“La diversificación de mi trabajo es lo me impide caer en la rutina”, dice Gabriel Senanes mientras relata los destinos de varias de sus obras en los últimos tiempos, aquí y en otras partes, entre discos y estrenos. Compositor y director, y varias cosas más, Senanes encarna lo que podría definirse como “un músico en general”, un artista de perspectivas amplias y abiertas, por sobre los géneros, sus retóricas, sus ámbitos y sus discusiones. En su idea de música entran también la docencia y la gestión –fue Director General y Artístico del Teatro Colón, Director de Música de la Ciudad de Buenos Aires–, así como la preparación de músicas de otros –supo arreglar para Martha Argerich con Mercedes Sosa y la Camerata Bariloche, para Leopoldo Federico, para Peteco Carabajal y para Charly García, por nombrar algunos–. Y también el periodismo, que ejerció a través de la crítica musical, con una poco frecuente capacidad para combinar agudeza técnica y sentido del humor. Compuso para el teatro de Mauricio Kartún y Abelardo Castillo e hizo canciones con Enrique Cadícamo, Hamlet Lima Quintana y Teresa Parodi, por ejemplo, además de ponerle el cuerpo a los escenarios con su Trío Senanes 3, por hablar de uno de sus proyectos más recientes.

“El único principio de orden que logré es el de dedicarme a una sola cosa por vez. Bifurcarse es un riesgo, sobre todo en este oficio artesanal que llamamos composición, que sin duda resulta más productivo cuando se ejerce por lo menos con una momentánea dedicación exclusiva”, asegura Senanes.”Cuando te metés en la composición de esa manera, entrás en un estado vigilia permanente, todo el día atento a cada idea y sus posibles desarrollos. Sentís que la obra se va haciendo dentro tuyo, y llega un momento en el que no hay separación entre el trabajo y lo otro. Así me pasó con esta obra para viola y orquesta”. Senanes se refiere a Fragmentos (Des) Concertantes, la obra que hoy a las 20 en el CCK estrenará Elizabeth Ridolfi como solista, junto a la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto, dirigida por Gustavo Fontana. El programa se completará con dos obras de Astor Piazzolla: Tangazo y Tres movimientos tanguísticos porteños.

–¿Cómo surgió la idea de componer una obra concertante para viola?

–Elizabeth Ridolfi me llamó un día para pedirme una obra para viola y casi en paralelo Luis Gorelik, que entonces era el director artístico de la Filiberto, me pidió una obra para esta orquesta, en la que Elizabeth es la solista de viola. Estas coincidencias me dieron pie para plantear una obra que dejara satisfechos a ambos: un concierto para viola, que además es un instrumento con el que tengo una buena relación. Recuerdo que cuando fui director artístico del Colón estrenamos, con la Filarmónica de Buenos Aires y Paul Neubauer como solista, la versión original del Concierto para viola y orquesta, de Bela Bartok. Fue la primera ejecución en Latinoamérica de una obra de la que hasta entonces se tocaba la versión en base a adaptaciones de William Primrose, para quien Bartok había comenzado a componer el concierto que no terminó. Neubauer, alumno de Primrose, reflotó la versión original de Bartok, que Primrose había considerado “intocable” por las dificultades técnicas. En fin, a esa altura yo ya había escrito música para Neubauer y entrado al universo de un instrumento cautivante, que extrañamente no tiene tanta literatura como merece, comparado con otros instrumentos de cuerda. Así que me entusiasmó la idea de hacer un aporte a ese instrumento y así fue que estuve meses pensando y viviendo en “modo viola”, soñando con el instrumento. En fin, componiendo. 

–¿Qué lenguaje utilizó para esta obra?

– Fragmentos (Des) Concertantes es una obra de alguna manera abstracta, respecto a otras obras mías, pero con recurrentes referencias a géneros. De ahí la idea de “desconcertante”. Son ocho fragmentos, con apariciones de las cosas más diversas, estilos y referencias varias, pero escrito en una línea por ahí más vinculada a lo que podríamos incluir en la llamada música clásica contemporánea. Digamos que en esta obra hay una exposición de ideas personales, interrumpidas con algunas apariciones desconcertantes, reminiscencias de otras cosas. En ese juego se articula una trama formal compleja, basada en la evolución de esos materiales. Hay un nivel de exploración y condensación bastante fuerte en esta obra, que además es desafiante para el solista y no es algo que me haya propuesto, resultó así. El instrumento me fue llevando y yo me dejé llevar, sabiendo que la destinataria era una instrumentista como Elizabeth (Ridolfi), que preparó esta obra con enorme dedicación.

El segundo volumen de Antología sonora con su obra de cámara; la producción artística del disco del contrabajista argentino radicado en Estados Unidos Pablo Aslan, con el cuarteto de cuerdas Petrus; su Sinfonía for four strong strings incluida en el disco del violinista italiano Alberto Bologni recién editado en Londres; el estreno mundial en Rumania de Resolana con la Orquesta Filarmónica de Pitesti dirigida por José María Ulla; el estreno en París de la Suite Girasol para saxo soprano y cuarteto de cuerdas, que escribió para Claude Delangle; la música para Blum, la pieza teatral de Enrique Santos Discépolo, que estrena en julio en el Teatro Regio con Humberto Tortonese como protagonista. Estos es algo de lo inmediato en la agenda próxima de Senanes. Músicas varias, líneas que se cruzan y se retroalimentan. Diversidades complementarias. “A los 4 años aprendí a usar más o menos mal el tocadiscos, y escuchaba, hasta dejarlos lisos, discos de Brahms, Parker, Ellington, Bach, tango y folklore de mi papá, a quien además veía cantar con su guitarra en casa. De ahí me quedó una visión anti aristocratizante de las artes. Sobre todo trato de que me surja música sin vacíos expresivos”.

–¿Encuentra alguna particularidad en la música que se hace hoy en la Argentina?

–Mirando hacia atrás y hacia los costados, nuestro país es siempre producto de altibajos. En una perspectiva de veinte años hasta hoy, creo que se han desarrollado nuevas generaciones que impulsaron un movimiento creativo interesante. También dentro de la música clásica y contemporánea, aun con sus diásporas. Pero no se si esto basta para definir una época. Esos altibajos los tiene sobre todo el rol del Estado, oscilando en su apoyo, sobre todo a las expresiones menos comerciales, que no podrían de otra manera sustentarse. Pero esas adversidades sirvieron para el cuero de los creadores para enfrentar cualquier viento en contra. Desde mi lugar, traté de mantener una vocación a pesar de todo. Con los márgenes de libertad de que disponemos, con los estímulos que nos llegan, hemos ejercitado un músculo que más allá de los resultados estéticos, que serían parte de otra discusión, nos mantienen en movimiento. Por eso es importante cuando en la Argentina se estrenan nuevas músicas. El encargo de obras por parte de Orquesta Nacional de Música Argentina es parte de su misión. Ese también es el sentido que tiene que tener el organismo. Es la manera que tenemos de hacernos oír.