Desde aquel momento en que Leonardo Ponzio sujetó la Copa Argentina y se la entregó a Rodrigo Mora para que la levantara como campeón, y como ejemplo de perseverancia tras su operación de cadera, quedó definido que los equipos más convocantes del fútbol argentino se medirían en la final de la Supercopa Argentina. Al igual que había sucedido en 1976, en la que un tiro libre de Rubén Suñé sentenció el encuentro a favor de los dirigidos por Juan Carlos “Toto” Lorenzo. De un lado Boca, ganador del torneo 2016/17; del otro River, bicampeón de la copa Argentina tras ganarle 2 a 1 a Atlético Tucumán con goles de Ignacio Scocco e Ignacio Fernández. 

Tres meses después del emparejamiento, el panorama se presentó diametralmente opuesto para uno y otro. Fue así que el entrenador Guillermo Barros Schelotto igualó –matemáticamente– el record de Carlos Bianchi como líder del torneo. Mientras que el Virrey estuvo 39 fechas en lo más alto de la tabla entre 98 y 99, el Mellizo ostenta una continuidad de 38, con seis puntos de ventaja frente a Talleres de Córdoba, su próximo rival en la Bombonera. Por su parte, el equipo de Marcelo Gallardo, acostumbrado al éxito y con siete títulos en el lomo bajo su tutela, no lograba enderezar el rumbo y veía cómo su archirrival le llegaba a sacar hasta 24 puntos de diferencia tras 17 fechas de la Superliga (la única diferencia mayor se dio en el Apertura 2008 y fue de 25 puntos). 

Con esos antecedentes no sorprendía que Boca llegara con un once de memoria y el elenco de la banda con interrogantes en su formación. Uno de ellos en la zaga, dilucidado el día del partido cuando el Muñeco se inclinó por la experiencia de Javier Pinola para acompañar a Maidana. El propio defensor surgido en Chacarita cuenta cómo fue la gesta para su segunda vuelta olímpica en el club.

–¿Cómo recuerda la coronación en Mendoza?

–Con mucha alegría, mucha tranquilidad, porque era un partido bisagra para nosotros. Necesitábamos un partido así para volver a lograr esa confianza que, por ahí, muchos habíamos perdido por el rendimiento que veníamos teniendo. A partir de ahí creo que todo se liberó un poquito y volvimos a tener esa alegría que nos estaba faltando. Cuando las cosas no salen uno prueba variantes para ayudar al equipo, no funcionan y te terminás fastidiando con vos mismo. Contra Belgrano, en cambio, se notó que nos soltamos y pudimos continuar con ese envión.

–Irónicamente, Gallardo señaló que venían jugando mal para desconcertar al rival. ¿Pudo pasar que, efectivamente, todos los cañones estaban puestos en la gran final contra Boca?

–La verdad, creo que en la cabeza de cada uno jugaba este partido de forma inconsciente. Lógicamente que estamos en River y tenemos que apuntar a ganar cada partido, porque en una institución así no podés regalar nada. La preparación me pareció muy buena, desde que fuimos el lunes a la concentración se veía un ambiente tranquilo, de alegría, distendido y con mucha confianza de que éste iba a ser nuestro partido. Y así se dio. Lo que dijo Marcelo (Gallardo) nos lo dijo a nosotros, pero fue más que nada una chicana, no fue nada real. Hay que considerarlo así, relajarse un poco y no tomarlo tan a la tremenda. Obviamente que sabíamos que no estábamos jugando como queríamos, pero ganar un partido así te cambia la cabeza.

–¿Cómo vivió el clásico desde adentro?

–Bien, estábamos muy tranquilos, sabiendo lo que nos jugábamos. Teníamos claro que con Boca se iba a poder jugar, que íbamos a poder arriesgar y que la actitud no podía faltar. Era fundamental. A partir de ahí ir ganando confianza, ganando en los duelos individuales, para poder agrandarnos en el buen sentido y hacer diferencias. Sin dudas lo de Franco (Armani) fue fundamental por algo lógico, cuando te ponés en ventaja el rival debe hacer un desgaste mayor para tratar de empatar o dar vuelta el partido. Pero creo que se controló bastante bien y después intentamos aprovechar la situación que se nos dio. Había que tener paciencia y estar frío para capitalizar la chance que sabíamos que se nos iba a presentar. 

