EL PAíS › ELOGIOS DE LA HABANA Y CRITICAS DE WASHINGTON POR EL CAMBIO DE LA POSICION SOBRE CUBA

Un voto con el Mercosur por la abstención

El cambio del voto de condena a Cuba por la abstención, en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, fue tomada tras varios días de consultas y cabildeos. Cuando anunció su decisión, Eduardo Duhalde recordó la guerra contra Irak y subrayó que, en ese marco, “Argentina no va a condenar a un pequeño país bloqueado”.

 Por Fernando Cibeira

En una decisión que modifica el rumbo de la política exterior de los últimos doce años, el presidente Eduardo Duhalde anunció que Argentina se abstendrá en la votación sobre la situación de los derechos humanos en Cuba que se hará hoy en la ONU, en línea con la postura habitual de Brasil. Con impecable lógica, el Presidente adelantó que “Argentina no va a condenar a Cuba, un pequeño país bloqueado”, y explicó que consideraba inoportuno el tratamiento de este tema en las Naciones Unidas “en momentos en que el mundo se debate por una guerra unilateral, en la que se avanza sobre otros países, violatoria de los derechos humanos”. Como sabía que le esperaba un mal trago, el canciller Carlos Ruckauf –quien bregó hasta último momento por la condena– alegó enfermedad para ausentarse de la reunión de gabinete y se recluyó en su despacho. La decisión provocó la alegría cubana y la decepción del gobierno de George Bush.
La exposición de Duhalde tuvo un tono crítico hacia Estados Unidos, país que cada año impulsa la condena a Cuba, aunque también subrayó su desacuerdo con las tres ejecuciones y las severísimas condenas que el gobierno de Fidel Castro impuso la semana pasada a disidentes. La poco oportuna resolución tomada por Fidel hizo tambalear las convicciones de Duhalde, tanto es así que en Cancillería, en la embajada argentina en Washington y hasta entre dirigentes políticos de su entorno el lunes daban por descontado que el Presidente se inclinaría por la condena.
Duhalde admitió que tuvo dudas hasta último momento pero que se decidió por volver “a la postura histórica de Argentina”, según explicó en la conferencia de prensa que dio en la Casa Rosada. Es cierto que la posición que Argentina sostendrá hoy en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, que se reunirá en Ginebra, fue la tradicional de la política exterior, en adhesión a la doctrina que respeta la autodeterminación de los pueblos. Esa postura que se mantuvo por años fue modificada con la llegada de Carlos Menem y su política de relaciones carnales. Con todo, el voto condenatorio a Cuba se mantuvo durante los dos años de gobierno de Fernando de la Rúa –período “lamebotas”, al decir de Fidel– y aun en el debut de Duhalde en 2002. En aquella ocasión, Ruckauf calificó a Cuba como “la última dictadura de América Latina”.
En todo ese tiempo Brasil mantuvo inalterable su voto por la abstención. Duhalde destacó ayer que su decisión tenía que ver con lo acordado entre los dos principales socios del Mercosur en cuanto a tomar posturas comunes en materia de política exterior. “He hablado en esta semana con el presidente Luiz Inácio Lula Da Silva y hemos dado instrucciones a nuestros funcionarios y embajadores para que coordinen el voto”, reveló Duhalde.
Como era lógico, el anuncio fue recibido con diferente ánimo. El embajador cubano en Buenos Aires, Alejandro Alvarez Galiano, lo calificó como “un gesto valiente y una lección de dignidad”. En tanto, la embajada de Estados Unidos emitió un comunicado mostrando su decepción por la resolución. Los candidatos presidenciales se repartieron. Néstor Kirchner, Adolfo Rodríguez Saá, Elisa Carrió, Alfredo Bravo y Leopoldo Moreau apoyaron la determinación del Gobierno. En cambio, Menem y Ricardo López Murphy insistieron con la condena. Incluso, hubo posturas divergentes dentro del propio gabinete duhaldista.
Bajo presión
Desde hace unas tres semanas se sabía que Duhalde meditaba modificar la posición argentina, algo que inquietó a más de uno. Desde que ocupó la Cancillería, Ruckauf descansó en la llamada “línea” del ministerio, integrada en su mayoría por diplomáticos que ocuparon destacados lugares en la administración menemista, que le insistían sobre la inconveniencia de llevarle la contra a Estados Unidos justo en estos momentos de clímax imperial. Cada vez que pudo, el canciller le repitió estos argumentos al Presidente, pero no logró más que fastidiarlo.
Lo mismo puede decirse del embajador en Estados Unidos, Eduardo Amadeo, que como todo delegado en Washington enseguida se impregnó de los airesdel lugar y también pujó por la condena. Más directo, el embajador norteamericano en Buenos Aires, James Walsh, llamó a cuanto funcionario y político oficialista encontró a mano para que convencieran al Presidente de no tensar más la cuerda con el norte, luego de las complicadas negociaciones con los organismos de crédito y de la neutralidad mantenida durante la invasión a Irak. También en el entorno presidencial hubo quienes intercambiaron opiniones con Duhalde. Uno de sus íntimos, el secretario general de la Presidencia, José Pampuro, se mostró desde el vamos en contra de cambiar el voto, postura de la que se convenció luego que se conocieron las sentencias dictadas por el gobierno cubano. Pampuro estaba a favor de una condena “light” como la que impulsa Uruguay.
La última presión con que se topó Duhalde fue la del jefe de Gobierno español, José María Aznar, a quien visitó la semana pasada en el Palacio de la Moncloa. Aznar también le hizo saber lo perjudicial que resultaría que Argentina cambiara su postura en estos momentos.
En última instancia, Duhalde tomó su decisión a solas y según su convencimiento. En su entorno dudaban sobre los motivos íntimos del Presidente: si prevaleció el acuerdo con Lula, si pensó que de esta forma beneficiaba a su candidato Néstor Kirchner –quien el fin de semana le adelantó a Página/12 su postura a favor de la abstención– o si simplemente buscó diferenciarse de su archienemigo Menem en un ítem de alto contenido simbólico.
En público, el Presidente habló de la necesidad de levantar una posición común del Mercosur y del sentimiento antinorteamericano que incubó la sociedad argentina a medida que le fueron llegando las imágenes de lo que sucedió en Irak. “Naciones Unidas nació para garantizar la paz en el mundo y debemos contribuir todos a que recupere su función originaria y que no haya más decisiones unilaterales que producen muerte, dolor e injusticia”, sostuvo Duhalde. “Estados Unidos ha causado a la ONU un daño que lamentamos mucho porque la ONU está para garantizar la paz”, agregó.
Ruckauf adujo un estado febril y mandó a la reunión de gabinete de la mañana al secretario de Culto, Esteban Caselli. Después se quedó en Cancillería y elaboró la derrota en silencio. Duhalde lo confirmó en el cargo y alabó su trabajo como ministro, aunque se sabe que la relación entre ellos quedó dañada. Desde Cancillería, por la noche, anunciaban que Ruckauf ya había dispuesto todo lo necesario para cumplir lo ordenado por el Presidente. Le envió un fax al embajador argentino ante la ONU para que coordinara su intervención con su par brasileño en favor de la abstención. Pero también deberá que manifestar su preocupación por las detenciones y juzgamientos sumarios ocurridos en Cuba.

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El presidente Eduardo Duhalde al anunciar ayer la abstención argentina en la ONU sobre Cuba.
 
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