La Justicia mendocina detuvo el martes en una chacra de Luján al represor Walter Tomás Eichhorn, quien estaba prófugo desde 2013 y sobre quien pesaba una condena por delitos de lesa humanidad por el secuestro de una veintena de mujeres durante la última dictadura cívico-militar. Eichhorn, entrerriano, de 89 años, fue el jefe del Casino de Suboficiales de Mendoza, en el que funcionó un centro clandestino de detención de mujeres desde el 24 de marzo de 1976. Había sido condenado en 2013, en el marco de la Megacausa Mendoza. Desde el martes pasado está en prisión domiciliaria, a la espera del informe del cuerpo médico forense. 

El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación ofrecía una recompensa de 100 mil pesos para quien aportara datos certeros sobre el paradero del represor, que había sido juzgado en una causa sin precedentes, en la que ahora se propone incluir la perspectiva de género, como un agravante de los delitos. A pesar de que las pistas señalaban que se podía haber escondido en pequeñas ciudades entrerrianas, Eichhorn apareció el martes en su casa de Chacras de Coria y fue detenido inmediatamente.

Para la abogada querellante de la causa y miembro del Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos, Viviana Beigel, su detención fue vivida por las víctimas como “un paso hacia la Justicia”. “Este hombre tuvo una participación muy central en la tortura porque era quien custodiaba a las presas y las llevaba al lugar de tortura, era el entregador”, recordó Beigel, quien mañana presentará su alegato en la VI Megacausa, en la que se debaten, desde el 1 de junio, las 12 causas que contemplan el rol de la Fuerza Aérea y los Centros Clandestinos de Detención Las Lajas, D2 y Casino de Suboficiales.

Esta última tiene una connotación especial porque es la primera querella en presentar un pedido al Tribunal mendocino, que integran Alejandro Piña, Gretel Diamante y Daniel Cisneros, para que las presas sean consideradas víctimas de violencia de género. Beigel anticipó que hubo una “diferencia marcada” entre varones y las mujeres, sobre todo en relación al disciplinamiento al que eran sometidas las víctimas.

En el caso de las mujeres, que fueron reubicadas en la penitenciaría provincial y más tarde en Devoto, pudieron ver las caras a sus torturadores y se animaron a denunciarlos cuando se recuperó  la democracia. Entre otros testimonios, Beigel recuerda el caso de la actriz Vilma Rípolo, “secuestrada tres días después de haber parido, a quien torturaban mientras sus compañeras de cautiverio cuidaban a su hijo custodiadas por otros represores armados con iItakas”.

El destino de Eichhorn ahora está en manos de los peritos forenses, quienes deberán determinar las condiciones de salud en las que se encuentra el represor, para que luego la Justicia determine si se le brinda el beneficio de la prisión domiciliaria. Sin embargo, Beigel advirtió que ahora se podrían sumar nuevas causas en su contra. “Tras su desaparición, su caso quedó apartado de los demás, pero ahora es problable que se acumulen otras denuncias”, concluyó la abogada ante Página/12.