La fiesta de la palabra –“La poesía no se ajusta”, coordinado por Patricia González López, poeta y creadora de este espacio en el programa El gato escaldado de César Litvin, que va los domingos de 7 a 10 por la AM 750 – convocó a una multitud en el  pabellón azul de la Feria del Libro. “La poesía no se ajusta porque la define la desobediencia y la expansión”, dijo Paula Jiménez España en el stand del Grupo Octubre, donde leyó sus poemas junto a Claudia Masin, Margarita Roncarolo y Diana Bellessi. “Sí estamos ajustados en la posibilidad de acceder a los textos, dado el valor impagable de los libros por la época oscura que nos toca transitar –advirtió la poeta que escribe en los suplementos Las 12 y Soy–. La poesía nos salva y que seamos tantos hoy acá es la mejor muestra de cuánto nos convoca y cuánto la necesitamos”. Jiménez, autora de Ser feliz en Baltimore, Espacios Naturales y Terrores nocturnos, entre otros títulos, leyó un puñado de poemas inéditos.

Antes de compartir unos poemas inéditos inspirados en películas, Masin, poeta y psicoanalista chaqueña que vive en Buenos Aires desde 1990, leyó un breve texto sobre el nombre del panel. “La poesía no se ajusta, es siempre plus, gasto, exceso. En épocas macristas, es decir en épocas mezquinas, individualistas, el discurso dominante, oficial, propicia entusiastamente el odio al otro, el miedo al otro. La poesía, en cambio, es ese terreno de la empatía con el otro. No se ajusta ni se ajustará jamás a esa lógica neoliberal”, subrayó la autora de Bizarría, La plenitud y La cura, entre otros poemarios. Roncarolo aseguró que se queda con el “no”. “No se ajusta ni la poesía, ni se ajustan las tarifas, ni se ajustan los cuerpos, ni se ajustan los embarazos, ni se ajustan las paritarias, ni se ajusta la salud, ni se ajusta la educación, ni se ajustan los profesorados, ni nos vamos a ajustar nosotros, que nos quieren hacer sentir culpables de haber sido felices un par de años atrás. No nos ajustamos”, afirmó la poeta y cofundadora de la editorial Guacha Editora.

Roncarolo no leyó los poemas; los interpretó con vehemencia, como si fuera “una loca inofensiva”, como advierte en un verso. Puso el cuerpo y se puso de pie y caminó por el pequeño escenario, como si estar sentada, mirando las páginas de sus libros, fuera una actividad demasiado pasiva. Para cerrar, arremetió con su poema “Consideración a todos los que me gritan por la calle ‘Mamarracho’ porque a los 60 años llevo el pelo pintado de rosa”: “porque lo mío no es el arte por el arte/ El color rosa en el pelo es/ una declaración de guerra/ una guerra suave sin sangre…” Cuando concluyó con el último verso-grito del poema “¡Rosa o muerte!”, el público la ovacionó. Entre los poemas que leyó Bellessi quizá “La resistencia”, del libro La rebelión del instante, fue el que más resonó, como un signo de estos tiempos.