atrás. “Me parece que está bien que en principio se le baje el volumen a todo eso –dijo el obispo Fabián Marulanda (sin parentesco con el jefe de las FARC)–. Los países amigos pueden ayudar pero para exigir a las FARC la libertad de los secuestrados.”

Mientras tanto, en el frente militar, Bogotá anunció la captura de dos líderes guerrilleros, uno de la FARC y otro del ELN, otro grupo guerrillero, actualmente en proceso de desarme. Uno es Esder Pineda, alias Coloreto, uno de los principales encargados de las finanzas de las FARC. El otro es Carlos Marín Guarín, conocido como “Pablito”, el cuarto jefe militar de los siete que tiene el ELN, a quien el gobierno responsabiliza de oponerse a las gestiones de paz que esa guerrilla sostiene con Bogotá desde 2005 en Cuba y que actualmente están en receso.

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El Alto Comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, se mostró conciliador.
 
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