–¿En qué momento le confirmó la titularidad el técnico?

–La realidad es que confirmado, confirmado, lo tuve en la charla antes de salir para el estadio. Uno va viendo en los entrenamientos, lo va visualizando en los días previos y tratando de concentrarse, pero la duda estuvo instalada hasta la tarde. Fue bárbaro que no dieran dos pesos por mí, creo que nadie confiaba y eso me sirvió para hacerme más fuerte y demostrar que estaba preparado para ese momento. Fue una gran alegría porque es un partido que todos quieren jugar y más  cuando ganás porque te sentís más feliz aún. Más allá de a quién que le tocara lo importante era que estábamos bien unidos, con el apoyo y la mejor onda entre todos.  

–¿Pudo conversar en la previa con Leonardo Ponzio o Jonathan Maidana, referentes del plantel, que habían participado de las victorias coperas en la Sudamericana y en la Libertadores? 

–No, porque uno sabe, es grande, tiene experiencia y tiene claro lo que significan esta clase de partidos. No hablamos específicamente de este encuentro o de su implicancia porque cada uno sabía lo que estaba en juego. Mirando a los compañeros a los ojos y observando su concentración quedaba claro lo que pensaban. Ya adentro de la cancha empezás a hablar más y uno se tranquiliza. Quería jugarlo y ahí estuve.

–A contramano de las declaraciones con cassette, se lo escuchó varias veces con autocríticas muy fuertes. ¿Considera que le pudieron haber jugado en contra?

–Seguro que puede ser, pero soy de una forma y no la puedo cambiar. Soy sincero y no tengo por qué mentirme. Si lo hago es peor. Por ahí lo negativo cuando uno es autocrítico es que todos aprovechan para pegarte más palazos. Trato de ser realista y de decir lo justo y necesario. Ahora estoy tranquilo, disfrutando y me estoy sintiendo muy bien. Eso es fundamental para mí, para seguir demostrando, para disfrutar de este equipo y para estar cumpliendo el sueño de mi vida.

–¿A qué atribuye el bajón en su nivel respecto de lo mostrado en Central? 

–A muchas cosas. Fue cambiar rápido de equipo, venía sin haber hecho la pretemporada, volviendo de una lesión y al poco tiempo ya estaba compitiendo. En River tampoco tuve mucho tiempo de pretemporada porque en Orlando estuvimos diez días y ya estábamos jugando de nuevo. También está el hecho de adaptarse a un mundo nuevo, a nuevos compañeros y a otro esquema. Además me metía muchas presiones porque trataba de lograr el nivel que había alcanzado en Central. Por eso tuve una charla con Matías Biscay (ayudante de campo de Gallardo) en las últimas semanas para que él me dijera qué era lo que veía y qué podía cambiar. Porque uno, a pesar de ser autocrítico, sincero y ver los partidos de nuevo, llega un momento en el que no ve o se le escapan cosas. Eso me ayudó mucho y decidí volver a las bases, confiar en lo que me hacía fuerte y a partir de ahí ir ganar confianza para poder seguir aprovechando otras virtudes que tengo. 

–¿Podría contarnos algo de esa charla?

–Son cosas relativas más que nada al funcionamiento defensivo. Al final le pregunté sobre cosas personales, qué es lo que veía que podría mejorar y en qué me observaban que estaba fallando. Pequeñas cosas que a uno le abren la cabeza y lo ayudan a recapacitar. 

–El Mundial de Rusia está cada vez más cerca. ¿Lo ve como un tema cerrado o se ve con chances de integrar la lista definitiva?

–Está complicado, pero hasta que salga la lista definitiva uno sigue esperanzado y confiado. Ojalá que a partir del funcionamiento que se vio en los últimos dos partidos sigamos creciendo como equipo porque eso ayudará en lo individual.

–En julio del año pasado se reunió con Jorge Sampaoli en el predio de Ezeiza. ¿Ha vuelto a hablar?

–No, no tuve ningún tipo de contacto. 

