EL PAíS › REPORTAJE A ELISA CARRIO

“Puede ser una oportunidad histórica para este país”

Sueña con un frente donde Lula en Brasil y el Frente Amplio en Uruguay resignifiquen el Mercosur. Piensa qué significaría su triunfo, habla de recolonizar la tierra, de reestatizar y de políticas viables de salud y alimentos.

 Por Felipe Yapur

Está de buen humor, se ríe de las especulaciones sobre cuáles serían los nombres que participarían de un hipotético gabinete presidencial. Afirma que lo único cierto es que está primera en laspreferencias electorales. Sin embargo, esto no evita que Elisa Carrió, líder del ARI, dé pistas sobre cuáles serían los principales puntos de su plan de gobierno. Habla de la necesidad de “recolonizar el país” a partir de una aggiornada reforma agraria. No descarta la reestatización de aquellos servicios públicos que no cumplan con los contratos de concesión y asegura que llevará al Tribunal de La Haya la deuda externa ilegítima para además negociar fuertes quitas en base a esa ilegitimidad. “Todo enmarcado en un nuevo contrato social y moral que le dé certeza vital a la gente”, le dice a Página/12, para luego entusiasmarse con un escenario regional inédito hasta ahora, con Lula en Brasil, el ARI en la Argentina y el Frente Amplio en el Uruguay: “Podremos construir un liderazgo político que afirme con políticas firmes y consistente una nueva democracia, una nueva prosperidad y un nuevo progresismo en Latinoamérica”.
–Las encuestas la dan como la candidata más firme a la presidencia. ¿Cómo planea enfrentar la más profunda crisis que vive el país?
–Básicamente tenemos que ver cómo quedamos. Es preciso cuidar las reservas y por eso creo que es acertado no vender más las reservas del Banco Central porque la Argentina se queda sin salida. También tendrá mucho que ver si se logra controlar la inflación o si por el otro lado entramos en un proceso de estagflación, es decir recesión con hiperinflación, y cómo queda el sistema financiero. Estas variables son decisivas. De todas maneras, lo que sí está claro es que hay que diseñar una nueva matriz económica que supone una reforma tributaria, un plan claro de redistribución del ingreso y que tomamos claramente una de las propuestas votadas por la CTA que es el ingreso ciudadano para la niñez. Y además, un plan de generación de empleos relacionado con la obra pública y con la desconcentración poblacional de la Argentina.
–¿Cómo es eso último?
–Como decía (Juan Bautista) Alberdi, gobernar es poblar. Entonces debemos ir a un sistema de recolonización del país. Algo que no es tan difícil de lograr. Porque una cosa es sacar a la gente de Buenos Aires cuando había industrias y otra es cuando está desocupada y hacinada. Entonces, diferente es si le planteo un proyecto de reinstalación enmarcado en un planteo comunitario serio con la perspectiva de una actividad productiva. Es obvio entonces que el ofrecimiento es de una vida mejor.
–¿Está hablando de una reforma agraria?
–En algún aspecto sí. No es tanto una reforma en el tema de la propiedad, de cuál es la extensión, sino que haya muchos argentinos que sean dueños de sus tierras. Y para esto hay que hacer acuerdos por regiones y dentro de ellas por provincias. Incluso estamos trabajando de varios niveles con lo que llamamos “Fuerzas de Trabajo y Paz” para jóvenes de 18 a 25 años y programas de radicación de familias para que ocupen lugares donde alguna vez hubo una comunidad y que fueron abandonados. Reconstruir pueblos en base a una identidad comunitaria, una actividad productiva, a la escuela, al templo. Digamos, a lo que tiene que ver muy fuerte con nuestras raíces.
–Por lo que para usted el rol del Estado es fundamental.
–En el primer tiempo su papel es de absoluto protagonismo. Porque esto debe ser programado, propiciado, auspiciado, incentivado desde el Estado para que después se empiece a generar la actividad privada.
–Pero hoy el Estado no puede ni siquiera garantizar el cobro de impuestos. ¿Cómo planea entonces implementar este plan de recolonización? –Esto todo depende de un nuevo contrato moral y de un nuevo contrato social. El moral será de carácter prohibitivo acerca de las cosas que no haremos más los argentinos, y en segundo lugar un contrato social, que presupone la reconstrucción de las instituciones políticas y económicas más un clima de confianza colectiva. Porque esta es una empresa de todos los argentinos y no de un gobierno. Todo lo debe hacer el pueblo con su gobierno. Debe ser una opción colectiva votada en una consulta popular.
–Está bien, pero los gobiernos provocaron que el Estado abandonara sus servicios de salud y educación. Está todo por hacerse de nuevo...
–Todo gira alrededor de una decisión colectiva que debemos tomar entre todos. Yo creo en la revolución de las pequeñas cosas que producen los grandes cambios. En este sentido la primera gran decisión colectiva que nosotros debemos tomar es vivir. Y esto no significa tener todo para vivir, sino que tenemos que sacarnos la incerteza vital absoluta que sufren todos los argentinos, no importa cuál es su clase social. Porque hoy no se sabe cuántos podrán seguir viviendo en sus casas, cuántos podrán seguir comiendo, educándose y en qué momento pueden perder todo. La gente debe perder ese miedo a vivir en la incerteza. Dentro de esta perspectiva, que para mí es el proyecto nacional, digamos que dentro de un año nos tiene que unir a todos cualquiera sea la condición social, el partido, el grupo e incluso la perspectiva ideológica.
–¿Está hablando de un gran acuerdo nacional que incluye a los partidos que son responsables de la situación que vive el país?
