Al declarar por primera vez en el juicio que se le sigue en su contra, el cura Justo José Ilarraz, acusado de abuso sexual y corrupción agravada de chicos de entre 10 y 14 años en Paraná, aseguró que es inocente, que fue víctima “de un plan orquestado” por un seminarista que “le tenía celos”, que hubo un complot en su contra y que fue presionado por el obispo Estanislao Karlic para confesar su culpabilidad.

“Ilarraz dijo que todo fue un plan orquestado por una de las víctimas, Hernán Rausch, que fue convenciendo a psicólogos, obispos, sacerdotes y compañeros de seminario”, dijo el fiscal Francisco Ramírez Montrull tras la jornada del proceso que se desarrolla a puertas cerradas. El letrado remarcó que Ilarraz aceptó que le hicieran preguntas, por lo que se le indagó sobre “por qué alguien pudo pergeñar semejante plan y él volvió a decir que eran los celos de Rausch, porque él generaba ‘fascinación’ entre los seminaristas”.

“Eso puso celoso a Rausch” dijo el fiscal por lo cual el joven, que era menor de edad, “ideó un plan en su contra.” En tanto, al consultarle sobre si la víctima pudo convencer a todos, incluidos funcionarios judiciales y los tres últimos obispos de la diócesis de Paraná, Ilarraz contestó que “sí” y que se “alió con las otras siete víctimas y varios sacerdotes”.

De ese supuesto plan conspirativo en su contra habrían tomado parte los tres últimos obispos que gobernaron la diócesis de Paraná: Estanislao Karlic, de 1983 a 2003; Mario Maulión, de 2003 a 2010; y Alberto Puiggari, en funciones desde 2011. Según Ilarraz, el plan buscaba también “otros curas que quieran desestabilizar a Puiggari”.

Durante su declaración afirmó que todas las víctimas “mienten”, según él “por celos, envidia, por mentir e imitar, y para perjudicarlo”, y “buscó contradicciones en los relatos” de las siete víctimas que declararon durante las audiencias.

Por otro lado, el fiscal detalló que Ilarraz “reconoció las cartas en las que confiesa los abusos” pero también aseguró que las escribió “confundido y presionado” por Karlic, para que finalice la investigación interna “porque si no, perdía el sacerdocio”.

En esa carta, escrita el 18 de enero de 1997 como confesión ante el Tribunal Eclesiástico del Vaticano, Ilarraz reconoció los abusos y confesó haber tenido “relaciones amorosas y abusivas con seminaristas menores”.

Esta es la segunda vez que Ilarraz declara en el proceso que se inició en 2012, tras haberse expresado en junio de 2014, frente a la jueza de instrucción de la causa en ese entonces, Paola Firpo. Allí también sostuvo que “todo era un plan orquestado en su contra que nace de una mentira tremenda, que duele en el alma pensar que haya motivación y tanto odio para crear semejante mentira”.

“Yo nunca jamás abusé, nunca tuve relaciones sexuales y por eso quiero decir que esto es una tremenda y ridícula mentira que ha destruido mi alma y a mucha gente, pero aunque parezca ridículo quiero decir que yo los he perdonado y siempre esperé el arrepentimiento de ellos”, afirmó en esa ocasión ante la jueza Firpo. 

Por su parte, Sergio Romero, una de las víctimas del abuso sexual, declaró mas temprano acompañado de Fabián Schunk, Maximiliano Hilarza y el propio Rausch, todos declarados víctimas de Ilarraz. “Me saqué de encima el ahogo que tuve durante 27 años”, dijo Romero y señaló que declaró “motivado por mi mujer y mi hijo. quise contar lo que sabia, porque durante 27 años no pude hacerlo y quiero sanar con la palabra y la verdad, necesito cerrar un ciclo de mi vida”.

Reveló que al dejar el sacerdocio, religiosos superiores le aconsejaron mudarse de Paraná “porque nadie le daría trabajo a un ex cura”. Dijo que por eso fue a vivir a Córdoba y ahora vive en la localidad de Alto Valle, donde ahora trabaja como docente.