Después de presentarse a comienzos de abril, tanto en el CCK como en el Centro Montañés, al frente de GOLA (Guitar Orchestra Of Latin America), ensamble conformado por 25 guitarristas, Hernán Núñez actuará mañana y el viernes, esta vez en Espacio Templum (Ayacucho 318, a las 21) con su flamante grupo The Dalton Correction. Se trata de una suerte de combo estelar de la música experimental argentina, que en esta ocasión mostrará su vena más rockera y cancionera. “Será un show doble, porque también estará el Ensamble de Guitarras de Buenos Aires (EGBA)”, adelanta el integrante e instructor de Guitar Craft (laboratorio guitarrero creado por Robert Fripp, uno de sus mentores), y ex Los Gauchos Alemanes. “Un par de años atrás, nos juntamos cuatro amigos que queríamos tocar sin una idea fija y se convirtió en esto. No es un proyecto profesional, pero de repente salió en Berlín un disco en vinilo, Beware of Yarara (2017). Tuvo muy buena recepción en los medios sobre psicodelia, lo que nos extrañó porque no hubo difusión”. 

–Además de psicodelia, el disco debut de The Dalton Correction ofrece blues, rock progresivo, country y hasta matices propios del garage rock, cosa que sorprende, si consideramos su abolengo. ¿Esa era la idea inicial?

–Durante dos años, grabamos de forma esporádica, cuando nos juntábamos. Hicimos unos tres shows y entramos en el estudio. Si bien inicialmente no había ningún plan para hacer un disco, una vez en la sala empezamos a ensayar y de pronto ya teníamos material registrado. Lo disfrutamos, la pasamos bien. Esos estilos musicales tienen que ver con nuestra edad, con los vinilos que nos gustan: el de la Pesada o Combat Rock de los Clash. Es una emoción muy específica. Estamos cantando, también, que es el algo que no solemos hacer. Partimos de los temas propios y eso nos llevó a los covers.

–No se trata de cualquier cover, sino de sendas rarezas del rock argentino de los ‘70, lo que los saca aún más de los estereotipos. ¿Por qué eligieron esos temas?

–Ese es parte de nuestro concepto. Lo que quisimos hacer fue homenajear al rock argentino, por eso hicimos esos covers, que fueron emblemáticos en el verano del ‘69 y del ‘70, así como muy poco difundidos. Está “El parque”, de Luis Alberto Spinetta, que nunca lo grabó él sino la Pesada del Rock and Roll. Quizá haya sido el inicio de Pescado Rabioso... Y luego, “Quiero ser una luciérnaga”, de la Cofradía de la Flor Solar, de la que es fan el violero de Radiohead. Pero todo el disco tiene un espíritu del rock argentino de aquella época. Incluso lo grabamos de esa forma. Es un trabajo catártico, de emociones fuertes.

–¿A qué se debió lo de la yarará?

–Es que hay un tema llamado así, que es una víbora peligrosa y venenosa. De ahí salió. ¡Cuidado con la yarará! Un poco en broma, pero tiene su peso. Lo mismo que el nombre del grupo.

–A ver... 

–Empezamos a ensayar en Flores y en la esquina estaba el Dalton, un bar legendario que sigue siendo igual a cuando fue creado en los ‘70. Una vez, la camarera nos preguntó cómo nos llamábamos y le respondimos “Los Dalton”. Y la Correction se debe a que es un correctivo de la situación Dalton, que es nefasta. Y es que vamos a morir acribillados a balazos...

–Al igual que en sus otros proyectos, ¿esta vez funcionó como director de The Dalton Correction?

–Fue un trabajo en equipo. El rol es muy diferente al de la orquesta y es importante que sea así. Nos conocemos desde hace muchos años y ahí aparece el nexo con eso: de estos proyectos de guitarra acústica. Pero por afinidad y amistad decidimos hacer otra cosa. Con Alan Courtis (Reynols) hicimos cosas para mi grupo Santos Luminosos y también para sus proyectos. Con Gustavo Villaverde (The Walrus) nos aunó los Gauchos Alemanes y con Marcelo O’Reilly (Helicópteros) estuvimos en la Liga de Guitarristas. Esto es una gran fuente de contacto y de trabajo.

–Teniendo en cuenta que vive en Berlín desde hace décadas, ¿cuánto de nostalgia hay en esto para usted?

–Si bien se extraña, tengo la suerte de venir regularmente para brindar cursos y conciertos. Hace unos diez años decidimos no hacer más cosas en Buenos Aires. Lo último importante que hicimos fue en 2007 con Robert Fripp, en el ND Ateneo. Fue semana de shows con La Liga... 

–¿Fripp escuchó a The Dalton Correction?

–Sí, claro, y le gustó. Ya nos estamos moviendo con el repertorio nuevo, que está yendo para otro lado. No va a ser lo mismo porque no hay un plan. Aunque, conceptualmente, nos mantendremos fieles al formato. Era lo que queríamos. No somos una banda de rock clásico, pero somos rock. Incluso estamos viendo de hacer “Pibe”, de Pescado Rabioso, que Spinetta nunca grabó.

–¿Entró en el rock de la mano de las bandas argentinas?

–Entré con los Stones y Los Beatles. Pero a muy temprana edad, a los 12 (ahora tiene 60 años), empecé a estudiar guitarra con Edelmiro Molinari, a quien le agradezco mucho porque me enseñó un montón. Y al poco tiempo me fui a Europa y empecé a ver a bandas grandes. Los conciertos de Pescado Rabioso me marcaron para toda la vida. Eran más bien eventos. Y en los ‘80 empezó la fase con Robert.

–¿Y por qué no quiso ser un artista masivo o popular?

–No fue una decisión, se dio así. Cuando volví en los ‘90, me pusieron el mote del “Fripp argentino”, por mi relación con él y con King Crimson, lo que me jugó en contra. Pero ya pasó. Ahora soy parte de los Dalton Correction. Otra cosa.

–Es curioso que vuelvan al rock más esencial y tradicional cuando la tendencia en esta época radica en la experimentación musical... 

–Luego de tanta experimentación, necesitábamos hacer un poco de rock. El tema de lo experimental tiene sus cosas: puedo grabar unos sonidos, samplear, crear una instalación y cantar en una pecera. Y, en algún punto, también precisaba estar en una banda. Sentí la necesidad de tocar bien. Era una vuelta a las raíces. No lo niego en lo absoluto. Creo que vuelve la canción, la de tres acordes. El origen de todo.