UNIVERSIDAD › BAJARON UN 40 POR CIENTO LOS INGRESANTES A LA CARRERA DE COMUNICACION SOCIAL DE LA UBA

Una estrella que está en declive

Los ingresantes a la UBA decrecieron en promedio un 22,4 por ciento en los últimos cinco años. En el caso de Comunicación esa merma casi se duplicó y contrasta con el estallido de hace quince años, cuando superaba todas las expectativas.


Alguna vez supo ser la estrella de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Sin embargo, cada vez menos jóvenes se inscriben a la carrera de Ciencias de la Comunicación: en los últimos cinco años, el número de estudiantes que ingresaron en el CBC para Comunicación bajó un 40 por ciento, según datos de la propia universidad. Desde la UBA aclaran que hubo una merma en todas las facultades, alrededor de 22,4 por ciento en promedio, y la explican a partir del repunte económico y la aparición de carreras parecidas en otras universidades. De todos modos, el director de la carrera de Ciencias de la Comunicación, Glenn Postolski, admite que también influye la extensión de la cursada.

“Es el fin de la explosión, un reacomodamiento”, explica la subsecretaria de Planificación del CBC, Marta Hughes. “Hace quince años, Comunicación fue un boom y recibió una bestialidad de inscripciones. Ahora se amesetó”, ilustra Hughes, apoyándose en un gráfico que indica cómo de 2004 a 2009 los anotados a Comunicación pasaron de ser 2700 a poco más de 1600, un número similar al que se observaba antes del boom de mediados de los ’90. Para la funcionaria del Ciclo Básico Común, “son modas, parte de un fenómeno que se repitió en varias carreras como Diseño de Indumentaria”.

Glenn Postolski, flamante director de la carrera de Ciencias de la Comunicación, elegido para el período 2010-2012, reconoce la merma de estudiantes y analiza varias causas. Algunas exceden a la propia facultad, como el cuestionamiento social a la figura del comunicador. “Hay una crisis del campo profesional que repercute en el imaginario del estudiante”, expresa Postolski, que como graduado de la carrera recuerda que “en algún momento hubo un auge de ingresantes vinculado con las dificultades económicas que atravesaba el país. Con la recuperación económica, es posible que una porción de ellos se haya volcado hacia las universidades privadas”.

Hughes suscribe a esa hipótesis. La funcionaria cuenta que, en los años inmediatamente posteriores a 2001, carreras como Comunicación “sonaban atractivas para todos aquellos jóvenes que no querían meterse en una carrera muy larga, cuya profesión necesitara un título habilitante, como Medicina o Derecho”.

La caída en la inscripción también puede explicarse a partir del surgimiento y desarrollo de las carreras de Periodismo y Comunicación Social en las universidades públicas del conurbano, como la de Quilmes o la de General Sarmiento. Para Postolski, la principal competencia que hoy enfrenta la UBA no son las carreras privadas de periodismo, sino las de producción de contenidos o entretenimiento. “La comunicación se volvió un campo mucho más complejo y necesitamos ir generando ofertas específicas sobre conocimientos que hoy están vacantes”, señala.

Así, la menor cantidad de ingresantes también permite lecturas relacionadas con la propia oferta académica. “Nuestra carrera es demasiado extensa –admite el director–. La tasa media de cursada de nuestros egresados es de siete años y esto es algo que debemos resolver: cómo adaptar nuestros contenidos, que son muy ricos, a una carrera de grado que no dé un título oficial recién a los siete, ocho años”, ilustra.

La necesidad de una reforma al plan de estudios cobra más fuerza si se piensa que el programa es prácticamente el mismo desde 1985, cuando se fundó la carrera. Hubo diversos intentos de modificarlo a lo largo de los años, pero nunca prosperaron. ¿Existen motivos para entusiasmarse esta vez? “Ahora armamos un espacio de discusión semanal que va a funcionar a partir de mediados de agosto”, cuenta Postolski. Su intención es llegar a las Jornadas de Comunicación, previstas para noviembre, con posibles soluciones a los dos principales problemas de Comunicación: la excesiva extensión de la cursada y la gran cantidad de materias obligatorias.

La propuesta de Postolski es que la carrera tenga la mayor cantidad posible de materias cuatrimestrales, para acercarla a una duración real de cinco años. También pretende reducir el número de asignaturas obligatorias (unas veintiséis conforman el tronco común) y aumentar las optativas, para que haya “mayor flexibilidad en el recorrido de los estudiantes”. No será un proceso fácil y ya se anticipan algunas resistencias. “Es difícil que alguien que hoy está con una materia obligatoria que se propone como electiva vaya a estar contento –evalúa–. Pero también es posible que la modalidad de las optativas, que se dictan un cuatrimestre sí y otro no, permita generar otra forma de trabajar al interior de las cátedras y que resulte beneficioso para docentes e investigadores.”

Para intentar modificar este panorama, el actual director apuesta a la serie de charlas que comenzarán el próximo mes y que estarán abiertas a toda la comunidad educativa. “Queremos ir construyendo consensos a medida que armamos la propuesta.”

Informe: Federico Poore.

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