EL PAíS › DESPUéS DEL ACUERDO, LA MAYORíA DE LOS OCUPANTES EMPEZó A IRSE

El éxodo en el Indoamericano

En la primera hora de hoy, buena parte de los ocupantes ya se había retirado del parque. Unas 180 personas del Ministerio de Desarrollo Social monitoreaban el operativo. A cada uno se le entregaba una constancia de su paso por la toma.

 Por Carlos Rodríguez

Anoche había comenzado el lento éxodo del Parque Indoamericano, luego de siete días de ocupación, asambleas, peleas y momentos de violencia que terminaron con la muerte de tres personas. El adiós al inhóspito predio lleno de escombros y mugre comenzó por la tarde, cuando algunos por cansancio, falta de comida o por temor a nuevos derramamientos de sangre, optaron por levantar sus carpas y volver con resignación a sus casas o camas alquiladas en la Villa 20. Después de una asamblea que terminó con las primeras sombras de la noche, voceros cercanos al grupo de encabeza Alejandro “El Pitu” Salvatierra le adelantaron a Página/12 que “la mayoría de la gente votó por levantar la toma”. Entrada la noche, cuando seguían asambleas por sector, organizaciones como la Corriente Clasista y Combativa aseguraban que “la mayoría se va a quedar para seguir peleando”. En el lugar, 180 empleados del Ministerio de Desarrollo Social extendían certificados a los ocupantes a medida que se iban para constatar que estuvieron allí. A nivel oficial se creía que hoy por la mañana el parque iba a estar “totalmente vacío”.

El operativo egreso comenzó apenas se concretó el acuerdo entre Nación y Ciudad (ver aparte). A los que se retiraban les entregaban un certificado (se extendía por duplicado, con copia para el ministerio) como comprobante de que habían sido censados en el predio. De ese modo, a las autoridades nacionales les quedará la identificación de cada una de las personas. Tras la firma del certificado, a los que se iban se les sacaba la cinta que les habían colocado en la muñeca, luego del censo.

Se descontaba que el operativo, dada la cantidad de personas presentes en el predio, iba a continuar toda la noche. Se estimaba que a las tres de la mañana iba a estar afuera la mayor cantidad de personas y que desde ese momento iba a comenzar lo más duro, que era convencer a los que adelantaron que iban a negarse a retirarse. La documentación firmada por las partes iba a ser entregada luego al gobierno porteño, que será el encargado, en definitiva, de resolver el problema de fondo: el déficit habitacional que generó el conflicto.

La posibilidad de una salida consensuada comenzó a vislumbrarse cerca de las 18, cuando una mujer allegada a Salvatierra dijo que confiaba en el acuerdo que habían alcanzado la Nación y el gobierno porteño y que “casi todos” estaban “de acuerdo en levantar: ya nos hicimos oír y vamos a seguir luchando para que las promesas esta vez se cumplan”. Anoche, cuando algunos de los vecinos comenzaron a abandonar el predio, otros que optaron por quedarse expresaron su desacuerdo gritándoles “traidores”, “cobardes” o “vendidos”. La mayoría de los que abandonaban el predio se iba sin responder a las acusaciones.

“La gente estaba cansada. Son muchos días, estamos con chicos. Ya habían empezado las discusiones entre nosotros y el clima no era el mejor. Además, nosotros queremos una vivienda y no que haya muertes. Acá hay grupos que están buscando otra cosa y noso-tros no queremos hacerle el juego a nadie”, dijo un vocero del grupo de Salvatierra. Los que se estaban retirando del predio, antes de salir, tenían que darle sus datos y los de su familia a personal del Ministerio de Acción Social. El responsable al frente de la tarea era Sergio Berni.

“La gente tenía un poco de miedo, sobre todo por la presencia de grupos armados que podrían regresar por la noche. La mayoría de los delegados comprendió que había llegado el momento de irse, porque si se quedaban también corrían el riesgo de perder algunos planes o subsidios que se podían cortar. Eso los preocupaba, pero también la situación de sus hijos, que no tenían comida suficiente ni agua potable. Hubo muchos chicos con problemas de salud. Por eso, las madres con chicos pequeños fueron las primeras en irse”, dijo Juan, uno de los dirigentes, que prefirió mantener su apellido en reserva. Las mujeres con hijos comenzaron a salir desde las cinco de la tarde de ayer.

En el predio, desde ayer por la tarde, se escuchaban fuertes discusiones entre las personas que ocupaban el lugar. Desde las 18, una asamblea bastante numerosa analizó los pasos a seguir. “La mayoría, cuando se propuso la idea de terminar la toma, levantaron la mano y apoyaron esa idea. Fueron pocos los que se opusieron”, aseguró Juan. Por el contrario, Luciano Nardeli, de la CCC, si bien admitió que “una pequeña parte se está yendo luego de firmar algún compromiso con Berni, de Acción Social”,aseguró que la gran mayoría se va a quedar”.

Nardeli aseguró que “desde que estamos acá hubo cuatro muertes (sólo se reconocen tres en forma oficial) y no podemos conformarnos con un compromiso de que nos van a construir viviendas. Noso-tros queremos compromisos firmes. No queremos que nos pase los mismo que a los vecinos de Villa Cartón, que les prometieron casas y todavía andan por ahí, deambulando, sin encontrar nada”. Por esas razones, el dirigente de la CCC confió en que “la mayoría se va a quedar, porque es el único camino”.

Desde el grupo que lidera Salvatierra se dijo, en cambio, que “los que se van a quedar son una minoría ínfima. De todas maneras, las cosas recién van a poder comprobarse recién mañana (por hoy) porque el trámite para irse es lento, muy lento, porque la gente de Acción Social tiene que hacer antes su trabajo para saber las necesidades reales de cada uno de los grupos familiares. Acá hubo una toma de conciencia, porque la gente se dio cuenta de que hay personas que buscan generar el caos y nadie pretende hacerles el juego a los que quieren desestabilizar al Gobierno”.

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Los primeros ocupantes en irse ya empezaron a hacerlo antes del acuerdo entre los gobiernos.
 
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