ESPECTáCULOS › DESDE HOY, EL ACTOR JORGE MARRALE CONDUCE “EL DIA QUE...”, POR AZUL

La identidad a través del archivo

El actor se prueba el traje de conductor en un nuevo intento televisivo de ejercitar la memoria a través de la imagen, con un criterio tan amplio como para ir de la hiperinflación al gol de Burruchaga a Alemania en 1986.

 Por Mariano Blejman

“Estoy obsesionado con el presente”, explica Jorge Marrale. Sin embargo, para entenderlo, el actor recurrirá al pasado: las primeras imágenes que se verán en el programa “El día que...” (Azul, hoy a las 23) provienen de la memoria visual de aquellos días de 1989 en que estallaron los saqueos: la inflación del 2000%, los cortes de luz y 10.000 obreros que desfilaban cada mañana en bicicletas, en Rosario, hacia las fábricas de un país que ya no existe. En otro bloque resurgirá la creación de la Alianza, las negociaciones de Raúl Alfonsín y Chacho Alvarez en vivo por la tele, el camino a una victoria que se convertiría en derrota imborrable, junto a las reflexiones actuales de Graciela Fernández Meijide. Durante el programa, además, Jorge Burruchaga recordará segundo a segundo el gol que le hizo a Alemania en 1986 y lo que le dijo Jorge Valdano al oído cuando lo abrazó. El programa refrescará cada domingo la historia audiovisual argentina con producción de la gerencia de noticias del canal, a cargo de Ricardo Cámara.
–Cuando recrea el pasado con imágenes, ¿está haciendo ficción?
–La ficción tiene un código. Cuando se hace una película hay una estructura que no se puede modificar. Lo maravilloso de nuestra realidad es que siempre se está modificando. Nuestro ejercicio es comprometernos con el presente y el pretexto es utilizar el pasado para ver qué nos pasa hoy. Queremos vivenciar un acontecimiento puntual para echar luz sobre la actualidad. Estoy obsesionado con el presente, como todos los argentinos, tratando de decodificar algo incomprensible. El programa tratará de digerir el pasado. Pero lo que nos permite reinterpretarlo es justamente el presente. Es un desafío, porque estoy acostumbrado a trabajar con la realidad paralela.
–Con el tiempo cambia la forma de entender el pasado...
–Ese vínculo con el presente nos da motivo a que lo repensemos. No queremos tener la apreciación ni la sabiduría de saberlo todo. Pero el recorte del pasado está en la mirada actual.
–¿Se inventó un personaje para el programa?
–No tengo que buscar un carácter mío externo. Acá hago de yo. No me puedo ficcionar demasiado. Soy ciudadano, pregunto, digo y proceso como Marrale, no como personaje. A esta altura se me mezcla la persona, el actor, el oficio, el padre. Probablemente tenga vicios de la profesión. Pero cuando hablo con las personas que entrevisto lo hago desde mí. No soy más ni menos agradable de lo que soy en la vida.
–Hubo pocos programas de archivo en la historia de la televisión argentina. ¿Hay una falta de interés en el pasado?
–Nosotros tenemos la suerte de contar con gente muy especializada en la búsqueda, como Claudia Perel, y tenemos muy buen material del canal. Además, está la mirada de los periodistas detrás de este proyecto. Pero en estos tiempos estamos pagando el alto precio de no mirar hacia atrás. Por no mirar, reflexionar y accionar nos está pasando lo que nos pasa. El ejercicio de la memoria es doloroso. Depende de la zanahoria que tengamos adelante para interesarnos en el pasado o no. Hemos vivido presentes muy simulados, más que reales. Es difícil el presente mentiroso que hace creer lo que no es. Entonces, cuando se cae todo es doloroso. Este programa intenta volver a ver: reflexionar. Un adolescente que tenía 12 años en los ‘80 hoy puede mirarse de otro modo. La imagen del pasado es un imán.
–¿Por qué?
–Hay algo mágico en la imagen. El fenómeno de registrar la imagen es relativamente moderno. Hasta el siglo XIX se recordaba con la memoria. Supongo que volver a ver ciertas imágenes nos da conciencia de vida. Uno está vivo y las puede ver. Da conciencia de un espacio en que todos vivimos y podemos reflexionar sobre él. La coyuntura hoy tiene un valor en sí mismo. Pero estos acontecimientos, pasado el tiempo, adquieren un valor diferente...
–... que permiten construir una identidad.
–Sí, porque ¿qué somos? Lo que fuimos nos hace ser.
–O como dicen en Amores perros: “Somos lo que hemos perdido”.
–Somos la memoria de otros que no pudieron hablar. Cuando vemos una persona que cometió un delito, en el trasfondo puede encontrarse un deseo exacerbado. Para que todo tenga un lineamiento coherente en el tiempo hay que trabajarlo. El programa tiene dos bloques centrales y después existen misceláneas. Un bloque llamado “Primera persona”, con relatos como el de Burruchaga, y “Nunca visto”, donde habrá perlitas sorprendentes. También habrá dejos de humor, ironía y recuerdos felices también. Porque no todo el pasado es melancolía. Si uno se queda muy pegado con lo melancólico nunca hará el duelo. Y por ahí ésta es una buena forma. Creo que como sociedad deberíamos hacer unos cuantos buenos duelos.

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Marrale asegura que toda imagen del pasado opera como un imán en la gente.
 
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