Ropa limpia, negocios sucios

Stephen Frears

1985

Luego de algunos roles menores en películas como Gandhi y El motín del Bounty –y una carrera un tanto más establecida en la escena teatral inglesa– la encarnación de Johnny en el film escrito por Hanif Kureishi y dirigido por Stephen Frears pondría al joven Daniel Day-Lewis en el lugar adecuado y en el momento preciso. Las actitudes corporales y mohínes puestos en práctica por el actor para encarnar a un gamberro londinense le mostraron al mundo a un nuevo histrión que bien podría haber transitado los caminos del método de Stanislavski. A pesar de ello, la futura estrella tuvo un entrenamiento actoral mucho más tradicional, basado en las añejas convenciones de las tablas británicas. Filmada originalmente como telefilm, Ropa limpia, negocios sucios –el tercer largometraje en la carrera de Frears– sería sin embargo estrenada en salas de cine y su retrato de una relación homosexual e interracial en un Londres marcado a fuego por las políticas de Margaret Thatcher iniciaría una nueva era en el cine social parido en las islas británicas.


Mi pie izquierdo

Jim Sheridan

1989

Un amor en Florencia, de James Ivory, y La insoportable levedad del ser, de Philip Kaufman –sendas adaptaciones de clásicos literarios del siglo XX realizadas a fines de la década del 80–, lograrían que las facciones de Day-Lewis pasaran a ser conocidas en todo el mundo y su talento celebrado como uno de los más grandes de su generación. Sin embargo, la consagración definitiva llegaría con Mi pie izquierdo, que le valdría al actor la primera de seis nominaciones a los premios Oscar (y la primera de tres estatuillas ganadas en todo derecho), al tiempo que terminaba de forjarse su estatura de gigante de la pantalla. Basada en el libro semi autobiográfico de Christy Brown, la historia del joven con parálisis cerebral que logra superar todos los escollos impuestos por su condición, transformándose en escritor y pintor gracias al hábil manejo de una de sus extremidades inferiores, es una de las tantas “historias inspiradoras” que la Academia de Hollywood ha premiado a lo largo de su historia. Para el actor nacido en Londres sería el punto de arranque de su etapa más prolífica.


La edad de la inocencia

 

Martin Scorsese

1993

Esta notable película del más famoso realizador italoamericano es también una de sus más subvaloradas. Daniel Day-Lewis aprovechó la excelente oportunidad para demostrar que la etiqueta de “actor de carácter” no le impedía en lo más mínimo interpretar papeles más sutiles, marcados no solamente por la potencia de la performance física como por el manejo de la mirada en los momentos de silencio. Basado en la novela homónima de Edith Wharton, el film transporta al espectador a una Nueva York olvidada en las brumas del tiempo, en la cual la alta sociedad de la ciudad es atravesada por las pasiones personales sin deberle nada al superficial “cine de calidad” histórico. De alguna manera, la segunda y última colaboración entre director y actor –Pandillas de Nueva York, realizada una década más tarde–, mostraría otra cara de los neoyorquinos del siglo XIX, en tanto Day-Lewis pasaba de encarnar a un joven abogado de clase acomodada a darle forma al líder de una banda de criminales a quien, no casualmente, apodan “El carnicero”.

 


Petróleo sangriento

Paul Thomas Anderson

2007

Más allá de la descripción volcada en el papel por el escritor Upton Sinclair en su novela ¡Petróleo!, para muchos lectores y espectadores la forma física de Daniel Plainview es idéntica a la de su tocayo Daniel Day-Lewis. La impronta del actor ha sido poderosa en casi todos los roles que abordó a lo largo su carrera, pero pocos son equiparables a la huella dejada en el personaje del buscador de oro negro que, en el paso del siglo XIX al XX, parece representar el ascenso vertiginoso y caída brutal del sueño americano. A pesar de haber colaborado solamente en dos ocasiones –aquí y en El hilo fantasma– la filiación Anderson-Day-Lewis merece figurar entre las más famosas de la historia del cine estadounidense. Fue asimismo durante la época del estreno de Petróleo sangriento que comenzaron a circular los primeros amagues de despedida de la actuación, rumor nada extraño considerando su cada vez más espaciada filmografía y la elección de papeles específicos, usualmente muy complejos. La gran excepción a esa norma –casi una aberración, en más de un sentido– es y seguirá siendo su participación en Nine, el musical de Rob Marshall basado por interpósita obra teatral en 8 ½ de Federico Fellini.


Lincoln

Steven Spielberg

2012

Otro papel enorme en otro gran film de Steven Spielberg. Si algo faltaba en la carrera de Daniel Day-Lewis era representar en pantalla a un prócer histórico, que en el caso de Abraham Lincoln contaba con el antecedente de haber sido interpretado por actores de la talla de Walter Huston y Henry Fonda. El Lincoln de Spielberg es complejo y, en ciertas instancias puntuales de la narración, incluso algo ambiguo. El actor inglés adopta ese mismo punto de vista y moldea a una figura histórica que le escapa al tradicional y brillante bronce. Y así como la película en su conjunto utiliza en su provecho las constantes del cine biográfico sin caer en ninguna de sus trampas, Day-Lewis dota al personaje de aristas que poco y nada tienen que ver con la simple imitación de rasgos y actitudes físicas. Podría haber sido una excelente despedida de las pantallas, pero ese capítulo final le correspondió finalmente a El hilo fantasma. ¿O existirá una rentrée en escena en un momento indeterminado del futuro?