EL PAíS › LA MUERTE DE DOS CHICOS ACCIDENTADOS EN UNA MOTO DERIVó EN UNA PUEBLADA Y LA QUEMA DE LA MUNICIPALIDAD

Cuando las tensiones incendiaron Baradero

Dos chicos que viajaban en moto colisionaron con una camioneta de inspectores de tránsito. La gente denunció que los estaban persiguiendo para sancionarlos. Después se desató una pueblada, quemaron la camioneta, la Intendencia y varios edificios.

 Por Horacio Cecchi

A las 6 de la mañana, la ciudad de Baradero, en el norte bonaerense, se transformó en una sumatoria de absurdos previsibles. Una parejita de adolescentes, de 16 años, que viajaba en una Gilera y sin casco, colisionó contra una camioneta Ford F-100 del cuerpo de inspectores de tránsito de la Municipalidad. La chica, Giuliana Giménez, murió en el acto. El chico, Miguel Portugal, falleció cuando llegaba al hospital. Las primeras versiones denunciaban que la moto era perseguida por los inspectores que intentaban sancionar a los chicos porque no llevaban casco. Las versiones fueron cargadas sobre los hombros de una pueblada, con motivaciones difíciles de discernir, pero que terminó con el incendio casi total de la Municipalidad y el ataque a otros edificios. Entre los absurdos a contabilizar figura la destrucción de la principal prueba para encontrar la demandada justicia: la camioneta municipal fue completamente incendiada y los bomberos, impedidos de acceder al lugar luego. Fuentes judiciales confiaron a este diario que, absurdamente, hasta ayer los únicos testigos presenciales presentados a declarar desmentían la persecución. La causa, por el momento, fue considerada como un doble homicidio culposo, con responsable(s) a definir recién cuando surjan otras pruebas que hayan sobrevivido a su reclamo. Los inspectores fueron demorados y liberados. A última hora, los concejales de la oposición intimaban al intendente a tomar medidas o a renunciar (ver aparte).

Durante la mañana de ayer, alrededor de las 6, la esquina de las calles Gallo y Anchorena fue escenario de una tragedia que terminó en pueblada, muchedumbre o grupo enardecido, según el punto de vista de quien lo narre. Miguel había pasado a buscar a Giuliana por su casa el sábado, con su motito Gilera. De allí fueron al cumpleaños de una amiga, una fiesta de disfraces, de donde luego, según el relato de sus compañeros, pasó a dejar la moto en la casa de un amigo, fueron a un boliche y ya pasada la madrugada volvieron a la casa del amigo en busca de la Gilera. Ya montados sobre ella, Miguel apuntó hacia la casa de Giuliana. En el camino, no está claro si por Anchorena o Gallo, ocurrió la colisión, a las 6 de la mañana, que finalmente derivó en la muerte de ambos.

La Gilera embistió o fue embestida por la camioneta Ford F-100 int. 224 de la Dirección de Tránsito municipal, tripulada por los inspectores Jorge Micussi y Luciana Romero. Ninguno de los chicos llevaba casco. En la caída, Giuliana murió al golpear su cabeza contra el pavimento. Miguel fue trasladado al hospital y falleció más tarde. A partir de allí se sucedió un cúmulo de versiones a cual más incierta, versiones que fueron inflamando ánimos hasta desatar una suerte de pueblada, corta pero violenta.

Se hablaba de una persecución de los inspectores que intentaban detener a la parejita para sancionarla y retirarle la moto por falta de casco. Incluso el padre del chico sostuvo públicamente, la tarde de ayer, que había trabajado en el equipo de inspectores hacía tres años, y había renunciado por la violencia con la que los empujaban a perseguir a los chicos (ver recuadro). Se hablaba de que los inspectores en la persecución habían tocado la rueda trasera de la moto, desestabilizándola. También se dijo que luego de la colisión dieron la vuelta a la manzana, “hicieron como si recién llegaban y descubrían a los chicos”, según interpretaron en una de las versiones. Y también se decía que habían bajado de la F-100, habían llamado por celular después de estacionar la camioneta perpendicular contra una vereda, sobre Gallo. Incluso se mencionó que había un ciclista herido.

Las versiones abundaron, pero ninguna se había hecho eco, hasta la noche de ayer, ante la investigación que lleva adelante el fiscal de San Pedro, Marcelo Manso. Según confió un investigador a este diario, “el único dato concreto que pudo recoger el fiscal es el de cuatro testigos que iban en un auto, atrás de la camioneta de los inspectores. Dos de esos testigos no vieron nada porque uno dijo que estaba durmiendo y el otro no prestó atención. Los otros dos fueron coincidentes en que no vieron ninguna persecución. Dijeron que la camioneta avanzaba por una calle y la moto por la otra. Lo que se está investigando es si alguno de los dos conductores había violado alguna norma, como la velocidad, por ejemplo. Alguno de los dos, o los dos. Eso no se sabe. El fiscal ya pidió que se realizaran muestras para los peritajes toxicológicos y de alcohol en sangre. Para los dos conductores, y la jovencita fallecida”.

Una prueba clave, que determinaría la posible responsabilidad del inspector que conducía, no pudo ser levantada. El motivo es tan sencillo de explicar como inexplicable. La camioneta fue incendiada en reclamo de justicia. El reclamo se extendió prendiéndole fuego a la Municipalidad, al Registro Civil, al Juzgado de Faltas, una oficina del Instituto de Obra Médico Asistencial, y a la casa de los abuelos de Pablo Scarfoni, titular de la Dirección General de Inspección y Seguridad, a esa altura ubicado en el ojo de la tormenta tanto como el intendente Aldo Carossi.

Mientras canales como TN anunciaban un volcán en erupción, y había alrededor de 2 mil personas levantadas en un reclamo popular, una fuente judicial indicó que “no eran más de 200 personas”. Desde la jefatura platense, el jefe de la Bonaerense, Juan Carlos Paggi, envió refuerzos de infantería y caballería después de que la policía local se viera “desbordada” y los bomberos, imposibilitados por grupos de manifestantes. Más tarde, cuando los ánimos se habían apagado con ayuda de una tormenta, Carossi respondía en una suerte de conferencia de prensa sobre las cenizas de su despacho. “Tiene que investigar la Justicia”, sostuvo Carossi, mientras intentaba apuntalarse contra la acometida de los micrófonos de la TV, que avanzaban con preguntas sobre el estado procesal de los inspectores, con un insidioso hincapié en que habían sido liberados, mientras en off los relatores documentaban el incendio de la Municipalidad, cuestionaban moralmente el vandalismo del incendio, y lo transformaban en un curioso giro moral de vandalismo justiciero.

Informe: Nahuel Lag

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Los restos de lo que fue la Intendencia, custodiados por la Infantería. El incendio fue desatado durante la pueblada que reclamó justicia.
Imagen: Rolando Andrade
 
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