El marido de Marcela Coronel, la enfermera que fue hallada asesinada el lunes en el galpón de su casa de la localidad bonaerense de Longchamps, fue imputado ayer por “homicidio”, aunque no se ordenó su detención. La fiscal de Violencia de Género de Lomas de Zamora Marcela Juan dispuso, además, que se le extraiga sangre para realizar un análisis de ADN. Si bien Coronel tenía tres cortes en la cabeza, la autopsia reveló que no fue esa la causa de su muerte sino que la mujer falleció por estrangulamiento y asfixia por sofocación.

Durante el rastrillaje que se realizó el miércoles en los alrededores de la vivienda, según informaron fuentes judiciales, se encontraron dentro de una bolsa de supermercado un pantalón de jeans azul, un buzo, una campera roja de hombre y un guante azul de látex. Las prendas, que se están peritando, tenían rastros de sangre y son de la misma talla que usa la pareja de la joven. Además, consultado por la policía, el hombre admitió ser dueño de un hacha como la que usó el asesino para golpear a Coronel –arma que aún no fue encontrada–. La otra posible prueba por la que está siendo investigado es que la puerta de entrada no fue forzada y él es el único que tenía llaves de la casa, además de Coronel. 

El lunes pasado, una nena fue encontrada deambulando sola en una plaza de Burzaco. Como los vecinos manifestaron que no la conocían, fue llevada a la Comisaría de la Familia de Almirante Brown. Tiempo después, el empleado de seguridad Gabriel Guevara, padre de la niña, se presentó en la sede para informar que era pareja de Coronel y que esa mañana, cuando él se había retirado de la casa, su hija había quedado al cuidado de la mujer. Guevara dijo, además, que se enteró por las redes sociales de que la nena había sido encontrada en la calle y que cuando se comunicó con su hermana por este tema ella le dijo que Coronel le había enviado un mensaje diciéndole que no fuera a cuidar a la niña ese día, como lo hacía habitualmente, porque ambas irían a la casa de su madre. Como a la policía no le resultó creíble el relato, la fiscal a cargo ordenó una inspección en la casa, donde se encontró el cuerpo sin vida de Coronel envuelto en una frazada en el interior de una habitación utilizada como galpón. 

Luego del hallazgo, la Policía Científica se acercó al lugar y secuestró el celular, la notebook y las prendas de vestir que en ese momento tenía Guevara, así como vestimenta de la niña y de la enfermera. Además, en el baño se encontró dentro de un balde con agua un short de fútbol, con manchas de sangre, que el imputado reconoció como suyo. Al día siguiente del crimen, la fiscal concurrió otra vez a la casa con la Policía Científica y tras un relevamiento de ocho horas, se levantaron muestras hemáticas y diferentes elementos que establecieron que el crimen se habría producido en el living comedor y que luego el cadáver fue llevado al galpón. También se determinó que el asesino habría intentado limpiar el sitio con el fin de ocultar pruebas.

Según la hipótesis de los investigadores, que descartaron el robo ya que en la vivienda no se observaron signos de violencia en aberturas y se halló la puerta de ingreso cerrada cuando se la inspeccionó, el asesino huyó con la niña y luego la abandonó en una plaza de Burzaco. La fiscal Marcela Juan convocó al Gabinete de Homicidios de la policía de la Provincia de Buenos Aires para se hiciera  cargo de la investigación.