El titular de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas, Pablo Biró, está convencido de la inexistencia de errores en la conducción política y económica del gobierno de Mauricio Macri y de que todo forma parte de un programa que incluye la destrucción, por ejemplo, de los derechos laborales y de protección social. En todo caso, lo que le preocupa es la falta de respuesta adecuada desde la oposición política y, sobre todo, desde la conducción de la CGT. Insiste en la urgente necesidad de renovar la actual conducción de la central obrera que ha quedado “desautorizada” y plantea, sin vueltas, que “no hay otro escenario que el de confrontar” porque el colapso del país es inminente y ese conflicto debe ser conducido por la CGT con un programa y la fortaleza suficiente que obligue al Gobierno a convocar a un verdadero diálogo social.

–¿Cómo ve el panorama actual de la Argentina?

–Con muchísima preocupación, porque se observa al Gobierno con un rumbo general incorrecto en la economía que termina en un colapso, en una crisis muy profunda desde lo social y lo grave es que no hay respuesta desde las instituciones. Por ejemplo, la oposición política no está dando respuesta adecuada pero el movimiento obrero tampoco, por lo que se puede decir que no hay quien los frene. Además de llevar adelante una política equivocada, los funcionarios del Gobierno están subidos al púlpito de la soberbia y no escuchan las voces de alerta, por eso veo con preocupación la política económica, la social e incluso la sindical.

–¿La corrida cambiaria o el recurrir al FMI es fruto de la incapacidad del gobierno de Macri o nada de lo que hacen es por error o azar?

–Nosotros debatimos de manera permanente con compañeros del mundo sindical sobre esta situación y muchos creen, a mi entender de manera equivocada, que este Gobierno es funcional a los capitales financieros, especulativos y a las patronales y empresarios. Pero, para mí, ellos son el capital especulativo, el capital financiero y son los empresarios que tomaron el Gobierno y toman todas las medidas conducentes para generar la crisis que les permita profundizar estas medidas que sin una situación social muy conmocionada no pueden llevar adelante. Ellos van a tomar deuda por 30 mil millones de dólares al FMI cuando están tirando al mercado especulativo mil millones de dólares de reservas por día. Es más, si tomamos por ejemplo el sector aeronáutico, los funcionarios del Gobierno dicen que a la línea aérea de bandera hay que reducirle costos excedentes y le sacan recursos que significan unos 100 millones al año, pero al mismo tiempo y en un solo día vuelcan mil millones de dólares para bajar unos centavos el valor del dólar. Tienen claro lo que quieren hacer, desembarcan con sus empresas, sus socios y negocios pero no tienen noción de las consecuencias de las decisiones que toman. Y muchas de esas consecuencias ya se están viviendo.

–Encima ahora estará la injerencia del FMI.

–Ojo, el Fondo ya opinó sobre la reforma previsional, que es muy perjudicial, pero llegarán los requerimientos del Fondo que tiene que ver con el congelamiento de las jubilaciones por unos años para que impacte menos en el PBI. Así que las generaciones que nos precedieron ya están afectadas pero las que nos sucedan, nuestros hijos y nietos, van a tener muy comprometida la vida porque se vivirá trabajando sin poder reconstruir el entramado productivo del país. La burguesía nacional, los empresarios nacionales van a desaparecer; las patas de las transnacionales se están adueñando de todo y por eso insisto en que el panorama es súper complicado si desde lo institucional y lo orgánico no se les da una adecuada respuesta porque no tienen a nadie que se les plante y los pare.

–¿A qué se refiere con respuesta inadecuada?

–A que puede traer un cierto grado de anarquía porque muchos sindicatos van a comenzar a tomar acciones por su cuenta y eso traerá complicaciones desde el transporte, la logística, la producción. El impacto que esta política está teniendo en los sindicatos de la industria es importante porque se producen cierres en pequeñas y medianas empresas o despidos o suspensiones y el escenario es bastante complejo.

–En este contexto, ¿es importante que se renueve la conducción de la CGT para confrontar el programa político del Gobierno?

–Van a suceder una o dos cosas. Los que tienen las mayorías para manejar los cuerpos orgánicos permiten que haya una representación institucional de nuestra CGT que defienda los intereses de los trabajadores o el movimiento obrero va a terminar con varias centrales obreras, como ya sucedió en otros tiempos. Pero lo que no va a suceder es que los intereses de los trabajadores no se defiendan. Por eso, lo mejor que nos puede pasar a los trabajadores es que los compañeros que ocupan los espacios de conducción entiendan que hay una demanda que tiene que ser satisfecha y no puede ser que hagan un documento crítico y pidan de manera enérgica una mesa de diálogo social.

–¿Y eso está mal?

