EL PAíS › LA FRAGATA LIBERTAD ATRACó EN EL PUERTO EN MEDIO DE OVACIONES Y APLAUSOS DEL PúBLICO

Una fiesta entre militantes y veraneantes

Miembros de agrupaciones kirchneristas, vecinos y turistas presenciaron el arribo de la fragata y los festejos. La manifestación de La Cámpora, el Movimiento Evita, Kolina y otras organizaciones fue pacífica. Sólo hubo un cruce con un pequeño grupo de caceroleros.

 Por Carlos Rodríguez

Desde Mar del Plata

La blanca silueta de la Fragata Libertad apareció en su plenitud luego de superar el escollo visual de la última edificación de la Base Naval de Mar del Plata y en ese momento se escuchó una ovación. Eran las 17.45, cuando los aplausos y los vivas partieron de los militantes kirchneristas que poblaban la zona central ubicada frente al escenario, de los vecinos y familias enteras que habían ocupado parte del campo y el paseo Galíndez a lo largo de más de seis cuadras, y los turistas o delegaciones tardías que optaron por observar la llegada desde lo alto del murallón que circunda la avenida Peralta Ramos. Desde allí se tenía una hermosa postal panorámica de toda la fiesta, que terminó con el discurso de la presidenta Cristina Kirchner y con el esperado descenso a tierra de los guardiamarinas, algunos de los cuales se reencontraron con sus familias después de varios meses.

La fiesta, que tuvo apenas algunas escaramuzas en Playa Grande entre militantes K y unos pocos –muy pocos– caceroleros que repartieron volantes que decían “Cristina miente”, emulando al difundido “Clarín miente”, tuvo un show coreográfico a cargo de la Guardia Nacional del Mar del Plata. En el acto central hubo fuegos de artificio –se quemaron dos enormes buitres similares a los muñecos que se hace explotar en esta ciudad durante la tradicional falla de Valencia–, el paso veloz de tres aviones que realizaron piruetas y dos paracaidistas, entre otras atracciones.

Si Carlos Marx tuviera hoy seis años y ayer hubiera pasado una jornada de disfrute con sus padres en alguno de los balnearios privados de Playa Grande, habría comenzado a desarrollar un esbozo prematuro sobre la lucha de clases. Los jóvenes identificados con La Cámpora, el Movimiento Evita, Kolina y otras agrupaciones kirchneristas decidieron pasar por la playa pública y después seguir por los senderos no privatizados, hasta llegar al campo donde se había montado el escenario principal. La marcha fue por momentos ruidosa, pero siempre pacífica. Muchos veraneantes se sumaron o fueron a curiosear amistosamente, mientras se movían al compás de bombos murgueros.

Los que no reaccionaron así fueron algunos de los que estaban en el interior de los balnearios del Yacht Club Argentino, del Ocean Club, del Mar del Plata Golf Club y del Mar del Plata. Unos veinte o treinta bañistas huyeron en estampida. Tres mujeres comentaban con el terror en la cara, como si hubiesen visto al diablo en persona: “Mirá, llevan banderas y bombos, qué desfachatez”. Su amiga replicó: “Y nos vienen a echar”. Los manifestantes siguieron de largo, sin siquiera mirarlas, pero las tres mujeres continuaron despotricando por varios minutos.

En la playa, mientras tanto, rodeado por militantes K, Fernando, un correntino de Goya que “ronda los 60”, se sumó al grupo, “por la soberanía nacional y por la alegría de la murga”. Fernando, que siempre veranea en Mar del Plata y en Playa Grande, resaltó que “más allá de los colores políticos, el hecho de que la fragata esté hoy en la Argentina significa un triunfo de nuestra soberanía como país. La fragata, como la bandera o el Himno, son símbolos y toda la humanidad creció en torno de la defensa de esos símbolos, porque esos símbolos son identidad”. Dicho lo dicho, Fernando, admirador de las grandes comparsas correntinas, se prendió al baile como uno más.

La zona que rodea a la Base Naval marplatense se fue llenando lentamente desde el mediodía. Una columna de Bahía Blanca fue una de las primeras en llegar. Sergio Gómez, uno de sus integrantes, dijo que vinieron “para apoyar a Cristina y a este gobierno, porque creemos que ha sacado al país del pozo en el que estábamos”. Margarita, quien cumple 50 años en mayo, también bahiense, aseguró que ella comenzó a militar en política “por Néstor Kirchner y hoy sigo por Cristina. Fue Néstor el que le sacó toda la ‘caretez’ a la política. Mi madre no tenía acceso a una jubilación porque no tenía los aportes necesarios. Ahora la tiene y eso es algo que años atrás era imposible para los pobres como nosotros”.

Raúl, a quien sus amigos llaman Churro, es un joven de 25 años que vive en Quilmes y que desde hace tres años trabaja para una cooperativa que se encarga de la limpieza en el barrio La Paz. Churro, bostero y riquelmeano, tristón por el adiós de Román, sostuvo que “gracias a la cooperativa que fue creada con ayuda del gobierno nacional, nosotros tenemos hoy un trabajo digno y no andamos por ahí haciendo changas por dos pesos”. Además de ganarse un sueldo, tuvo la posibilidad “de aprender un oficio y de tener hoy el carnet de la Uocra”, que le permite “trabajar en forma independiente en obras de construcción y tener plata para vivir”.

En la fiesta se vendían prendedores con las figuras y los mensajes K, a 10 o 15 pesos, y también remeras a 50 pesos. Estas tenían leyendas relacionadas con la política del Gobierno: “Soberanía es recuperar lo nuestro”. Algunas decían simplemente “YPF”, otras tenían una imagen de la Fragata Libertad. También estaban, como siempre, los puestos de hamburguesas y choripanes, pero entre los comestibles, se destacaba la presencia de una camioneta que vendía tres “combos” de pastas, otros cuatro de fiambres, hamburguesas y salchichas, y otros tres de productos lácteos, a precios populares. Federico y Ricardo, los encargados, explicaron que son dos de los 70 trabajadores de la fábrica recuperada El Amanecer, que desde hace cuatro meses está bajo control obrero.

Cuando comenzó la actuación de la Guardia Nacional del Mar, el primer número coreográfico lo hicieron los chicos y las chicas del grupo, siguiendo los sones de La Marcha de San Lorenzo. Mezclados con los jóvenes de La Cámpora se encontraban muchos militantes de los ’60, que intercambiaban miradas y comentarios. “¿Quién diría, nosotros escuchando esta música militar?”. “Los tiempos cambian, cada vez estamos más cerca de lo que alguna vez cantó Víctor Heredia en ‘Soldaditos de plomo’ (una dura canción contra la dictadura militar). Estamos más cerca de ‘rescatar la gloria de una marcha militar’ y de tener ‘un ejército popular’”, dijo entre risas el militante que fue perseguido durante los años de plomo.

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Los espectadores se desplegaron a lo largo de más de seis cuadras para ver la llegada del buque.
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