EL PAíS › EL BALANCE DEL GOBIERNO DESPUES DE LA FRUSTRACION DEL OPERATIVO RESCATE

Bajo el fuego cruzado de Uribe y Chávez

En el entorno de Kirchner se admitía que el resultado de la intervención había estado lejos de lo esperado. Apuntaban contra el presidente colombiano y, en menor medida, a “la desprolijidad” del venezolano. Igual se valoraba la tendencia a lograr un mayor protagonismo internacional de la Argentina.

 Por Fernando Cibeira

A bordo del Tango 01 no había arrepentimiento por el papel jugado por Néstor Kirchner en la frustrada liberación de rehenes en Colombia. “Argentina tiene que ir ganando protagonismo en este tipo de gestiones, hasta ahora sólo actuábamos como veedores en elecciones pero con Cristina de presidenta vamos a tener un papel más fuerte a nivel internacional”, explicaban en la comitiva. Cerca del ex presidente reconocían que lo que se habían encontrado durante las negociaciones no había coincidido exactamente con las expectativas previas. “Que Chávez era desordenado ya lo sabíamos, eso no nos sorprendió. Pero Uribe es durísimo, para él sólo existe la política del exterminio”, se alarmaban. El presidente colombiano, a quien señalaban como el principal responsable por la caída del operativo, recibía diversos calificativos de parte de los integrantes de la delegación argentina, algunos de ellos irreproducibles.

Kirchner les contó a los integrantes de la comitiva que en Villavicencio se sintió incómodo desde el vamos. El gobierno colombiano lo alojó solo, a unos 20 kilómetros del resto de los comisionados internacionales, en una lujosa finca de un coronel del ejército que se convirtió en su sombra durante la estadía. “Un anfitrión muy amable, prácticamente no nos dejaba nunca solos”, ironizaban los argentinos. Tenían fundadas sospechas de que eran vigilados en todo momento, con un avión del tipo “fantasma” que daba vueltas alrededor de la casa y una corte de policías y militares que custodiaban cada uno de sus movimientos.

Junto con el ex presidente se alojaron el canciller Jorge Taiana y Rafael Follonier, un funcionario de buenos contactos con el gobierno de Venezuela. El barrio que les tocó en suerte, explicaban, era de fincas típicas de los jefes paramilitares, que suelen usar sombreros de ala ancha del mismo tipo que acostumbra Uribe.

“Estábamos en medio de un combate”, graficaban los argentinos a bordo del avión presidencial. Y aseguraban que esa sensación era lo que más los había sorprendido de su intervención en una gestión que se suponía humanitaria. Decían que en Venezuela se habían encontrado con un armado mucho más desprolijo del que habían supuesto pero que tratándose de la gestión chavista no era de asombrarse. “Lo importante es que Chávez todo lo que dice después lo cumple”, lo salvaban.

En cambio, Uribe los había dejado pasmados. Le adjudicaban un entramado maquiavélico para desmontar la operación que culminó con su aparición sorpresiva en Villavicencio. “Cuando dijimos que pese al fin de año seguíamos con la comisión, llegó él y rompió todo”, analizaban.

En esa intervención decisiva, no descartaban que Estados Unidos hubiera jugado algún papel. George Bush habló en la mañana del lunes con Uribe, justo antes de que viajara a Villavicencio, para interiorizarse sobre la “Operación Emmanuel”. Lo que menos le interesaba a Washington era ver a Chávez al frente de una gestión humanitaria exitosa.

En ese sentido, cerca de Kirchner sostenían que esta gestión había sido un buen ejemplo de cómo podían intervenir los países de la región para intentar solucionar sus problemas, alejando la influencia de la Casa Blanca. “Brasil jugó todo el tiempo muy bien”, elogiaban. El asesor en materia internacional de Lula, Marco Aurelio García, mantuvo largas conversaciones con Kirchner y Taiana durante los días de la gestión.

Uribe, comentaban, tiró un par de dardos directos contra Kirchner. Uno fue cuando declaró sobre “los integrantes de la comunidad internacional que no saben lo que hemos vivido en Colombia”. Otro fue en la reunión de puertas adentro, cuando expresó que había invitado montones de veces a Kirchner a visitar su país y que recién lo hacía ahora después de haber dejado la presidencia y para encabezar una comisión para liberar rehenes.

En los encuentros privados, Uribe siempre se identificó como “un combatiente”. Con su padre asesinado por la guerrilla y un atentado frustrado en su contra, “no entiende otra política que la del exterminio”, argumentaban los argentinos. El lenguaje duro de Uribe les resultó chocante. “Con lo que vivimos en la Argentina aprendimos a repudiar la violencia, pero ellos es como si estuvieran en guerra.”

Colombia es país de realidad muy compleja, también reconocían. La política de mano dura le otorgó importantes réditos al reelecto Uribe y, según una encuesta de una consultora internacional, es el presidente latinoamericano con mayor respaldo. En contraposición, las FARC tienen el rechazo de más del 70 por ciento de la población.

Sobre el paradero de Emmanuel que había revelado el colombiano lo creían posible, no tanto así la historia que había contado. “Probablemente le pagaron a alguien para que lo entregue y ahora inventaron toda la historieta”, sostenían.

A los ojos argentinos, la frustración de la gestión humanitaria no significaba necesariamente un fracaso para Chávez. “El quedó del lado de la gente haciendo una gestión sensible. En cambio, Uribe hizo el papel de halcón”, evaluaban. En el Tango 01 veían poco factible la reanudación de la gestión por parte de los comisionados. Les parecía más potable una negociación menos “oficial” y que los rehenes fueran entregados en otro sitio. Una de las posibilidades que mencionaban era la frontera sur, donde se tocan Colombia y Ecuador, a través de un acuerdo con el gobierno de Rafael Correa.


El alto perfil de K

Néstor Kirchner aseguró en el viaje que el alto perfil que mantuvo desde que asumió su esposa Cristina Fernández no obedeció a una estrategia, sino a la necesidad de salir a defender una gestión que recién comenzaba que era atacada por el caso Antonini Wilson. Sin embargo, en este viaje pudo notarse un cambio en su actitud, sobre todo con la prensa extranjera, que podría dejar entrever la intención de ganarse un espacio en un campo hasta ahora poco transitado por el kirchnerismo. En su incursión por Venezuela y Colombia, el ex presidente nunca dejó de atender los requerimientos de la prensa internacional, algo que no fue su costumbre mientras estuvo en la Casa Rosada. De muestra queda el cierre de su última conferencia de prensa en el aeropuerto de Villavicencio, cuando agradeció a los periodistas de todo el mundo por su cobertura y les deseó un feliz 2008.

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“Que Chávez era desordenado ya lo sabíamos... Pero Uribe es durísimo, para él sólo existe la política del exterminio”, se dijo.
 
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