La marea es incontenible. Las mujeres no están dispuestas a seguir naturalizando la violencia machista y entonces, pasan a la acción allí donde esté. Mueven las estructuras. “Si te meto esto por el culo, te vas a dar cuenta de que no es un rombo”, le dijo a una estudiante, en plena clase, el profesor Eduardo Musura, de Materialidad Edilicia de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Rosario. Eduardo Panvini, el titular de la cátedra, lanzó frente a todo un curso que “las medianeras son iguales que las mujeres, una de 20 años vale mucho más que una de 50”. Pablo Azqueta, docente de otra cátedra de la misma materia, afirmó: “Hay que tener en claro muchas cosas para calcular la eficiencia energética. Pero a ustedes no les debería importar porque son mujeres y nunca lo van a calcular”. Las chicas se cansaron de sufrir ese tipo de acoso y, tras ver que sus denuncias tenían un derrotero institucional larguísimo, tomaron el tema en sus manos. “No seas cómplice. Si sufriste, viste o escuchaste, denuncialo”, insta un video que las alumnas de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Rosario hicieron público hace quince días, y se viralizó en todo el país. Las chicas, de todas las agrupaciones del Centro de Estudiantes, le ponen la voz al acoso. También pegaron carteles con las frases en la Facultad. #CuéntaloFapyd es el hashtag que usaron en las redes sociales para hacer público un reclamo que antes habían denunciado dos estudiantes ante las autoridades. Por eso, otro cartel alerta: “Si te reís de los ‘chistes’, sos cómplice”. 

El efecto expansivo llegó a la Universidad Nacional de Rosario, donde el borrador de un proyecto de Protocolo y Plan de Acción para el abordaje de la Violencia de Género fue presentado en mayo del año pasado, pero nunca se trató. El Consejo Superior, ahora, quiere tenerlo aprobado en quince días, pero está en discusión si asignarán el presupuesto para poner en práctica el Plan de Acción, y también para garantizar la recepción de las denuncias. En todo el país, hay 33 universidades nacionales que cuentan con este mecanismo, como así también el Conicet. En la UNR, de las 12 facultades, hay cinco que ya aplican un protocolo de atención con perspectiva de género, y cuentan con coordinadoras que -aún precarizadas y con sueldos muy bajos- toman las denuncias, las llevan adelante e intervienen con capacitaciones y sensibilización en todos los claustros. El protocolo pionero es el de la Facultad de Ciencias Políticas.

“La revolución de las estudiantes”, se llamó el comunicado que lanzó la Facultad de Arquitectura. Ese mismo jueves, el Consejo Directivo trató el proyecto de Protocolo para atender estas situaciones. La vicedecana, Ana Valderrama, aclara que el tratamiento estaba anunciado desde una semana antes, y el proyecto de Protocolo había sido presentado por Dominó, una agrupación estudiantil, en febrero de 2017. Hoy podría aprobarse. 

“El año pasado aparece a mitad de año una denuncia y a fin de año otra, que ingresaron una por mesa de entradas en la facultad y otra que tardó dos meses hasta que llegó a la Facultad. Pero ingresaron dentro del marco del Protocolo de Violencia Institucional que tiene la UNR, que no tiene perspectiva de género. Lo que nosotros no podíamos hacer hasta ahora por falta de un procedimiento y un protocolo era poder tomar medidas preventivas. La normativa vigente no lo permitía”, detalló la vicedecana. Sobre las seis denuncias anónimas, se dieron a partir de una publicación de Facebook y fue ella misma quien recibió los testimonios de las estudiantes, según relató. Valderrama cree que “lo ocurrido es algo positivo. Porque surge de abajo hacia arriba y habla de una madurez de las estudiantes y una fuerza que antes no existía. Vamos a tener un instrumento que nos permita tener un marco de convivencia más contemporáneo”. 

Tras la repercusión que tuvieron las estudiantes de Arquitectura, dos días después se sumó otra cuenta de instagram, cuéntalo.fcm, de la Facultad de Medicina, donde en sólo una semana se volcaron decenas de denuncias contra distintos docentes. Y se van abriendo de otras Facultades. Las estudiantes tuvieron que actuar para que algo cambiara. 

Desde la Universidad Nacional de Rosario explicaron días después de la intervención en Arquitectura que habían iniciado sumarios “oportunamente”. Lo cierto es que los profesores de dos de las tres cátedras de Materialidad Edilicia, donde se produjeron los acosos, siguieron en las aulas. Uno de ellos decidió tomar licencia. Otro, cuyo sumario avanzó en la Dirección de Asuntos Jurídicos de la UNR, continúa dando clases. Mientras tanto, son las estudiantes las que se cambian de cátedra, esperan a rendir la materia para iniciar alguna medida o se la bancan porque –aunque no se naturalice más– la asimetría de poder es evidente.

“Lo que hicieron las pibas, que forma parte de esta movida más general en esta sociedad, del ‘cuéntalo’ y ‘no nos callamos más’, fue un catalizador directo para que la Universidad asuma un debate que venimos exigiendo hace años. Nosotras ya tenemos hecho el camino de la aplicación de los procedimientos de las facultades, y presentamos un borrador de Protocolo y Plan de Acción para el Abordaje de la Violencia de Género en mayo del año pasado”, explicó Noelia Figueroa, que es la referente del Protocolo de la Facultad de Ciencias Políticas. La propuesta ante el Consejo Superior –órgano de gobierno de la Universidad– la realizaron en conjunto el Centro de Investigaciones Feministas y Estudios de Género, el Programa de Género de la Facultad de Derecho, las referentes de las cinco facultades que tienen sus protocolos en acción y el gremio de docentes universitarios COAD. A fin del año pasado, la secretaria general del gremio, Laura Ferrer Varela, pidió que se apure la aprobación de este instrumento. 

El borrador contempla un Plan de Acción para visibilizar, sensibilizar y producir conocimientos desde la perspectiva de género, y también un programa de recepción de denuncias con cinco principios: asesoramiento gratuito, respeto y privacidad, no revictimización, diligencia y celeridad y un abordaje integral e interdisciplinario. Para Figueroa, justamente lo que queda de manifiesto en lo ocurrido en las Facultades rosarinas es la necesidad de “incorporar algo súper importante que son las medidas preventivas. No tenemos que esperar que un sumario termine para tomar medidas que protejan a quienes están denunciando. El protocolo nos permite intervenir enseguida”. Así, las chicas no deberán seguir en las clases de quienes los acosaron. Ni cambiar de cátedra.