SOCIEDAD › EL UNICO BAR QUE PREPARA UN SECTOR FUMADOR

La Biela se está preparando

Abierto desde 1820 como pulpería, el tradicional bar La Biela dará un paso más en su agiornamiento sin perder su esencia. Con un cerramiento hecho en madera y vidrio, y con una puerta vaivén para que no quede abierto, tendrá un lugar dedicado únicamente a quienes disfrutan con el tabaco. La promesa es que desde la madrugada de mañana el sitio esté listo para recibir a los clientes. “Tenemos que aprender a convivir con quienes fuman”, dice Carlos Gutiérrez, gerente del local de Recoleta.

Saco y pantalón negros, camisa blanca y corbata oscura, sonrisa servicial y cerebro ocurrente, Nicolás, el encargado del salón del bar La Biela, se detiene a hablar en las mesas, porque quien toma su café o whisky ya lo conoce. Con la misma cordialidad se ofrece a hacer conocer el nuevo espacio exclusivo para fumadores. “Seguime, es por acá”, dice. Cruza todo el salón desde la barra hasta la puerta, aún en silencio sale a la vereda. Entonces la duda aparece: ¿La Biela se amplió? ¿Hizo todo un nuevo local para fumar? La incógnita desaparece pronto. “¿Ves ahí?”, señala. “Las rejas de alrededor del gomero ese las pusimos nosotros. Adentro de ese corralito vamos a poner unas mesitas. Sólo para fumadores, el problema va a ser cuando llueva.” El gesto incrédulo del cronista le basta a Nicolás para terminar con la broma: “Es un chiste”, vení.

El nuevo recorrido termina dentro del local. Ofrece una mesa. “Ahora te atiende el gerente”, y ya está otra vez charlando con otro parroquiano. Carlos Gutiérrez regentea la esquina de Quintana y Ortiz desde hace seis décadas. El, cuenta, ya estaba cuando uno de los tantos pisteros que se reunían en la esquina en 1950 llegó al entonces Aerobar con una pieza de su auto rota. Era, claro, una biela y de golpe el lugar fue rebautizado.

Desde la mesa, tomando un descafeinado liviano, Gutiérrez explica los cambios. En la zona del bar que se encuentra sobre Quintana más alejada de la esquina va a estar el sector fumadores. “Va a haber 14 mesas dentro, aunque según la reglamentación podríamos tener 27 o 28. Y también el 80 por ciento de la barra, donde por lo general va la gente que más fuma.”

Los preparativos se terminarán en las primeras horas de mañana. Es que La Biela, abierto de 7 a 3, tiene cerrado sólo cuatro horas por día. “Muchos clientes nos decían qué van a hacer a partir de esta prohibición, entonces decidimos hacer la modificación. Hay que darles una oportunidad a los fumadores. Parece que hay una guerra entre los que fuman y los que no, pero deben tratar de convivir”, argumenta Gutiérrez, que fuma “un habanito de vez en cuando” y que luego de pasar 20 años sin tocar un cigarrillo empezó para acompañar a sus amigos.

Antes de la nueva norma el bar tenía un área apta para el humo y otra, más pequeña, libre de tabaco. En la entrada queda claro, cuando en la puerta recibe con un cartel que avisa: “Este lugar dispone de espacio para fumadores y no fumadores. De acuerdo a la ordenanza 47.670”.

Las especificaciones de la reglamentación van a estar cumplidas, anticipa Gutiérrez. “El lugar no es paso obligado para los clientes, ni está en el camino a los baños y tendrá un sistema de ventilación exclusiva”, asegura.

–¿Y cuánto costó? –quiso saber Página/12.

–Bueno... todavía no está todo terminado... pero unos cuantos pesos.

Aunque no afecta las finanzas de La Biela, Gutiérrez se suma a las críticas de la mayoría de los dueños de bares. “Habría que rever algunas cosas de la ley. Por ejemplo, que los locales de menos de 100 metros cuadrados tengan que ser para fumadores o para no fumadores. Acá no, pero en los más chicos es un problema. Una le y te puede quebrar”, reclama.

La forma de control es otro de los puntos criticados. “El poder de policía no lo podemos tener nosotros. Está mal que la multa sea sólo para el comercio. Porque puede ser que sabiendo que le pueden hacer una multa el cliente no prenda un cigarrillo. Acá el personal está bien preparado para decirle a la gente que no fume o que vaya a hacerlo al lugar cerrado, pero después de eso lo único que te queda es llamar a la policía, es la única forma de cubrirte. Veremos cómo empezamos”, dice y más atrás un señor de traje larga una bocanada.

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