–Luego de sortear el partido ante Boca, ¿cuáles son los objetivos de ahora en adelante?

–Seguir funcionando bien colectivamente, que este envión que conseguimos nos pueda dar confianza para ir viendo el River que todos deseamos. Sacar muchos puntos en la Superliga y obviamente la Copa Libertadores, que es fundamental.

–¿Y para qué está River en la Libertadores? 

–Por su historia, por la importancia de su institución, River siempre es candidato. Pero la Copa recién empieza, sólo se jugó un partido y lo importante es hacerse de muchos puntos para clasificar. Después en los mano a mano tratar de sacar diferencia con la clase de jugadores que tenemos. Como decía, será importante aprovechar el envión anímico que nos dio el partido con Boca para lograr un mejor funcionamiento, como se dio en el primer tiempo ante Belgrano. Una vez que estemos sueltos será muy difícil jugar contra nosotros. 

–Hablemos de su conflictiva salida de Central. Porque son varios los jugadores que en el equipo rosarino demostraron buen nivel, incluso se enamoraron del fervor con el que se vive el fútbol en la ciudad, pero después les costó mucho la partida. ¿A qué responde?

–Creo que pasa por la forma en la que viven el fútbol, por el fanatismo y porque uno se identifica mucho. Desde un primer momento me adoptaron muy bien en club, lógicamente por las actuaciones que uno brinda en la cancha. Toda mi vida voy a estar agradecido a Central, es un club que quiero mucho, con mucha gente que se ha portado muy bien conmigo. Sería imposible hablar mal de una institución que estaba muy bien manejada y que tuvo errores como he tenido yo o como tiene cualquiera en la vida. Todo se dio así por el cariño que nos teníamos mutuamente. Fue un paso muy lindo en mi carrera, un sentimiento muy fuerte, pero tuve otras razones para dar este paso y llegar a River. No me arrepiento y el afecto que siento por Central no me lo va a borrar nadie. Tengo muchos amigos en Rosario y muchos ex compañeros con los que me sigo hablando. Son cosas que pasan, uno no se esconde, pero nadie me quitará lo que siento por Central.

–Estuvo más de diez años en Europa, mayormente en el fútbol alemán. ¿El fútbol argentino es tan complejo como las competiciones de allá? 

–El jugador que se destaca en el fútbol argentino puede triunfar en cualquier liga. Con todas las presiones que se viven acá, con todo lo que se habla, es muy complejo. La liga alemana para mí es una de las mejores del mundo, todos intentan jugar, todos van al frente para ganar y se trata de no generar pelotas paradas, pero el fútbol argentino es muy lindo y realmente muy competitivo.        

–¿Se siente más cómodo jugando de zaguero o puede hacerlo como lateral por izquierda indistintamente?

–Estoy dispuesto a jugar donde me necesiten. La velocidad no es todo en el fútbol sino jugarían todos los rápidos. Uno puede ser más lento pero tener más dominio de pelota, ver mejor los momentos para pasar al ataque y no desgastarse. Si uno está bien físicamente no hay problema. Juego donde me toque y eso es decisión del técnico.

–Claudio Tapia, presidente de AFA, dijo que le hubiera gustado que Rodolfo D’Onofrio, presidente riverplatense, le pidiera perdón por las cánticos agraviantes que le dedicaron luego del triunfo en el clásico. ¿Tiene algo para decir al respecto?

–No sé si Rodolfo habló o no, porque vi una captura de pantalla de un programa de televisión en el que supuestamente se había disculpado. Pero desconozco si eso es viejo o si es realmente lo que pasó. Es un tema del que tendrá que hablar el presidente y no yo porque se dirigieron hacia él. La verdad fue algo que surgió en el momento, por ahí por la exaltación, por el momento de haber ganado ese partido. Son cosas que pasan y cada uno podrá juzgarnos como quiera.  

–¿Pero el tema de mantener la guardia alta “porque Macri fue presidente de Boca y Tapia es  hincha de Boca”, como declaró Marcelo Gallardo a mediados de enero, ustedes lo comparten?

–Nosotros nos tenemos que sentir representados por el técnico, así que me encolumno detrás de su declaración. 

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