EL MUNDO › OPINION

Puñalada por la espalda

 Por Claudio Uriarte

Lo que llama la atención en la guerra entre el terrorismo separatista checheno y Rusia es la ambigüedad del rol desempeñado por Estados Unidos, que teóricamente también se encuentra en guerra con un terrorismo de raíces fundamentalistas islámicas como el de Chechenia. Georgia, la ex república soviética que limita con el sur de Chechenia, Ingushetia y Osetia del Norte, es un virtual protectorado militar norteamericano, pero también el principal santuario de los terroristas chechenos, que tienen su base en una zona conocida como el desfiladero de Pankisi. A su vez, Georgia tiene dentro de sus teóricas fronteras dos regiones rusófonas rebeldes –Abjasia y Osetia del Sur– que están ocupadas por fuerzas rusas. Nunca, en ninguna declaración oficial norteamericana sobre la región, apareció mención alguna del santuario terrorista checheno en Pankisi y sí, muchas veces, de la necesidad de que las tropas rusas dejen Abjasia y Osetia del Sur. Por eso, las guerras antiterroristas de Washington y de Moscú son menos similares de lo que parecen (aunque la brutal toma de rehenes en Beslán tienda a ayudar a George W. Bush de cara a las elecciones dentro de 60 días, en las que él se presenta como el presidente de la guerra antiterrorista en un mundo cada vez más peligroso).
Del previsible mensaje a la nación de Vladimir Putin ayer, se destacan estas frases: “Algunos quieren sacarnos un pedazo de piel fresca... otros los están ayudando, dando por sentado que Rusia, siendo una de las potencias nucleares más grandes del mundo, todavía representa una amenaza para ellos, y que la amenaza debe ser eliminada. El terrorismo es un instrumento para lograr esos objetivos”. Desde luego, en la mención a esos “otros” sólo puede leerse a Estados Unidos, con que en un momento la ex Unión Soviética tuvo paridad de fuerzas nucleares. También son llamativos los reiterados intentos de Putin en el pasado y ahora por cuadrar su guerra de Chechenia en la guerra antiterrorista de EE.UU., recibidos con frialdad por el Pentágono.
Puede que Washington, especialmente en una administración policéntrica como ésta, tenga varias políticas descoordinadas entre sí para el Cáucaso. O puede (más probablemente) que Washington esté desarrollando una versión cínica e irresponsable del viejo “Gran Juego” de la época de Kipling, y esté permitiendo la acción de los chechenos para mantener a Rusia en la cuerda floja y así hacer su propio negocio con las reservas petroleras del Mar Caspio. En la guerra antiterrorista, algunos son menos terroristas que otros.

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