ESPECTáCULOS › “AS MALIBRANS”, UNA OPERA MULTIMEDIA MADE IN BRASIL

La tragedia de una cantante

 Por Cecilia Hopkins

Inspirada en la novelesca vida de la cantante lírica española María Malibrán, la pianista y compositora brasileña Jocy de Oliveira ofreció en el Teatro Avenida dos funciones de su ópera multimedia As Malibrans, en su primera visita al país. Con seis óperas en su haber y más de 90 discos editados, De Oliveira es una figura destacada de la vanguardia musical de su país: desde hace 40 años, viene realizando una labor experimental desde la cual sintetiza los lenguajes de música y teatro, plástica y video. Como pianista, además, llegó a estrenar obras que Lukas Foss, Luciano Berio y John Cage, escribieron para ella. En cuanto a As Malibrans, la première mundial tuvo lugar en el Festival Opera de Darmstadt, en Alemania, tras lo cual se presentó en Berlín y Río de Janeiro. El elenco reúne a las sopranos Katia Guedes y Doriana Mendes, la actriz Helena Varvaki y el tenor Ronaldo Victorio, mientras que en imágenes de video, Fernanda Montenegro (protagonista de Estación Central) asume el rol de la “diva virtual”, quien brinda algunos datos de la vida de la célebre contralto, enmarcada en una historia inspirada en la novela de Julio Verne El castillo del Cárpato.
Malibrán fue hija del tenor Mannel García, con quien solía compartir el escenario. Según cuenta la leyenda, ella había debutado en el Othelo de Rossini, en el rol de Desdémona, mientras era amenazada de muerte por su propio padre, en caso de que María incurriese en alguna falla técnica. Pero, aun antes de ésta y otras situaciones traumáticas, infortunadas vivencias de infancia fueron el origen de las crisis de catalepsia que la cantante sufrió desde temprano. A los 28 años, cuando murió, Malibrán había perdido el juicio, había quedado ciega y sin habla. No obstante su corta existencia, llegó a encarnar el ideal de la diva bella y transgresora.
As Malibrans forma parte de una trilogía dedicada a la mujer y cuenta con textos hablados y cantados –elaborados a partir del uso de diversas tecnologías– en portugués, español, francés, italiano, griego, inglés y alemán. Compuesta en cuadros independientes, la escena es permanentemente atravesada por imágenes de video. La pantalla permite un juego de transparencias tal que, sin dejar de apreciar lo que sucede, el espectador completa el conjunto con la presencia de Montenegro y las imágenes que refuerzan una cualidad onírica. Tres personajes femeninos –Ofelia, Desdémona e Ifigenia– construyen un eje alrededor del cual se desarrolla la evocación. Salvo en “Ofelia presa en las cuerdas de un piano”, donde la soprano Doriana Mendes aparece sola, la figura masculina se hace presente desde el lugar de la dominación y la amenaza. Es que la artista eligió a sus personajes en función de su condición de víctimas propiciadas por sus propios padres: Polonio entrega a Ofelia a fin de “curar” la locura de Hamlet, Bravancio repudia a Desdémona y Agamenón propone inmolar a su hija Ifigenia a fin de que las naves puedan partir al frente de combate. Interpretadas sobre cinta electroacústica, estos tres momentos se completan con “Muerte de Desdémona” y “Sonidos del sacrificio de Ifigenia”. La obra se completa con “El maestro y la diva” y finaliza con “Naked Diva”, fragmento que cifra su impacto en la imagen de la soprano Katia Guedes expuesta sobre un dispositivo que le da un aire de instalación performática.

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