–No, no estoy hablando de un acuerdo nacional. Sino que esto es un estado de conciencia. Si toda una nación está consciente de que puede reducir este estado de incerteza y pasar a certeza tu casa, alimento, vivienda, trabajo, educación y salud se constituye en un objetivo nacional buscado por todos, aunque sea liderado desde el Estado. Ese es el contrato social. Por ejemplo, en materia de salud esto supone metas básicas que serán atención primaria de salud y producción estatal de medicamentos. Es decir, cada familia tendrá un médico familiar garantizado desde el Estado y los que no puedan comprar medicamentos los podrán recibir del Estado o, en todo caso, adquirirlos mucho más baratos. Similar es la situación de la educación, donde es preciso reivindicar la escuela pública como motor del lazo social y propender a una educación que tenga como base la integridad de las personas donde los maestros, alumnos y padres participen en la educación.
–Para hacer todo esto es necesario financiamiento. Y el Estado está sin crédito, en default. ¿Cómo se concreta lo que usted propone?
–Si nosotros recreamos un sistema de confianza hay principios de distribución que podemos utilizar, como el ingreso ciudadano para la niñez. El problema de la medicina básica no es un problema de tantos ingresos. En realidad es una pelea con los laboratorios y una reasignación de los recursos que hoy están en salud. Algo similar ocurre en la educación. Y en materia de alimentación, debemos tender a la aplicación de una red de producción masiva de alimentos. Esto se puede hacer a partir de articular un acuerdo entre los pequeños y medianos productores y pequeños y medianos comerciantes. Es preciso estructurar un sistema que haga posible la producción y circulación de alimentos a un precio accesible para todos.
–¿Está dispuesta a revisar los contratos de las privatizadas?
–En el caso de los hidrocarburos, por ejemplo, con el solo hecho de que el Estado aplique la ley que los rige se podría hacer mucho. Hoy no lo hacen por los lobbies. Hay que reasumir la autoridad estatal. Hay que revisar todo, como es el caso de Loma de la Lata. Y si es preciso, deben ser juzgadas. La reestatización ocurrirá en el caso de caducidad de las concesiones y mucho más si fueron ilegales. Lo que sí tenemos claro nosotros es que no les vamos a transferir ningún precio a las generacionesposteriores con políticas estatistas locas como las privatistas que reinaron en los noventa. Entonces, si hay concesiones que violaron todas las reglas contractuales, habrá que producir la caducidad y el Estado deberá decidir si vuelve a gestionarlas o lo hace a través de cooperativas. Lo que hay que tener es una estrategia de la mejor prestación y el control de la legalidad de todos los actos.
–¿Estas revisiones deben incluir los acuerdos alcanzados con el FMI?
–Nosotros vamos a declarar la insanable nulidad de todas las leyes dictadas bajo coacción, como lo fue el Punto Final, la Obediencia Debida y hasta la de Subversión Económica. Este país no tiene salida sin una matriz de verdad, justicia y condena. Aquellas leyes que consideramos violatorias de la soberanía jurídica de un Estado vamos a llevarlas a las Naciones Unidas.
–Cuando asumió Adolfo Rodríguez Saá se suspendió el pago de la deuda externa. ¿Usted cree que es necesario retomar esa posición?
–En realidad nosotros estamos en default con la deuda. Creo que hay que convertir el tema de la deuda en un tema jurídico, llevando el caso al Tribunal de La Haya. Hay que alcanzar un acuerdo con los acreedores con el arbitrio de un tercero que no puede ser el FMI. Y hay que negociar fuertes quitas en base a la ilegitimidad de la deuda.
–¿Y la deuda que mantiene el Estado con el Fondo?
–Bueno, esa es otra cuestión. El Fondo forma parte de Naciones Unidas y por lo tanto estos países deben transformar el Fondo. No puede ser que se haya convertido en un brazo político de extorsión del Grupo de los Siete. En esto tenemos que tener una definición y rediscusión del papel del Fondo y, mientras tanto, no cumplir aquellas decisiones contrarias al interés nacional. Ni el default loco de Rodríguez Saá ni el cumplimiento de todas las propuestas de (Eduardo) Duhalde. En el medio hay camino de sensatez, de dignidad nacional que debe ser explorado. Ahora, si pese a eso siguen las condiciones de extorsión, en consecuencia, el bien más preciado a
rescatar es el proyecto y la dignidad nacional que nos pongan en el camino sin retorno con ellos y no el discurso demagógico.
–¿Cree que un posible triunfo suyo tensará las relaciones con Estados Unidos, sobre todo si en Brasil triunfa Lula?
–En realidad va a cambiar en base a lo que suceda en Brasil, porque nosotros no estamos en condiciones de influir. Pero hay que ver qué ocurre, porque si llega Lula, el Frente Amplio al Uruguay y nosotros entonces se abre un escenario geopolítico donde debemos reconstruir un Mercosur no sólo económico sino de liderazgo político que afirme con políticas firmes y consistente una nueva democracia, una nueva prosperidad y un nuevo progresismo en Latinoamérica.
–Cada día que pasa se acentúa un escenario electoral donde está usted compitiendo con Carlos Menem.
–Me parece que puede ser una enorme oportunidad histórica para que este país decida quién es. Para definir qué somos y qué queremos ser. Si queremos la ley o la transgresión. La verdad o la mentira y la difamación. Si queremos la justicia o la impunidad, la decencia o los negocios, la realidad o la ficción. Esto es vital, porque si no es Menem será Rodríguez Saá, que es la expresión de una misma identidad.

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