El ministro del Interior de Chile, Andrés Chadwick, afirmó ayer que el gobierno del presidente Sebastián Piñera se opone a que “avance el proyecto de una nueva Constitución”, presentado por la ex mandataria Michelle Bachelet cinco días antes de finalizar su mandato. “Hay ciertas cosas que queremos que no avancen, por ejemplo, no queremos que avance el proyecto de una nueva Constitución que presentó la presidenta Bachelet al terminar su período”, aseguró Chadwick.

En el marco de un foro empresarial en la capital chilena, el funcionario consideró que “una Constitución no es un juego, no es un proyecto más” y elípticamente cuestionó el proyecto del anterior gobierno al sostener que las reformas constitucionales “pueden ser necesarias” pero deben llevarse a cabo “dentro de un ambiente de acuerdos y de unidad, y no de iniciativas de última hora”.

“Una Constitución es lo más importante para fijar las reglas de convivencia, en las cuales vamos a desarrollar nuestra sociedad y se va a ejercer el poder por parte de las autoridades”, añadió. También rechazó un proyecto enviado al Parlamento por Bachelet en abril del año pasado, que busca cambiar los quorum y formas de modificar la Constitución, introduciendo, entre otras modalidades, propuestas ciudadanas al respecto.

“No podemos tener una Constitución que pueda ser reformable y modificable fuera del Congreso Nacional, y que pueda hacerse según cualquier mayoría en cualquier momento”, sostuvo al respecto el jefe del gabinete ministerial de Piñera. Para Chadwick, el flamante gobierno está “profundamente comprometido con la estabilidad y la certeza jurídica”, y puso como principal de esa estabilidad a la carta magna.

La propuesta constitucional de Bachelet fue el resultado de un proceso en el que participaron más de 200.000 personas a través de cabildos ciudadanos y asambleas locales que se llevaron a cabo en 2016. “Es el fruto de la reflexión que hemos hecho como comunidad”, señaló la entonces presidente al presentar el texto, y subrayó que “no se trata de partir de cero”, sino que el proyecto “respeta nuestra tradición constitucional”. El proyecto, entre otros puntos reconoce a los pueblos indígenas como parte fundamental del “orden constitucional”, les entrega el derecho a tener representación en el Congreso y reconoce sus derechos culturales y lingüísticos.

La iniciativa que, según Bachelet, se funda en los derechos fundamentales de las personas, pretendía sustituir la Carta Magna actual, que fue impuesta por la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) en 1980 y tuvo algunos ajustes en democracia, durante el gobierno de Ricardo Lagos (2000-2006).

“En nuestro programa existe un proyecto de perfeccionamiento y modernización de nuestra Constitución y lo vamos a impulsar con mucha fuerza. La Constitución debe ser el gran marco de unidad, estabilidad, proyección de futuro de los países y por tanto es muy importante que sea fruto de un gran acuerdo”, dijo. En esa línea, añadió: “Esta Constitución que se presentó hace algunos días atrás, no la conocía prácticamente nadie, ni siquiera los partidos de la Nueva Mayoría de centroizquierda. Esa no es la forma, creo yo”.

La semana pasada, en una entrevista con el diario El País de España, el entonces presidente electo había anticipado que no apoyaría desde el gobierno a la reforma constitucional impulsada por su antecesora. “Esta Constitución que se presentó hace algunos días atrás, no la conocía prácticamente nadie, ni siquiera los partidos de la Nueva Mayoría de centroizquierda. Esa no es la forma, creo yo,” había señalado Piñera. El ahora presidente había anticipado que en lugar de la reforma presentada por Bachelet, él presentaría su propio proyecto. “En nuestro programa existe un proyecto de perfeccionamiento y modernización de nuestra Constitución y lo vamos a impulsar con mucha fuerza. La Constitución debe ser el gran marco de unidad, estabilidad, proyección de futuro de los países y por tanto es muy importante que sea fruto de un gran acuerdo”, dijo.

“Pretendemos desterrar la perversa lógica de la retroexcavadora que se inauguró durante el gobierno de la Nueva Mayoría de centroizquierda, que consiste en destruir todo lo que juntos y con tanto esfuerzo y éxito habíamos construido desde que recuperamos la democracia en 1990,” agregó.