–Nadie negocia con débiles. Mire, ya se pidió que se corrija el rumbo económico y ante la ausencia de respuesta ahora lo que hay que hacer es pasar a la acción. A mí me parece que la posibilidad de negociar está vinculada a la posibilidad de hacerlo de igual a igual, desde una posición de fortaleza, porque no puede ser que sigamos yendo para atrás perdiendo derechos todos los días. Esta devaluación permanente de la moneda, la corrida del dólar, las tarifas, hacen que se pierda calidad de vida donde el salario sólo sirve para la subsistencia y nada más, como si los trabajadores no tuvieran derecho a la salud, la educación, al desarrollo e incluso al ocio y al descanso. El Gobierno está embistiendo muy fuerte y algunos dirigentes estamos llamando la atención a los compañeros que representan a organizaciones más numerosas y más potentes que se pongan al frente o den un paso al costado y acompañen a los que estamos dispuestos a llevar adelante las acciones necesarias para frenar este avance descomunal contra los trabajadores.

–¿Por qué cree que la conducción de la CGT no reacciona? ¿Temor, incapacidad o acompañamiento de las políticas del Gobierno?

–Tengo un profundo respeto por los dirigentes que ocupan circunstancialmente los cargos y todo hay que analizarlo en el contexto político e histórico que ocurre. Y la síntesis que nos trajo hoy es un triunvirato que nace a partir de una unidad forzada para tener representación de tres sectores que no podían por separado constituir una mayoría por sí mismos. Y después ocurrieron varios eventos, fruto de las discusiones internas de esas facciones, que derivaron que en un acto le pidieran que pongan la fecha de un paro nacional y terminaron desautorizados porque no pudieron dar una respuesta. Entonces, cuando por fin le ponen una fecha, el paro no fue tan contundente. Es muy difícil conducir después de que se fue desautorizado, por lo que para poder hacerlo es preciso garantizar consensos que están en los cuerpos orgánicos. Por lo tanto, hay que convocar a un Comité Central Confederal, plantear el tema y acordar las estrategias. Mire, el derecho a huelga, las marchas y movilizaciones son herramientas y deben estar en el abanico de posibilidades de los que conducen la CGT y son claramente las que tienen que ser un factor ordenador para obligar al Gobierno a dialogar. Ellos se resisten al diálogo y las consecuencias de las medidas que toman están lejos de ser sonrisas y globos, terminan siendo angustia y desazón en los trabajadores que ven peligrar su futuro inmediato porque pierden poder adquisitivo. Entonces, tiene que haber una renovación con una nueva conducción.

–¿Y cuál debe ser el perfil de esa nueva conducción?

–Antes que nada debe recomponer el vínculo de confianza con las bases y después mostrarse desde una posición de fortaleza para poder negociar de igual a igual. Más allá de eso hay que recordar que para conseguir esa renovación es preciso respetar los tiempos para no correr el riesgo de que se repitan errores. Los compañeros que sean elegidos deben ser convalidados y apoyados sin mezquindades, sin intereses personales y sectoriales. Hay que tener un acto de generosidad para que se pueda torcer el rumbo económico que no está al servicio de la Nación y mucho menos tiene el Estado al servicio del pueblo.

–Entiendo lo que dice de los tiempos institucionales de la CGT, pero en el mientras tanto ¿qué se hace? ¿El triunvirato debería endurecer su posición?

–No debe haber nada más triste que una persona física o jurídica queriendo aparentar ser lo que no es. Los dirigentes nos conocemos todos y saben que en la actual coyuntura se requiere generosidad y apoyo mutuo para salir a dar la pelea, porque no hay otro escenario que confrontar. Y después de recuperar la confianza de las bases y tener poder fuego para sentarse recién a negociar.

–Pero hay dirigentes de la CGT que dicen que un paro encendería la mecha de un conflicto social...

–(Interrumpe) Yo lo veo exactamente al revés. Si la CGT sigue sin tener una conducción férrea, sin una línea de conducta clara y sin un plan programático con objetivos básicos que permita la unidad del movimiento obrero para confrontar a este modelo económico, va a terminar siendo la causante de que la mecha se encienda. Si no lideran el conflicto, éste vendrá igual y será inorgánico. Mire, los gremios aeronáuticos estamos cansados de esperar que el movimiento obrero organizado genere los espacios de debate aerocomercial y, por eso, los próximos días habrá acciones en los aeropuertos. Y así como lo hacemos nosotros lo harán otros gremios. Por eso, si la CGT no se ordena no habrá diálogo social posible y será esa conducción la responsable de que se haya encendido un conflicto que no se podrá apagar ni conducir. Cuando se canaliza y se organiza el conflicto, se puede llegar a una mesa de diálogo que sea seria y con objetivos claros y no una puesta en escena donde te imponen los intereses de los capitales extranjeros que vienen a sacar la matriz de protección social de nuestro país.