SOCIEDAD › DEFINICIONES DEL MINISTRO LINO BARAñAO EN UN CONGRESO DE PSICOLOGíA

Entre la ciencia y la política

El ministro de Ciencia y Tecnología disertó sobre la “Política y cultura desde la perspectiva biológica”, en la Facultad de Psicología de la UBA. “Lo que permite el entendimiento entre individuos, más allá de sus creencias, es la ciencia y la tecnología”, destacó.

“Si queremos llegar a una convivencia pacífica como especie, sin poner en riesgo la paz mundial, ni la religión ni la cultura darán una solución. Lo único que permite el entendimiento entre individuos, más allá de sus creencias, es la ciencia y la tecnología.” Así lo aseguró el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, Lino Barañao, durante la conferencia científica que brindó en el II Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología, organizado por la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Bajo la consigna “Política y cultura desde la perspectiva biológica”, Barañao abordó como ejes el comportamiento humano, los marcos biologicistas, las normas culturales y las prácticas políticas. “Comprender cómo actuamos es importante para lograr algún tipo de entendimiento”, dijo.

Uno de los interrogantes disparadores fue analizar los causantes de la cosmovisión de los individuos y por qué uno piensa de determinada manera. En algunas actividades de la vida diaria hay un indicio de que conservamos “algunos rasgos de la vida tribal” y se puede observar hasta qué punto la historia “condiciona” nuestros mecanismos de relación interpersonal, explicó el ministro, ante psicólogos y especialistas.

“La tecnología fluye entre grupos sin relación entre sí”, remarcó Barañao, luego de explicar cómo la religión históricamente ejerció coerciones, en tanto la cultura marca diferencias entre los sectores. “Hoy por hoy, el avance del conocimiento es una actividad colectiva”, afirmó.

Ante el avance de las nuevas tecnologías, señaló que el ciberespacio, por ejemplo, crea otra perspectiva que no existía en la generación anterior. “La tecnología produce una comunicación e integración muy diferentes –manifestó el doctor en Química–; este papel de la ciencia no sólo como parte del desarrollo económico y social, sino como un freno al fundamentalismo, es un rol que tenemos que reivindicar.”

Por otra parte, Barañao subrayó la “tendencia natural a identificarnos con grupos pequeños” de personas, tal como las tribus. Pero con la civilización llegaron las super-tribus: “Todo esfuerzo político por crear grandes comunidades, por ejemplo la Unión Soviética, terminó fracasando por la subsistencia de sentimientos nacionalistas, que es más fuerte que el sentido político”, manifestó el ministro.

La explicación parte de que el lenguaje permite al humano relacionarse con las personas. Pero, por encima de determinada cifra de personas, el reconocimiento personal deja de existir y empieza el “poder de policía”, explicó. Entonces, aparece una conducta poco social que hace que se creen problemas. Y el hecho de que uno pertenezca a otra tribu (grupo social) lo separa del lazo afectivo y “habilita cometer crueldades que no haríamos con los nuestros”, señaló Barañao. Estos conceptos pueden plantearse, por ejemplo, en las peleas entre tribus urbanas o barrabravas, donde se pone en evidencia la violencia hacia el otro. Los elementos que la justifican, profundizó, son la identificación del otro como “distinto” y el “aval de una autoridad”, tal como fue el visto bueno de la horda siglos atrás. Frente a estas conductas, un camino posible de solución es reconocer estos elementos para superar los rasgos violentos que aquejan a las sociedades.

También abordó conceptos sobre comportamientos y normas sociales. “Para que se acepte la tecnología no se puede imponerla, hay que traducirla al lenguaje común, implica respeto por su concepción del mundo”, aseguró. Para que la ciencia goce de su rol, entonces, se debe superar un “obstáculo cultural” y cultivar la esencia innovadora en empresarios y ciudadanos. “Hay que cambiar la mente”, sintetizó Barañao.

Según explicó, existe una “tendencia a considerar como trascendentes los valores de la tribu propia y a imponerlos a los demás”. En ese contexto, abordó el auge del fundamentalismo. “El arquetipo sobre el tema es el Islam, pero no se suele hacer referencia equivalente, por ejemplo, a las posturas del grupo conservador de Estados Unidos en contra de la teoría de la evolución.” Las palabras de Barañao dieron paso a la reflexión, una vez más: ¿por qué actuamos como actuamos?

Informe: Soledad Arréguez Manozzo.

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Barañao, en el II Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología.
Imagen: Bernardino Avila
 
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