Fragmento de entrevista a Guy Briole (Psicoanalista AMP), realizada por la Revista Freudiana. Sobre el problema de la inmigración y el exilio.

--Teniendo en cuenta el trabajo que usted ha hecho sobre la inquietud del encuentro con la alteridad en Levinas, ¿qué estatuto podríamos darle a la cuestión de la libertad para orientar una lectura de lo real de los movimientos migratorios contemporáneos, sean forzados o no?

--Tiene usted razón al hablar, respecto de mi lectura de Levinas, de un encuentro. Un encuentro con la alteridad que contiene y sostiene el rostro, es ahí donde siempre hice prevalecer la fuerza de real que contiene la mirada tras la efracción traumática. Digamos que, en el trauma, es la mirada la que mira al traumatizado, hasta el punto de que no ve lo que mira: es mirado.

Esta experiencia extrema que vive aquel al que la contingencia ha confrontado con lo real evoca por fuerza una experiencia fundamental que cada uno ha atravesado en su propia construcción. Para Levinas, es el encuentro de la faz del otro, que es la captación de la forma --siempre modificada--, pero al mismo tiempo una experiencia de la alteridad y de la trascendencia. Es, planteado de otra forma, lo que Lacan desarrolló como el encuentro con el otro en lo que llamó el conocimiento paranoico del mundo. En el número 80 de Freudiana subrayé que para Emmanuel Levinas "el encuentro es algo que ocurre entre extraños". Es salida de sí, ruptura del conatus essendi y confrontación a un otro marcado por una 'irreductible inquietud'. Es ahí donde las migraciones que usted menciona se topan con este temor del extranjero, sea de un país aliado, o colega de una misma asociación. El refugiado es sospechoso en su búsqueda de libertad; la percepción de una pequeña diferencia en la alteridad le arroja inmediatamente en la categoría de aquellos de quienes se debe desconfiar.

*Reproducción parcial de entrevista publicada en Fronterra.