Llega junio, comienza el Mundial y la sociedad, sin distinción de clases, queda encantada con la magia del fútbol. La historia de los mundiales se remonta a 1930. Entonces se jugó la primera Copa del Mundo, en Uruguay, que resultó campeón. Pasaron 88 años y diecinueve campeonatos. Ahora en Rusia comienza la 20ª edición del torneo FIFA, y Caras y Caretas dedica su próximo número, que estará en los kioscos mañana opcional con PáginaI12, a repasar los grandes hitos de esta historia.

Desde la nota de tapa, Alejandro Fabbri reconstruye la historia de las veinte copas del mundo, desde Uruguay 1930 hasta este presente de Rusia 2018, en un relato plagado de anécdotas y curiosidades. “Tuvo que ser un francés, un hombre nacido en un almacén de ramos generales del interior profundo, Jules Rimet, el verdadero impulsor de esta historia”, cuenta sobre los orígenes de la Copa.

Catalina Sarrabayrouse traza un panorama acerca de cómo llega la Selección Argentina al mundial y reivindica con fuerza la figura de Lionel Messi como una pieza central del equipo. Telma Luzzani escribe sobre Rusia hoy, desde una perspectiva política y económica. Tras la caída del Muro de Berlín y con la experiencia neoliberal en Europa del Este, Rusia supo “mantener a flote una nave averiada en medio de un maremoto” y se convirtió en un jugador global. Ese es justamente el contexto en que el país gobernado por Vladimir Putin se convirtió en sede del Mundial 2018. En tanto, Alejandro Wall escribió sobre los negocios en juego en el hecho deportivo más monumental del mundo. Alejandra Mora y Araujo escribe sobre Brasil y Alemania, los favoritos de siempre.

Otro tema presente en el número es el Mundial 78, del que se cumplen 40 años. En su editorial, María Seoane evoca los horrores que pretendió tapar ese campeonato: “Pensaba en ‘la espiral de silencio’ de los grandes medios argentinos y en los intentos de negar que los argentinos fueran ‘violadores’ de los derechos humanos cuando revisé los papeles sobre el Mundial de Fútbol del 78. Y me pregunté hasta dónde el lenguaje puede estirar la dominación sobre los ciudadanos”. 

En ese sentido, Felipe Pigna recuerda que “a partir de 1976, la dictadura militar resolvió que el tema del Mundial era una ‘cuestión de Estado’. Incluso prohibió a los medios cualquier crítica a la organización y hasta ‘al desempeño de la Selección Nacional’. El gobierno contrató a una empresa privada, la estadounidense Burson-Marsteller, como consultora”. La agencia informó que la imagen del gobierno era mala: “El Mundial sería una oportunidad única de presentar al mundo entero el país, su gente, y su modo de vivir. La Argentina ha de tomar su legítima posición en el mundo”.

Sobre este tema escriben también Pablo Llonto (“La vergüenza de haber sido”) y Fernando Amato (la historia del desaparecido que salió de la ESMA para entrevistar al técnico de la Selección, César Luis Menotti).

Roberto Parrottino evoca la gran hazaña de México 86, cuando los integrantes de la Selección se consagraron como héroes. Ariel Scher escribe sobre la pasión mundialista, esa que nos hace a todos partícipes de la gran experiencia futbolera: “La Tía Berta le escribió una carta a Sampaoli en la que le ofreció la fórmula para conseguir todos sus sueños: ‘Ponga a Burruchaga, Jorge’. Menos mal que la carta la interceptó el Tío José, que explicitó: ‘Burruchaga apenas gritó un gol en la final. Sampaoli debe convocar a Mario Kempes, que en la final del 78 metió dos”. 

Juan José Panno retrata a los más grandes jugadores de todos los tiempos, entre ellos, por supuesto, Maradona y Pelé. Y Ricardo Ragendorfer deleita con su serie de crónicas policiales. El número se completa con entrevistas a Víctor Hugo Morales (por Sebastián Feijoo), Ubaldo Fillol (por Felipe Pigna) y Carlos Bilardo (por Walter Vargas). Un número imprescindible, con las ilustraciones y los diseños artesanales que caracterizan a Caras y Caretas, desde su fundación, a fines del siglo XIX hasta la modernidad del siglo XXI.