EL PAíS › DUHALDE VOLVIO A ESCENA DE LA MANO DE RAUL ALFONSIN EN UN ACTO DEL MACRISMO

Los novios saludarán en el atrio

La última vez que sus nombres aparecieron unidos fue cuando se lanzó la candidatura a la presidencia de Roberto Lavagna. Pero Duhalde mantuvo entonces el bajo perfil. Ayer decidió mostrarse ante las cámaras, tras una semana de cruces con el kirchnerismo, acompañado por su antiguo interlocutor provincial.

 Por Eduardo Tagliaferro

Las bolsas de residuos se acumulaban en el contenedor de la esquina de Diagonal Sur y Perú como todas las tardes. Y la oscuridad empezaba a imponerse como todos los crepúsculos. Pero, muros adentro, la Legislatura porteña brillaba como para un casamiento. Los espejos relucientes y las arañas del elegante Salón Dorado iluminadas a pleno no dejaban dudas de que llegarían invitados importantes. Finalmente, los dos personajes ingresaron por la puerta principal. Raúl Alfonsín lo hizo por la izquierda del pasillo y Eduardo Duhalde por la derecha. Aunque no fueron dos, sino tres. Por el centro, sonriente en su papel de anfitrión, los seguía el titular del cuerpo, el macrista Santiago de Estrada.

Llegaban para recordar el aniversario de la muerte de uno de los padres del desarrollismo argentino: Rogelio Frigerio. Más allá de los análisis o interpretaciones, fue la excusa para la primera aparición pública de Duhalde después de anunciar que en 2008 se ocupará de la reorganización del Partido Justicialista. Ante una nube de periodistas que le preguntaban por las críticas que le habían dedicado desde el gobierno nacional, Duhalde citó a Albert Einstein para decir: “Sólo hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana”.

La ocasión le era propicia y por eso el bonaerense demoró todo lo posible su retirada del salón una vez finalizado el homenaje a Frigerio. En medio de los fotógrafos, a nadie le quedaron dudas de que su presencia en la Legislatura no era una casualidad. El mismo se encargó de destacarlo cuando hizo uso de la palabra: “Los que me conocen saben que no soy de participar de estos homenajes”.

Era el regreso de Duhalde y lo hizo de la mano de Alfonsín. Después que a comienzos de semana el bonaerense anunciara que se ocuparía del Partido Justicialista, las críticas del kirchnerismo fueron en ascenso. Los primeros en responderle fueron los diputados Carlos Kunkel y Edgardo Depetri. Luego fue el propio Néstor Kirchner quien dijo que, a diferencia de Duhalde pero sin nombrarlo, él seguiría haciendo política y no amagando con retirarse. A la catarata, se sumaron las definiciones de Alberto y Aníbal Fernández. “No representa lo que los argentinos están buscando”, aseguró ayer el Jefe de Gabinete. El ministro del Interior prefirió el estilo y la terminología que lo caracterizan: “Se equivoca fiero”, afirmó. Duhalde aprovechó el acto de ayer para dar a conocer su respuesta. Aunque no ocultó cierto enojo por las declaraciones del gobierno, respondió de manera medida. “No voy a ser ni oficialista, ni opositor”, dijo. Para explicar su regreso a la actividad política, destacó una y otra vez que no está buscando cargos. “Me interesa ser útil en temas de los que nadie se ocupa”, subrayó. Uno de esos temas, sería precisamente la reorganización del PJ. Cuando Kirchner declinó su reelección como Presidente, no fueron pocas las voces desde el peronismo que reclamaron que asumiera como titular del partido. El santacruceño no respondió. Por el contrario, no ahorró señales de que su prioridad pasaba por armar la llamada Concertación Plural. El espacio del peronismo partidario está vacante y son muchos los heridos que dejó la presentación de las listas electorales. Un momento que el antiguo caudillo bonaerense consideró propicio para su reaparición. Aunque lo hizo para desmentir que hubiera participado en la elaboración de las listas, desde el lunes Duhalde consiguió que los medios vuelvan a ocuparse de él.

“Me voy a dedicar a la reorganización de un partido que hace cuatro años que no funciona. Estamos en riesgo de que se anule nuestra ficha de inscripción. Me voy a ocupar de algo de lo que nadie se ocupa y sí se ocupan que me avisen”, explicó en el segundo de los tres scrum que la prensa armó para obtener sus definiciones. También le dedicó un guiño a la Iglesia Católica cuando anunció que la segunda tarea que emprendería será revitalizar el proyecto de reforma política. “Es algo que fue un fracaso en mi gobierno, algo que preparamos con Diálogo Argentino”, destacó. La frutilla del postre llegó cuando le preguntaron qué boleta elegirá el 28 de octubre. “No tengo decidido a quién votar”, respondió sin ninguna mención a Roberto Lavagna, cuya candidatura supo apadrinar junto al otro invitado estrella de la noche.

No dijo más, ya era suficiente. Antes había elogiado las ideas de Frigerio y pidió al público que no se riera porque iba a hablar de la Revolución Productiva. Recordó que hace unos años había escrito unas propuestas tituladas “De la Argentina Especulativa a la Argentina Productiva” y que se las había acercado a Carlos Menem. Dijo que Gustavo Beliz las leyó y les puso un nombre más vendedor: “La Revolución Productiva”. A esa altura, Alfonsín había abandonado la escena. Antes, había repasado la historia de sus encuentros y desencuentros con Frigerio. Leyó tres carillas de un texto que al final de su alocución le entregó a Noemí Blanco, la viuda del fundador del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID). El radical recordó que a pesar de existir una generación de diferencia entre ambos, fueron testigos, adversarios, amigos y partícipes de la historia política de los últimos 40 años. Resaltó que fue un duro adversario del gobierno de Arturo Frondizi, como Frigerio lo fue del suyo después de 1983. Alfonsín también destacó la importancia de los partidos políticos en la democracia y –en lo que pareció un mensaje por elevación para el gobierno de Néstor Kirchner, aunque también puede alcanzar a Carrió o López Murphy– señaló que “la política languidece por la presencia mediática sin contenido”. Los encuentros que siguieron a sus desencuentros con Frigerio fueron una exaltación de la “convivencia democrática”. Algo que se encargó de contrastar con el actual momento político. “La crispación procura imponerse sobre la cordura, el diálogo y la racionalidad”, definió.

A un año del fallecimiento de Frigerio, la Legislatura le entregó a su familia el diploma con el que se lo había reconocido como ciudadano ilustre. La iniciativa fue votada por el cuerpo a instancias del macrista Mario Morando. Mauricio Macri no estuvo presente, pero los suyos subrayaban que había enviado una adhesión que fue leída por la locutora. Como dueño de casa, Santiago de Estrada le dio la bienvenida a los dos ex presidentes y en su discurso se destacó la palabra reconciliación. Una preferencia poco novedosa en los labios de un ex funcionario de la dictadura militar. Pero fue Morando el encargado de realzar el perfil de Frigerio. Señaló que desde el MID intentó ser el nexo entre los dos partidos tradicionales, el peronismo y el radicalismo. Entusiasmado, incluso aventuró que el macrismo será la nueva corriente del Movimiento Nacional. Pronto terminó todo. No había más tiempo para semejantes pronósticos. Llegaba el turno de las declaraciones de Duhalde.

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Los dos ex presidentes participaron del homenaje brindado por la Legislatura a Rogelio Frigerio.
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