“Como el río, yo te llevo / Soy peligrosa como el fuego”, advierte la cantante y compositora Valentina Cooke en el track que inaugura Instinto animal, su más reciente larga duración. Tercer disco autogestivo que sucede producciones anteriores (Amor y miedo, de 2013, y Despertar, de 2008), y que –sin desatender a su pasado R&B y soul, o al rap y al hip hop que marcaron composiciones previas– apuesta por un sonido urbano decididamente rockero. Producido por Gaspar Benegas –su pareja, guitarrista del Indio Solari–, la acompaña para la ocasión el power trío Lobos, integrado por Lucas Honigman (batería), Karim Benegas (guitarra) y Guido Durán (bajo), que aportan renovada intensidad, intencionada distorsión. 

“Mi sonido ha ido mutando, sin duda. Aunque me crié en una casa de rockeros (mi viejo, todos mis hermanos varones), de grande me volqué al R&B, al soul, a la música negra, ese devino mi nicho; y fue lo que afloró como influencia en mi primer disco, en mis primeras composiciones. Pero en el recorrido ha ido apareciendo cierta necesidad personal: la crudeza y la potencia del rock, algo que he podido imprimir en este disco. Evidentemente traía esa faceta incorporada; simplemente me hice cargo de eso”, cuenta la muchacha patagónica, hija del inglés Mike Cooke, legendario músico de El Bolsón, citarista y cantante, a quien ciertas voces especializadas llaman “la joya perdida del rock argentino”. 

Vale decir que si la herencia paterna incidió en su sonido, la materna está reflejada en letras que apuestan a la crítica social como grito de liberación y resistencia. “A mi vieja, Cecilia Salomón, que murió en 1999, le interesaba especialmente la política social, era muy pro Evita-Perón, y participaba de movimientos de empoderamiento asistiendo –por ejemplo– a mujeres que habían sido violentadas, dándoles herramientas para que se independizaran. Lo que mamé de ella es la solidaridad, especialmente entre mujeres”, ofrece Cooke, que antaño participara del colectivo hip hop Cartel de Quintela, liderado por el MC Tonga Kali. 

Entonces, sí, sensibilidad social volcada a la canción, “en parte por el activismo de mi vieja; en parte por mi propia historia personal”, dice quien, de pequeña, debía cortar leña para calefaccionar el hogar, iluminar a base de faroles, o ir al canal a buscar agua. “Situaciones que no eran las mejores, pero tampoco las peores; finalmente, no es lo mismo pasarla mal en la ciudad que en medio de la montaña. La montaña te da otra contención”, explica Valentina, nuera –colorido dato– de María José Cantilo, con quien tomó clases de canto y que “además de técnica, me inculcó la confianza en mí misma, el animarme”.  

“No llevo banderas, busco profundizar y despertar en mi consciencia espiritual”, entona –cual acta de intención– la artista de 36 años en el track Vivir y dejar vivir del LP Instinto animal, donde alto y claro apunta contra “las exigencias de este mundo compra y venta, tanto egoísmo, esto es canibalismo…”  . “Se vende, todo se vende / Venden a los niños, la trata de mujeres, tu tierra, tu aire, tu agua, todo se vende / Se vende, todo se vende / Venden remedios que enferman y dioses que dan miedo…” , se despacha con efusividad en Rojo. Cierra el disco -que Valentina pronto presentará en España- Canción para Lucía: sentido homenaje a Lucía Pérez, víctima del horrífico femicidio de Mar del Plata en octubre de 2016. Un tema emotivo y contundente donde Cooke refiere al “escenario brutal, machista y mercenario de una cultura mundial que nos oprime, un odio social que no quiere mujeres libres, sin miedo a cuestionar, hablar, denunciar, porque negocios millonarios dejarían de funcionar”, y luego: “Una más, otra más, ni una menos, escrito en la pared. Seca el llanto y estalla en un grito de libertad, mujer”. 

Más info: instagram.com/VALENTINACOOKE