Después de años de lucha, por fin ha comenzado a tratarse en el Parlamento la cuestión del aborto legal, seguro y gratuito como política pública. Y una vez más, como es costumbre de la derecha reaccionaria y conservadora de nuestro país, nos encontramos frente a una discusión antediluviana. El mismísimo día del inicio del debate en comisiones se vuelve a jugar la carta moralista, humillante, perversa, que hace foco en la vida (y también en la muerte) de los pobres: un proyecto de "Asignación Universal por Hijo por Nacer". A una lectura desprevenida podría parecerle un gesto bienintencionado, sin embargo, encierra todo un arsenal racista que es necesario desmontar:
 

  • Respecto a la propuesta propiamente dicha, hay que decir dos cosas: primero, que ya existe una Asignación Universal por Embarazo, que se empalma con la Asignación Universal por Hijo y por ende protege a niños, niñas y adolescentes hasta los 18 años; y segundo, que ambas se inscriben en el sistema de seguridad social dentro de la ley de asignaciones familiares (es decir, no son "planes" sino derechos).
     
  • Uno de los supuestos en los que se basa la propuesta es que las mujeres de los sectores populares consideran como "una bendición" a sus bebés, haciendo al mismo tiempo una generalización que no se condice con la realidad, y un recorte de clase que mandata a las mujeres pobres a sentirse bendecidas en caso de embarazo, obturando toda discusión sobre deseo gestante y también sobre condiciones materiales de vida.
     
  • Pero no sólo entienden que el embarazo per se es una bendición, sino que duplican la dosis de perversidad y proponen un plus en el monto de la AUH para los embarazos producto de una violación.
     
  • Pero hay más, porque la iniciativa incluye la apertura de centros médicos con ginecología, psicología, asistencia legal y social para acompañar a aquellas mujeres que hayan sido violadas y definan seguir adelante con sus embarazos. Cabe en este punto decir que eso ya existe, dado que en todos los efectores públicos de salud trabajan profesionales de diversas disciplinas que abordan problemáticas de este tipo.
     
  • Sin embargo, la cuota de cinismo se sigue multiplicando, ya que quienes promueven la iniciativa llegan a afirmar que, en casos de abuso sexual sistemático, el embarazo opera como freno al mismo. Además de desconocer que las mujeres embarazadas siguen siendo objeto de violencia de género en todas sus formas, sugiere que el embarazo producto de una violación es una alternativa posible de salida a una situación de abuso sexual, cuando lo que debe haber son políticas públicas y un sistema judicial ágil que proteja a las mujeres y ponga fin al maltrato.
     

En 1827, mediante un decreto firmado por Bernardino Rivadavia, la Sociedad de Beneficencia de la Capital reglamentó la entrega anual de Premios a la Virtud, que entre otras cosas premiaba el amor filial y la abnegación de la mujer pobre. El proyecto de Asignación Universal por Hijo por Nacer nos reenvía directamente al siglo XIX, pero con un ingrediente novedoso: si en aquel entonces se pretendía docilizar a los pobres para que aceptaran su posición en la estructura social, hoy se suma la necesidad de que se asuman no sólo en su pobreza sino ‑y sobre todo‑ en su abyección: no es la pobreza digna de la que hablaban las clases dominantes del 1800, es la pobreza humillada, despojada de humanidad, irreconocible como ser humano.

Si sos mujer, pobre, víctima de abuso sexual y quedas embarazada producto de una violación, tu destino es asumirlo sin rechistar. Es un punto álgido de la hipocresía: cuando las prestaciones asistenciales se fundamentan en la redistribución de la riqueza, los sectores populares son demonizados y acusados de parásitos; cuando se basan en la moralización, son válidas. ¿Qué dirá ahora el reservorio moral de la Nación, el que grita a viva voz que las mujeres pobres se embarazan para acceder a un subsidio? ¿Acaso dirán que en realidad prefieren ser violadas para cobrar un plus?