Si el árbitro toma decisiones que no gustan, cambian el árbitro. Si el peritaje no dice lo que quieren que digan, cambian a los peritos. Ese es el contenido de fondo de lo que –según la defensa de Diego Lagomarsino– está ocurriendo con la causa de la muerte de Alberto Nisman. La semana pasada, los abogados del informático que le prestó el arma a Nisman pidieron la nulidad de la decisión del fiscal Eduardo Taiano, quien ordenó una nueva pericia sobre la muerte de Nisman. Taiano resolvió que el estudio lo haga la Dirección de Pericias y Asuntos Forenses de la Gendarmería Nacional, sacando virtualmente de la cancha a los seis criminalistas que ya estudiaron el caso anteriormente y a los 15 forenses que dictaminaron sobre lo sucedido. La conclusión de criminalistas y forenses fue que no había nadie en el baño en el momento del disparo (criminalistas) y que no se observa acción homicida (forenses). O sea, lo habitual de alguien que se quita la vida: tácitamente, que Nisman se suicidó. Como esas conclusiones no le gustaron al aparato judicial ni al macrismo ni a la ex pareja de Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado, se resolvió el cambio de peritos. Los que intervinieron anteriormente “estarán a disposición para ser consultados”, en otras palabras, los corren a un costado. Los abogados de Lagomarsino pidieron la nulidad, el fiscal y el juez la rechazaron sin dar ninguna explicación y ahora el caso llegará a la Cámara Federal para su resolución. 

El pedido de nulidad de la nueva pericia fue presentado por los doctores Gabriel Palmeiro y Martín Chasco ante Taiano, quien tiene delegada la investigación. El juez de la causa es Julián Ercolini. Como se recordará, después de una larga batalla, la Corte Suprema ordenó que la investigación quede a cargo de la justicia federal. Era lo que quería Arroyo Salgado. El pase a Comodoro Py se dio de manera insólita: fue producto de una declaración testimonial del ex jefe de espías, Jaime Stiuso, quien dijo que a Nisman lo mató algo así como un comando iraní-venezolano con ayuda del gobierno kirchnerista. No aportó ni una sola prueba. Debió haber sido imputado por falso testimonio, porque 12 meses antes había declarado todo lo contrario, pero de inmediato la jueza Fabiana Palmaghini se declaró incompetente y envió el expediente a Comodoro Py. Un tiempo después, Palmaghini señaló en una entrevista que estaba arrepentida. 

La causa aterrizó en el más político de los fueros, el federal, alineado con la Casa Rosada y, sobre todo, en contra del gobierno anterior. Los primeros pasos de Taiano exhiben hacia adonde va la pesquisa. En primer lugar, pidió que se investigue a la fiscal Viviana Fein y al ex secretario de Seguridad Sergio Berni por su actuación la noche en que se encontró el cuerpo. Pese a que todos los peritos, incluyendo los de Arroyo Salgado, señalaron que no se alteró la escena de la muerte, Taiano adujo que hubo demasiada gente en el departamento de Le Parc –sobre todo prefectos, funcionarios y familiares del fiscal muerto– buena parte sin cumplir ninguna función. Hasta Arroyo Salgado dijo que era “desviar esfuerzos judiciales de lo que debía ser el centro de la investigación, la muerte misma de Nisman”.

El segundo paso ordenado por Taiano es el más trascendente. Todas las partes participaron de las dos pericias que se hicieron, la de los forenses y la de los criminalistas. Y todas las partes estuvieron de acuerdo en hacer una pericia multidisciplinaria, es decir, que confluyan todos los que trabajaron en el caso, sumando a algunos expertos más. Taiano, en cambio, le dio la conducción de la nueva pericia a la Gendarmería y ni siquiera ordenó que fuera obligatoria la participación de los que ya intervinieron en el caso. 

El argumento es que “ninguna de las dos pericias anteriores permitió acercarse a la causa de la muerte del doctor Nisman”. La defensa del informático Lagomarsino contestó que ocurrió todo lo contrario: 13 de los 15 forenses señalaron que Nisman murió el domingo 19 de enero a la mañana y que el disparo fue a menos de un centímetro de distancia, en la sien, levemente de adelante hacia atrás y de abajo hacia arriba. Por su parte, cinco de los seis criminalistas concluyeron que “no se observa el tránsito de ninguna otra persona en el baño”. La combinación de ambos estudios deja tácitamente planteado el suicidio, porque si no había nadie en el baño, quien disparó fue el propio fiscal, y si el tiro fue en la sien, a menos de un centímetro de distancia, se trata de un disparo típico de suicida. A esto se agrega que los 13 forenses consideraron que la muerte fue el domingo a la mañana, es decir cuando Lagomarsino no estaba en Le Parc sino en su casa y en un supermercado cercano. En su momento, la fiscal Fein resumió: “no hay una sola prueba, ni una sola evidencia, que me marque que a Alberto Nisman lo hubieran matado”.

La orden de Taiano –aprobada por los abogados de Arroyo Salgado– es hacer borrón y cuenta nueva y sacar del escenario a los anteriores forenses y peritos. El escrito de la defensa de Lagomarsino sale al cruce de lo decidido por el fiscal, marcando que sí hubo conclusiones y que no hay motivo alguno para correr a los especialistas que intervinieron antes. 

Cuando la defensa de Lagomarsino pidió la nulidad, el juez la rechazó in límine, sin dar argumento alguno. Ante esa situación, los doctores Palmeiro y Chasco apelarán a la Cámara Federal.

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