“Es el choque de dos mundos muy distintos” señalan todos los involucrados con Edha. La alta costura y los talleres textiles clandestinos. Los eventines de arte y la policía con sus razzias nocturnas. Los amplios salones señoriales y las habitaciones con colchones apolillados. Lo paradigmático del caso es que esa colisión de opuestos, pero íntimamente relacionados, conviven en el rodaje. Durante cuatro meses de 2017, la casa Basavilbaso en el barrio de Retiro sirvió como su centro de operaciones. Indudablemente cada metro cuadrado de esta residencia construida a comienzos del siglo pasado se siente afín a la protagonista de la entrega de Daniel Burman. “Es maravillosa la puesta. No hay nada librado al azar, las carbonillas, los pasteles para pintar, los maniquíes, las hojas, los cuadros, las plantas, las lámparas que son como obras de arte. Es ese mundo, frío, calculador, estético y bastante geométrico muy propio de Edha”, asegura la actriz Juana Viale, entrevistada por PáginaI12. Por cuestiones relativas al relato, un grupo de costureras acabarán trabajando en su propio estudio, entorno que bien podría ilustrar la tapa de un libro de la editorial Taschen. Con sus cofias grises y el tintineo de las máquinas de coser de fondo, el recinto principal parece una cárcel high class. Durante la filmación, el personaje interpretado por Viale se pasea entre ellas como una guardiana celosa de sus creaciones. En otra habitación Pablo Echarri se prepara para encarnar a Jauregui: “Es un tipo que viene a intentar recuperar a la hija que tuvo con Edha. Es uno más de más en este mundo de claroscuros. Todo el contenido de la serie juega con las apariencias y los puntos de vistas cambiantes, el género tampoco es uno sólo, no la podría definir como un melodrama” amplía el actor.

En la parte alta de la mansión, paradójicamente, se encuentra el submundo más carenciado que la ficción también ansía representar. Por medio de un pasillo se llega al pequeño y estropeado cuarto de Teo, el sujeto interpretado por el español Andrés Velencoso quien tiene motivos para tener a la protagonista en la mira y se volverá su musa.  

Edha está en el centro de la narración todo el tiempo y será, sin saberlo, la conectora de los polos que se despliegan en la serie. Su padre (Osmar Nuñez) la necesita por el negocio, para Teo es su objeto de venganza, está la competencia con Paloma (Julieta Zylberberg), el fiscal Andrés Pereyra (Daniel Hendler) quiere desentramar la red de talleres ilegales. Y eso no es todo. Hay fraternidad, riesgo y enigma en los respectivos roles de Juan Pablo Geretto, Sofía Castiglione y Antonio Birabent. Quizá por eso Viale se refiere a Edha como una entidad monumental con vida más allá de su actuación. “Encarnarla fue un reto porque es una mujer muy complicada para hacer. Para Edha era más fácil porque fue toda su vida así. Pero yo tenía que llegar y meterme en ella. Es una mujer muy distante. De esas personas que no hablan, ni regalan palabra, no les gusta el contacto, tiene una postura y una mirada muy irascible ante la vida. Todo el tiempo marca una capa entre ella y el resto. Se pone un límite para que no la vean. Yo tengo otra personalidad. Por suerte, soy muy distinta a Edha”.